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Triunfo, muerte ¿y resurreción? del vaso de tubo, un clásico de la noche española

Era un objeto habitual del paisaje nocturno, pero Instagram lo mató para dar paso a copas más vistosas. Expertos cocteleros nos cuentan las razones (y nos avisan de que volverá)

Inma Cuesta, vaso de tubo en mano, en 'Tres bodas de más'.
Inma Cuesta, vaso de tubo en mano, en 'Tres bodas de más'.
Guillermo Alonso

El vaso de tubo es uno de esos objetos que viven en la memoria emocional de España. Lo hemos visto en tabernas, cafeterías y discotecas. Servía lo mismo para degustar un refresco a las once de la mañana que una copa a la una de la madrugada. Muchos lo asocian a su primer contacto con el ocio nocturno. Su condición de parte del paisaje social lo ha convertido en material para el humor (“Muere el inventor de los vasos de tubo por el impacto de un hielo en la nariz”, tituló El Mundo Today una de sus noticias paródicas) y en parte de letras de canciones de grupos tan populares como Taburete (“Copa, tubo, vaso fino que me tiene aquí contigo”, cantan en Al alba).

"Es muy incómodo, demasiado estrecho y no se puede disfrutar correctamente de los aromas. Va a entrar más alcohol del necesario porque la mitad del refresco no cabe y los primeros tragos no son todo lo agradables que deberían ser" Carlos Moreno, coctelero del grupo Larrumba

Sin embargo, en plena era de “instagramización” del mundo, cuando la presentación es tan importante como el contenido, este vaso parece tener cada vez menos sitio en los bares. "Hoy prima más la vista", afirma David González, barman del legendario Bar Cock en Madrid. "Un cóctel entra primero por la vista", añade Rocío Sánchez, coctelera del Bar Varsovia de Gijón. Marc Álvarez, head bartender de los restaurantes de Ferran y Albert Adrià, afirma que "la técnica del dedo siguiendo la copa, del cliente que dice '¡Hala, yo quiero eso!', es nuestra mejor arma de venta". Carlos Moreno, coctelero del grupo Larrumba, que incluye a algunos de los restaurantes de moda en la capital como Habanera, Perrachica o Marieta, confiesa ser uno de los primeros que desechó el vaso de tubo en sus locales. "Unos cuantos, entre los que quizá me encuentre, empezamos a poner de moda sobre 2007 la copa de balón para diferenciarnos de los demás y hacer ruido. Buscábamos visibilidad y desmarcarnos. Buscábamos ser diferentes y esto al final se convirtió en ser todos iguales”.

Pero antes de estudiar la muerte del vaso de tubo, entendamos por qué reinó. "Eran fáciles de almacenar, limpiar y transportar y, además, eran duros como una roca, así que se rompían poco", afirma Marc Álvarez.

Pero entonces llegaron otros envases (especialmente la copa balón, asociada al gin tonic, y el vaso de sidra, asociado a ron, güisqui y alcoholes oscuros) y pusieron en evidencia los problemas del vaso de tubo. "En un vaso de tubo no entran hielo, alcohol y refresco", apunta Rocío Sánchez. "Además, en un vaso de tubo calientas el cóctel al cogerlo, porque no hay una parte donde puedas sujetarlo sin estar en contacto con el líquido como si pasa con una copa de balón, que tiene tallo para ser sujetada”. Carlos Moreno añade: "Es muy incómodo, demasiado estrecho y no se puede disfrutar correctamente de los aromas. Va a entrar más alcohol del necesario porque la mitad del refresco no cabe y los primeros tragos no son todo lo agradables que deberían ser". 

Y, por supuesto, la estética en tiempos de redes sociales es incuestionable en locales de moda. Nos cuenta Sánchez: "Un cóctel primero entra por la vista, la decoración es importante y el vaso de tubo no permite la decoración, por ejemplo con flores o frutas deshidratadas”. "Una de las razones por las que el gin tonic se puso repentinamente de moda", participa David González, "es porque se veía más bonito, vestía mucho y se servía en una gran copa transparente". 

¿Y hacia dónde avanzamos? Curiosamente, hacia una mezcla de los lugares de donde venimos: la funcionalidad de un vaso de tubo con algo de estética, pero sin que sea tan ostentosa como la de la copa balón, que no es santo de la devoción de todos los cocteleros, como por ejemplo de Carlos Moreno. "Tengo muy claro que la copa de balón nació como una forma de llamar la atención y hacer ruido para que la gente tomara conciencia de que en los bares se puede tomar un gin tonic más preparado, pero se va a dejar de usar". 

David González apuesta por los vasos tallados como próximo capricho en el mundo de la coctelería. "Hay marcas que están apostando de nuevo por el vaso bajo y tallado. Y otras están reinventando la copa de vino, creando algunas más estrechas". Pero a la vez, los dos alertan sobre el regreso del vaso de tubo... pero con un deje elegante, eso sí. "El vaso de tubo se ha infravalorado mucho. Tiene inconvenientes, pero es fácil de coger y, al tener menos capacidad, hay gente que lo aprecia porque eso supone consumir menos alcohol. El nuevo vaso de tubo es más elegante, con la base más gruesa y el cristal mucho más fino. Misma funcionalidad, pero más bonito". Carlos Moreno está de acuerdo: "El futuro vaso será algo intermedio entre el vaso de tubo y la copa de balón con la altura del de tubo y la apertura algo inferior a la de un vaso de sidra. El cristal será más fino, esto ayudará a que la temperatura del coctel se mantenga mejor”. Pero no todos están de acuerdo: "Yo no serviría ninguna bebida en un vaso de tubo", remata Rocío Sánchez. "Considero que siempre hay una opción mejor para servir una copa". Cuestión de gustos. Y en eso, ellos son expertos. 

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Sobre la firma

Guillermo Alonso
Editor web de ICON. Ha trabajado en Vanity Fair y Telecinco. Ha publicado las novelas ‘Vivan los hombres cabales’ y ‘Muestras privadas de afecto’, el libro de relatos ‘La lengua entre los dientes’ y el ensayo ‘Michael Jackson. Música de luz, vida de sombras’. Su podcast ‘Arsénico Caviar’ ganó el Ondas Global del Podcast 2023 a mejor conversacional.

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