Tiempo de justicia
El primer juicio por un caso de bebé robado nos recuerda una tarea pendiente
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Antes de pasar página de la historia es preciso leerla, y una de las que España tiene aún pendientes de lectura y superación es la que configura el vergonzoso robo masivo de bebés a madres, habitualmente solteras, sin medios ni capacidad de protesta, para entregárselos a matrimonios que el régimen franquista consideraba apropiados. Desde la Guerra Civil y hasta 1981, primero en las cárceles y después en clínicas y de forma organizada, muchas mujeres sufrieron durante la dictadura y el inicio de la democracia la sustracción de sus recién nacidos por parte de élites médicas y religiosas que les negaron su capacidad para ser madres y que además se lucraron supuestamente con su venta. Los bebés fueron destinados a parejas bien vistas por el régimen, en general previo pago de cantidades que alimentaron las redes de tráfico de bebés —entonces consideradas adopciones— al calor del franquismo. Las fiscalías han acumulado cerca de 2.000 denuncias.
La historia ha ido saliendo a la luz a lo largo de los años gracias a informaciones de prensa, al trabajo de algunos jueces y a organizaciones de víctimas, pero esta semana ha conocido un hito importante al llegar por primera vez a juicio. El doctor Eduardo Vela, exdirector de la clínica San Ramón de Madrid, uno de los epicentros del tráfico de bebés, se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Madrid por delitos de detención ilegal, suposición de parto y falsedad en documento oficial. Supuestamente entregó un bebé robado en 1969 a Inés Pérez, ya fallecida. El fiscal pide para él 11 años de cárcel.
El proceso intenta culminar la lucha emprendida por Inés Madrigal con la ayuda de su madre adoptiva, Inés Pérez, por descubrir la verdad e impulsar el esclarecimiento de uno de los capítulos más negros de la historia reciente de España. Antes de fallecer, Inés Pérez relató que el doctor Vela la instruyó para que fingiera un embarazo, le recomendó simular náuseas, no pintarse, no ir a la peluquería y ponerse cojines para aparentar barriga y, en última instancia, le adjudicó la bebé que hoy se ha convertido en denunciante. El doctor Vela, de 85 años, ha intentado alegar problemas de salud para evitar el juicio, pero el médico forense de la Audiencia concluyó que está en perfectas condiciones para afrontar el proceso.
España aún guarda importantes episodios sin resolver en la historia todavía reciente de la dictadura, desde el traslado de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos hasta la recuperación de los ejecutados en las fosas y cunetas o la resignificación del propio Valle. El robo y tráfico de bebés es uno de los más sangrantes y difíciles de resolver, ya que sus protagonistas han fallecido o están en edades avanzadas. Pero esclarecer lo ocurrido, satisfacer las demandas de los hijos por conocer a los padres biológicos y procurar la justicia a las víctimas de crímenes que en principio no prescriben es una tarea necesaria y relevante que las instituciones deben afrontar con compromiso. Abordar las heridas del pasado para conseguir su superación es, al fin y al cabo, un síntoma de solvencia democrática y madurez como país que España ya se puede y se debe exigir.
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