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El molusco que tendió puentes en Cataluña

En pleno conflicto por la independencia, el Gobierno, la Generalitat y científicos de cinco comunidades autónomas llevaron a cabo un plan para evitar la extinción de la nacra

Cristian Segura
Ejemplar de nacra en el centro IRTA de Sant Carles de la Ràpita (Tarragona).
Ejemplar de nacra en el centro IRTA de Sant Carles de la Ràpita (Tarragona).Juan Barbosa

La nacra (Pinna nobilis, un molusco, obró un pequeño milagro en España. En verano y otoño de 2017, mientras todos los puentes entre la Generalitat de Cataluña y el resto del Estado habían sido dinamitados, un equipo de científicos de cinco comunidades autónomas trabajaba contra reloj en la costa catalana para salvar a esta especie endémica del Mediterráneo. Su empeño en evitar la extinción de la nacra convenció a las administraciones para cooperar entre ellas en un momento en el que el diálogo político era inexistente.

Las primeras señales de alarma llegaron en verano de 2016: la nacra, el segundo mayor molusco del mundo, se moría en masa en Andalucía, Murcia y Valencia. En octubre de aquel año la muerte llegó a las islas Baleares. Un parásito unicelular hasta ahora desconocido se desplazaba con las corrientes marinas, con el plancton, y en cuestión de semanas aniquilaba la especie. En octubre de 2016 se constituyó un grupo de seguimiento bajo el amparo del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente (MAPAMA). El coordinador del proyecto es José Rafael García March, científico del Instituto de Investigación en Medio Ambiente y Ciencia Marina (IMEDMAR) de Valencia. En aquel primer grupo, recuerda García March, también estaban implicados el CSIC, el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Agropecuaria (IFAPA) de Huelva y las consejerías de Medio Ambiente de Andalucía, Murcia, Valencia y Baleares. Mientras la mortandad era de hasta el 90% en el Mediterráneo español, la costa catalana era la última zona libre del parásito. El equipo de García March pronosticó en junio de 2017 que, siguiendo la evolución de las corrientes, en octubre la especie empezaría a desaparecer en Cataluña.

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La idea del rescate de urgencia surgió en julio de 2017. García March asegura que el proyecto es único en la historia científica de España: nunca se habían coordinado tantas instituciones y administraciones para salvar una especie, y en tan poco tiempo. El 17 de septiembre se celebró una reunión en la sede del Ministerio para aprobar un plan para extraer salvar nacras de la costa catalana, para ser mantenidas vivas en centros de investigación. Esta vez ya se encontraba a bordo del proyecto el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat. Quedaban dos semanas para la celebración de la consulta del 1-O que el Tribunal Constitucional había declarado ilegal. La sintonía entre los gobiernos central y catalán era inexistente.

El MAPAMA aprobó una financiación para el plan de 492.000 euros. El 24 de octubre, tres días antes de la declaración unilateral de independencia y de la intervención de la Generalitat, el Ministerio anunció la aprobación de las acciones de emergencia “para el rescate y mantenimiento de 215 ejemplares de nacra” en Cataluña, acordadas con representantes “de las comunidades autónomas del Mediterráneo y de varios centros de investigación”. Los 215 ejemplares se recuperarían en Portlligat (Girona) y en la bahía Dels Alfacs, en el Delta del Ebro. La Generalitat participó concediendo a toda mecha las licencias de extracción y aportando las instalaciones del Instituto de Investigación y Tecnologías Agroalimentarias (IRTA) en Sant Carles de la Ràpita.

La idea inicial era extraer ejemplares a partir de noviembre en la zona entre las Islas Medas y Sant Pol de Mar, pero poco antes de iniciarse las inmersiones se confirmó que las nacras ya estaban muriendo más al norte. Hoy ya han desaparecido en la Costa Brava el 80% de la población de nacras. En Portlligat, diez buzos extrajeron entre noviembre y diciembre más de cien ejemplares. Ocho buzos eran científicos del IMEDMAR y los otros dos, los que señalizaban la ubicación de las nacras, de la consultora medioambiental Submon, recomendada por la Generalitat. Un apoyo de tres conductores trasladaba diariamente los animales recuperados del mar a cuatro centros de conservación: 50 ejemplares fueron al IFAPA de Huelva, 50 al IEO en Murcia, 10 al IMEDMAR y 5 al Oceanogràfic de Valencia.

Depósitos con diferentes tipos de fitoplancton para alimentar a los ejemplares de nacra conservadas en el IRTA.
Depósitos con diferentes tipos de fitoplancton para alimentar a los ejemplares de nacra conservadas en el IRTA.Juan Barbosa

La sorpresa se produjo a las pocas semanas: la mayoría de ejemplares tenían el parásito y murieron con el aumento de la temperatura del agua en los tanques de conservación. El IMEDMAR solo tiene hoy una de las diez nacras que acogió para investigar su reproducción en cautividad, algo nunca conseguido. En Murcia solo quedan dos nacras vivas y en Huelva, diecinueve. Los ejemplares muertos se envían al Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), en Palma de Mallorca, donde se estudia el parásito.

La repoblación del Mediterráneo español depende sobre todo de los 103 ejemplares adultos y 45 juveniles que se conservan en la sede del IRTA en Sant Carles de la Ràpita. Fueron recogidas en noviembre en la bahía Dels Alfacs, donde existe la segunda mayor población de nacras del Mediterráneo. Patricia Prado, técnica del IRTA, explica que el plan de rescate es una positiva excepción, pero subraya que las administraciones públicas han ido a remolque. Es fundamental tener más recursos, insiste Prado: por ejemplo, el tanque donde se conservan las nacras juveniles ha sido donado por una piscifactoría de la zona. La línea de financiación del Ministerio termina en diciembre de 2019, no incluye la investigación sobre el parásito y, lo más importante, no incluye el estudio para determinar por qué los moluscos se han mantenido inmunes al parásito en el Delta del Ebro. Prado apunta a la menor salinidad del Delta como posible salvación mientras acaricia el biso de una nacra, el filamento que la fija al suelo: “Los romanos lo utilizaban para hacer telas lujosas; lo llamaban seda de mar”.

Iris Hendriks, científica del IMEDEA y de la Universidad de las Islas Baleares, lleva desde 2006 estudiando la población de las nacras. Hendriks asegura que los recursos para su trabajo son especialmente deficientes porque la investigación a largo plazo no cuenta con apoyos, también avisa de que no tienen dinero público para extraer las pocas nacras todavía vivas en aguas de las Baleares, fundamentales para saber qué las hace resistentes. Con 14 años de carrera científica en España, Hendriks admite que lo sucedido tiene una parte positiva porque no había visto un proyecto con una combinación de científicos y administraciones tan amplia: “Los científicos sabemos más de cooperar que los políticos”.

La mortandad se extenderá a Francia

Los expertos consultados por EL PAÍS dan por hecho que la mortandad de nacras llegará en breve a Francia. El equipo de García March ya ha advertido a universidades francesas colaboradoras. El científico del IMEDMAR comenta que el plan de emergencia aplicado en Cataluña puede servir en Francia. Tanto García March como Iris Hendriks, investigadora del IMEDEA de Palma de Mallorca, destacan que el principal problema de la misión era convencer a una región que se acercaba una muerte rápida masiva de nacras, y advierten a sus colegas franceses que deben reaccionar rápido. Hendriks considera que "sería lógico" que el problema se extendiera al Mediterráneo oriental, aunque es un riesgo no inminente.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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