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CLAVES
Columna
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Opositar a empresario

Los políticos que se pasan al sector privado copan las portadas de los medios

Víctor Lapuente
© GETTYIMAGES

En España, Bill Gates o Mark Zuckerberg serían notarios. O abogados del Estado. Porque, en nuestro país, el gran trampolín social son los cuerpos de la Administración.

En pocas democracias una oposición abre tantas puertas. Primero, las puertas correderas que dan acceso al poder político. En otros países, se intenta preservar la neutralidad de los altos funcionarios poniéndoles barreras, formales e informales, que dificulten el salto a la política. Pero aquí, en lugar de obstaculizar, facilitamos el tránsito de la función pública a la política. Desde la Transición (y no digamos antes), la proporción de ministros y cargos de confianza que han sido funcionarios es muy elevada.

Los altos funcionarios usan también con frecuencia las puertas giratorias que conducen al sector privado. En un estudio para ESADEgeo, Maximilian Gebhardt y Ángel Saz-Carranza comparan la composición de los consejos de administración, y comités de dirección, de las empresas del IBEX 35 con las de su equivalente alemán, el DAX 30. Mientras solo un 6,3% de los consejeros alemanes ha ocupado previamente un cargo en el sector público, en las empresas españolas ese porcentaje es del 30,3%. Algo paralelo ocurre en los comités de dirección. Hay cinco veces más ex altos cargos públicos en las grandes empresas españolas que en las alemanas. Y la mayoría de ellos son funcionarios de los grandes cuerpos, sobre todo abogados del Estado.

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Los políticos que se pasan al sector privado copan las portadas de los medios. Pero debemos ser conscientes de que, además de la politización, lo que caracteriza la relación público-privada en España es la funcionarización. A la sombra de los partidos, y en su momento de Franco, han crecido en nuestro país unos cuerpos administrativos que acumulan poder político y económico.

Sí, la entrada en ese exclusivo club está reservada a quienes superan unas duras oposiciones. Pero el diseño anticuado de las pruebas favorece a las familias con recursos para mantener a hijos veinteañeros preparándose los exámenes durante años.

Y la oposición se gana para hacer una carrera pública, no política ni negocios. @VictorLapuente

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