Ciudadanos
Son tiempos duros, aquí y en cualquier parte
“Te sientas a cenar y la vida que conoces se acaba”, escribe Joan Didion en El año del pensamiento mágico. Miro el Twitter de un hombre a quien no conozco. Es periodista deportivo. El 26 de junio, en Buenos Aires, iba a su trabajo y tuiteaba: “Tren detenido en estación. Ya llevaba 20 minutos de retraso. La odisea de ir a trabajar en transporte público”. Es probable que, después, haya recordado ese incidente con añoranza: era un problema menor. Al llegar a su trabajo en Télam, la agencia estatal de noticias argentina, supo que 354 personas —el 40% de la planta— habían sido despedidas. Él también. Mientras unos recibían la notificación, quienes continuaban en sus puestos recibían un mail de oscura bienvenida: “Hola: sos parte de la nueva Agencia Télam. Confiamos en vos para la construcción de una agencia profesional. Esperamos que sigas sumando tu aporte. El directorio de Télam”. En 2003, la agencia tenía 479 empleados. En 2015, 926. Los trabajadores adjudican el crecimiento a que ahora tiene página web, sector audiovisual, radio. El directorio, a que la gestión kirchnerista construyó allí un aparato de propaganda. Esta última idea fue reforzada por el titular del Sistema de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, que subió a Facebook un texto diciendo que en Télam “la propaganda se enmascaró detrás del periodismo”. No parece haber nexo entre ese postulado y el hecho de que echaran a personas con 20 años de antigüedad o en áreas en las que es difícil hacer propaganda: espectáculos, infografía, archivo. El texto del funcionario termina así: “Hoy ganó el periodismo y ganaron los ciudadanos”. Es raro que el periodismo gane con 354 periodistas menos. Más raro aún que los que ganen sean los ciudadanos. Son tiempos duros, aquí y en cualquier parte, aquellos en los que el poder dice desembozadamente que los periodistas no somos ni eso.
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