Piedras
Si Torra sigue el ejemplo de su mentor, que no quiso ser el tonto útil de Mas, puede acabar pasando cualquier cosa
Mark Twain, que aparte de escribir libros maravillosos poseía un ingenio agudo y exquisito, dijo una vez que la Historia no se repite, pero que, a veces, rima. Las rimas de la Historia suelen ser consonantes, y tan armoniosas que bastan para crear un espejismo de repetición. En nuestra trayectoria política reciente, el ejemplo mejor rimado es la insistencia de los poderosos en escoger no al mejor candidato, al más inteligente, o capaz, o brillante, sino al que parece más manso, incluso más gris, al que mejor encaja con el prototipo de tonto útil. Se diría que la gran prioridad de nuestros líderes no es la prosperidad del país, ni el éxito de su partido, ni el prestigio de las instituciones, sino lograr que su propia figura ocupe todo el espacio iluminado por los focos, para que nadie intente siquiera hacerles sombra. El problema es que las cosas a menudo no son lo que parecen y, más a menudo todavía, los candidatos elegidos resultan no ser nada tontos, y por tanto, en absoluto útiles. El ser humano es el único animal que tropieza con la misma piedra todas las veces que haga falta, y desde Adolfo Suárez hasta Pedro Sánchez, la Historia de España ha rimado de lo lindo, aunque nadie había llegado tan lejos como Puigdemont, que ha prohibido usar su despacho a Quim Torra, quien con toda seguridad será el próximo president de la Generalitat. Me pregunto qué sentirá cuando estallen los aplausos, cuando compruebe que su cuerpo se ha convertido en un imán, cuando salga al balcón para que su pueblo le aclame. ¿Le llamará entonces la silla de KRLS? ¿Resistirá tenazmente esa llamada? Será el momento de demostrar si es español o no. Si sigue el ejemplo de su mentor, que no quiso ser el tonto útil de Mas, puede acabar pasando cualquier cosa.
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