La lucha contra la pobreza infantil, al fin un asunto de Estado
Las reivindicaciones de las organizaciones de infancia son bien conocidas, pero el Gobierno, sobre todo, debe escuchar a los niños, niñas y adolescentes, y a sus familias
Muchos niños y niñas no pueden esperar, ni nuestro futuro como sociedad tampoco. Por eso recibo con entusiasmo la noticia de la creación de un Alto Comisionado de Lucha contra la Pobreza Infantil que dependerá de la Presidencia del Gobierno.
Esta decisión supone hacer de este tema una política de Estado, un paso claro hacia un Pacto de Estado por la Infancia que venimos revindicando desde hace varios años junto con otras muchas organizaciones.
Pero la satisfacción no puede hacernos olvidar quiénes son, y deben ser, los protagonistas de esta medida y las que puedan venir a continuación: los niños y niñas, ese 18% de ciudadanos, casi un tercio de ellos en riesgo de pobreza, que no votan y tienen escasa voz pública, aunque poco a poco vayan asumiendo cierto protagonismo. Los mismos que en el reciente V Encuentro Estatal de Consejos de Participación Infantil han emplazado a los políticos a intentar vivir con un sueldo de 900 euros al mes.
La pobreza infantil afecta directamente a los derechos de los niños, pone en peligro el bienestar de todo el hogar, quebranta la igualdad de oportunidades y arriesga el desarrollo social y económico de toda una sociedad.
España es el tercer país de la Unión Europea en tasa de riesgo de pobreza, un 29,7% de sus niños están en esta situación, casi dos millones y medio. También es el tercer país que menos gasto público dedica a la protección social de familias e infancia en porcentaje del PIB (un 0,7% respecto a la media de un 1,7%, según la UE). Y ambas cifras están estrechamente relacionadas: los países que invierten poco suelen reducir poco la pobreza infantil.
España es el tercer país de la Unión Europea en tasa de riesgo de pobreza, un 29,7% de sus niños están en esta situación
Como apuntan los propios chicos y chicas, la lucha contra este problema no pasa solo por el empleo, aunque es un elemento importante, sino también por políticas sociales y educativas que miren al presente y al futuro. Otros países han tenido éxito en esta tarea y es urgente que el nuestro ponga su ilusión y sus recursos también al servicio de la infancia. Las organizaciones tenemos claras algunas medidas que consideramos fundamentales, como el incremento sustancial de las prestaciones por niño a cargo o el enfoque del acceso a la educación de cero a tres años hacia los más vulnerables, para conseguir un comienzo más igualitario en el entorno escolar.
Pero no solo es importante invertir más, sino enfocar esa inversión en aquellos que más lo necesitan. Es una cuestión en la que tampoco tenemos mucho éxito, ya que la desigualdad entre los propios niños es bastante mayor que la ya alta desigualdad entre los adultos. Esto dibuja un importante desafío a medio y largo plazo en un país en el que gran parte de la protección social descansa sobre un acuerdo generacional que es difícilmente sostenible si dejamos a un tercio de los hogares en los que viven los más jóvenes a su merced, con las consecuencias que eso puede implicar.
Por eso todos nos jugamos mucho. Las reivindicaciones de las organizaciones de infancia son bien conocidas, desde UNICEF Comité Español apoyamos al Comisionado y le pedimos que nos tenga en cuenta pero que, sobre todo, escuche a los destinatarios de su tarea: los niños, niñas y adolescentes, y sus familias.
Gustavo Suárez Pertierra es presidente de UNICEF Comité Español
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.