Vuelos baratos para llegar a zonas remotas
Latinoamérica tiene centenares de poblaciones aisladas cuya única conexión es por vía aérea, pero resulta muy costosa para sus habitantes y poco rentable para las compañías. ¿Debe subvencionarse?
La ciudad de Puerto Esperanza, en Perú, está lejos de su propio país. Rodeada por la densa Amazonía, sin caminos que la comuniquen con otras urbes peruanas, el único río que les sirve como conexión con el resto del mundo va hacia Brasil y desemboca en el Atlántico. Hasta hace no mucho, para ir a Lima, un ciudadano de esta provincia debía pasar por el país vecino para recorrer un viaje que se demoraba días.
No es un caso único en Latinoamérica, una región con la cordillera montañosa más larga del mundo, la mayor selva, el desierto más árido, las poblaciones más australes, islas remotas… Son centenares de pequeños asentamientos que requieren de rutas aéreas para recibir servicios y provisiones básicas en un tiempo razonable, pero tan poco habitados que no suelen ser rentables para las aerolíneas.
Puerto Esperanza, en la provincia de Púrus, cuenta desde hace dos años con un trayecto subvencionado por el Gobierno peruano que la comunica, en poco más de hora y media, con Pucallpa, una ciudad de 225.000 habitantes. El país es uno de los pioneros en la región en este tipo de sistema de ayudas, algo muy asentado en Europa o Estados Unidos, por ejemplo, pero que en Latinoamérica todavía tiene muy poco desarrollo. El pasajero asume en torno a un 25% de un pasaje que probablemente no se podría permitir en otras circunstancias. Bajo este sistema ya operan en Perú 2.000 vuelos anuales que transportan a 35.000 personas que viven en pueblos fronterizos con Brasil y Colombia, normalmente de alrededor de 4.000 habitantes.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha publicado recientemente un extenso informe que estudia con profundidad los sistemas de subvención que están funcionando en otros lugares del mundo para ponerlos como ejemplo a América Latina y el Caribe. “Desde el punto de vista de las políticas públicas, es tremendamente necesario este servicio, que regiones aisladas reciban un servicio de conectividad aérea. Tiene un fuerte componente social porque hablamos de lugares donde no existen otras alternativas”, asegura Ancor Suárez, uno de los autores. Estas actuaciones pretenden mejorar la calidad de vida de los habitantes, evitar su emigración y la despoblación del territorio, cubrir necesidades sociales y médicas en las comunidades aisladas, contribuir al desarrollo socioeconómico y, en ocasiones, servir para explotar el potencial turístico de las localidades.
Bajo el sistema de trayectos subvencionados ya operan en Perú 2.000 vuelos anuales que transportan a 35.000 personas
El documento hace un repaso por distintas alternativas que se prestan en todo el mundo, que van desde descuentos directos a los residentes, subvención de trayectos a las aerolíneas, exenciones de tasas aeroportuarias… Los países analizados usan una o varias de estas posibilidades combinadas. La idea de los investigadores es que puedan servir como modelo a los países de la región para implementar unas u otras en función de sus necesidades y posibilidades.
“Muchas veces se considera polémico aportar subsidios al transporte aéreo porque da la sensación de que es un medio que solo usa población de altos recursos. Pero, cuando hablamos de lugares aislados, es clave para su desarrollo, para su integridad territorial”, explica Esteban Díez, especialista principal de la división de transporte del banco. En su opinión, las alternativas dan peores resultados y son mucho más caras. Se refiere a aquellos Estados que para prestar servicio a zonas remotas mantienen a toda una compañía nacional, distorsionando la competitividad del mercado. “Ha sucedido con Aerolíneas Argentinas, que hizo una política que no permitió que el sector se desarrollase. Hubo incluso que poner tarifas mínimas obligatorias para que otras empresas no hicieran competencia porque los precios no eran sostenibles”, añade.
La idea en cuanto a las políticas de subvenciones es minimizarlas. "Si se seleccionan rutas con un criterio bien claro, con contratos transparentes y buenas licitaciones, comprobamos que resulta una operación que no requiere tanto coste", argumenta Reinaldo Fioravanti, otro de los autores del estudio. La aspiración última es poner en marcha estos trayectos con ayudas de los Gobiernos y que, si algún día son sostenibles de forma autónoma, se les retiren. Ya ha sucedido en Perú, que es el más avanzado en este aspecto, según los especialistas. Pero no el único que necesita este tipo de políticas. “Había una demanda para implementar soluciones”, apostilla Suárez. Falta que los implementen para acercar a estas lejanas poblaciones a sus propios países.
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