¿Qué puedes hacer tú por los mares?
Pequeños gestos, como reciclar el plástico de manera correcta, saber qué cosméticos usar, no tirar basura en playas o aguas o informarse respecto al pescado que se consume pueden marcar la diferencia
Una de las ideas de este libro* es dejar claro el peligro de los plásticos en los océanos. Los océanos, sus ecosistemas y las especies que viven en ellos tienen muchos enemigos. El cambio climático sigue siendo el principal, además de ser transversal para prácticamente cualquier parte del medio ambiente. Pero, en el caso de los océanos, parece que tiene que pelearse tal honor con el plástico:
Animar a nuestros Gobiernos para que tomen iniciativas
Con la concienciación de la población mundial se hace notar el problema, pero eso apenas dura un par de informativos. Se necesitan acciones llevadas a cabo y afortunadamente muchos Gobiernos están tomando la iniciativa. Como Canadá prohibiendo el uso de microplásticos en productos cosméticos como geles de baño, pasta dentífrica o exfoliantes desde el 1 de julio de 2018, una medida que los Estados Unidos también habían adoptado en diciembre de 2015, con entrada en vigor el 1 de julio de 2017.
Francia, por su parte, ha anunciado la prohibición de vasos, platos o utensilios de comida de plástico para 2020. Lo mismo que Uruguay, que anunció la intención de gravar las bolsas de un solo uso a finales de 2017.
Bolsas de yuca en las playas de Bali
Además de las iniciativas gubernamentales, las privadas tienen mucho que decir. Kevin Kumala, un biólogo indonesio que había vivido 10 años en los Estados Unidos, regresó a su Bali natal en 2009 y se encontró con el creciente problema del plástico en las playas, particularmente afectadas en la zona indonesia.
Kumala pensó que la solución (o al menos la que podía aportar él) no pasaba por intentar hacer cambiar los hábitos de la gente, sino por cambiar los resultados de esos hábitos. Dado que la gente no iba a dejar de usar bolsas de plástico, creyó que lo mejor era cambiar el plástico por almidón de yuca, una planta de la que se cultivan 25,2 millones de toneladas al año en Indonesia.
Las bolsas se fabrican igual que las de plástico y su apariencia es idéntica, pero las de almidón de yuca se convierten en compost en menos de 100 días –en lugar de en cientos de años– y se disuelven en minutos en el agua sin ningún tipo de toxicidad. Es decir, los peces se las pueden “beber” con total tranquilidad
Además de resultar importantes en la lucha contra el plástico en los mares, las bolsas de almidón de yuca pueden resultar un gran negocio para Avani Eco, toda vez que el gobierno de Bali ha anunciado el fin de las bolsas de plástico en el país en 2018.
Otra guerra contra las bolsas de plástico
Pero no ha sido gracias a Kumala y sus bolsas (aunque su parte de mérito tiene, desde luego), sino a la acción incansable de dos chicas adolescentes, casi niñas aún, convertidas de repente en las más importantes agentes del cambio de su país. Son Melati e Isabel Wijsen y hace un par de años declararon la guerra abierta y total a las bolsas de plástico.
Sus campañas han incluido desde sencillas peticiones hasta drásticas huelgas de hambre, pasando por limpiezas colectivas de playas. Y a principios de 2016 consiguieron su primer éxito político, que es de lo que se trata: convencer al gobernador para mantener Bali limpia de bolsas de plástico para 2018.
“Nunca dejes que nadie te diga que eres demasiado joven o no entiendes el problema”, contaba Isabel a otros activistas en una serie de conferencias impartidas en su país en 2016: “Nosotros no estamos diciendo que vaya a ser fácil. Estamos diciendo que va a valer la pena”. Llamaron al proyecto Bye Bye Plastic Bags y con apenas 10 y 9 años en aquel momento, las dos hermanas iniciaron en 2013 una campaña de denuncia a la que se sumaron niños de escuelas europeas y australianas unidos por el rechazo a las bolsas de plástico. A través de la plataforma Avaaz, su voz llegó hasta los lugares donde se toman las decisiones.
Así puedes ayudar tú
Por todo esto, no es casual que la ONU presentara en Bali, su más importante campaña al respecto en Bali, en febrero de 2017. Se llama #MaresLimpios. Así, con el hashtag, porque es la principal manera de involucrar al individuo delante del ordenador, tentarle a protagonizar una idea, una acción o una protesta y compartirla en redes sociales. #MaresLimpios (#CleanSeas en la versión inglesa) nació del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con el objetivo de eliminar, para 2022, las principales fuentes de basura marina: los microplásticos (microperlas) utilizadas en productos cosméticos y el uso excesivo de plásticos de un solo uso (bolsas, envases y similares).
¿Está el lector al tanto de cómo daña el medio ambiente marino de esta manera? Seguramente no, por eso le animamos a sumarse a esta campaña, a informarse, tomar conciencia y obrar de manera adecuada. Cualquier pequeña ayuda es bienvenida.
Cómo consumimos
También respecto a la pesca, una persona corriente y ajena al sector puede hacer cosas. Puede informarse, primero, sobre lo beneficioso que es consumir el pescado. Después, informarse, en la medida de lo posible, sobre cómo ese pescado ha llegado hasta el punto de venta.
Ahora existen normativas en la Unión Europea que obligan a proporcionar esa información. Búsquela y si no, pregunte por ella. Y no compre pescado donde esta información no esté disponible, pues el producto puede provenir de la pesca ilegal.
En internet existen varias guías, elaboradas por distintas organizaciones, muy útiles para consultar toda la información relativa a los productos marinos disponibles en los supermercados y enlas tiendas. Por ejemplo, la Guía del Pescado, del WWF.
* Este texto es una adaptación de uno de los artículos incluidos en el séptimo libro de la colección El estado del planeta, editada conjuntamente por la FAO y EL PAÍS. Cada domingo se puede conseguir en los quioscos por 1,95€ y, además, por correo electrónico y aquí en El País.
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