Espacios pseudo-públicos: la nueva alternativa a la privatización
Cada vez más, los lugares plenamente públicos van convirtiéndose en menos accesibles, más restrictivos y excepcionales
“En la ciudad lo primero son las calles y plazas, los espacios colectivos, después vendrán los edificios y las vías. El espacio público define la calidad de la ciudad, porque indica la calidad de vida de la gente y la calidad de la ciudadanía de sus habitantes” Jordi Borja.
En el campo de la arquitectura y urbanismo han sido muchos los pensadores y académicos que han estudiado en detalle la definición de espacio público. Pero, de algún modo, el concepto de espacio público es aún muy difuso.
Cuando hablamos de espacio público, ¿hablamos de espacios que han sido diseñados para un fin en concreto o más bien, espacios que nacen de la espontaneidad? ¿Son estos espacios portadores de usos específicos o más bien, son espacios vacíos (entendiendo vacío como aquel que no ha sido intervenido)?
En una serie de entrevistas realizadas a distintos expertos urbanos, pude comprobar cómo el entendimiento del espacio público es variable. La mayoría asoció este concepto a los espacios abiertos de la ciudad (principalmente zonas verdes, jardines, plazas, parques, etc.) sin llegar a plantearse quien o quienes son los propietarios, quien decide su uso, quien controla su función, por qué existen normas concretas en ciertos lugares. Muchos también consideraron los edificios públicos (bibliotecas, centros culturales, mercados, etc.) como espacios públicos ya que, a pesar de estar cerrados, son espacios abiertos a la ciudadanía donde se realizan actividades importantes de la vida cotidiana, con una función específica y sin coste.
Sin embargo, cuando se les planteó el papel que juega la calle dentro de la ciudad, algunos se mostraron reticentes a definir la calle como espacio público a pesar de ser un espacio para el encuentro ciudadano, la confluencia, libre uso, abierto al conflicto y a la espontaneidad...
Hoy en día, es fácil encontrarnos con lugares abiertos pero controlados, espacios que buscan tener un carácter comunitario, pero con fuertes componentes comerciales… En estos casos, podríamos hablar de los espacios pseudo-públicos. Y es que, en esta última década, los espacios pseudo-públicos están ganando relevancia en muchas ciudades por lo que muchos urbanistas postmodernos ya han argumentado que el espacio público está desapareciendo.
Cada vez más, los espacios públicos van convirtiéndose en menos accesibles, más restrictivos y excepcionales. Aunque no seamos conscientes de ello, los procesos de privatización van en alza, generando nuevos espacios que hacen la función de público a pesar de no serlo.
Estos 'nuevos' espacios cuentan con algunas características que permiten a los usuarios hacer uso de ellos, pero con ciertas libertades. Es decir, existe un seguido de normas invisibles que regulan su uso. La mayoría presenta una característica física clara con respecto a sus límites, como son las cercas, pivotes o rejas; también acostumbran a ser espacios controlados ya sea por dispositivos electrónicos de vigilancia o seguridad privada.
Por lo general, estos espacios pseudo-públicos ofrecen comodidad al usuario porqué se comparte “entre iguales” y a la vez, se tiende a esconder el conflicto. Así, el centro comercial destaca por encima de las calles comerciales, los espacios abiertos dentro de urbanizaciones residenciales triunfan por encima de las plazas públicas, las aceras y los espacios muy transitados ya han dejado de tener el carácter y función socio-comunitaria para convertirse en terrazas o espacios de consumo…
De este modo, a pesar de que muchos se sienten cómodos estando en estos espacios, ya que representan “mayor control y seguridad”, estos mismos están sujetos a ciertas normas para su acceso y permanencia, disminuyendo significativamente las actividades y posibilidades de interacción social.
Views from the old town in Nablus city, Palestine.#جمعة_الغضب pic.twitter.com/dkXndUEZe8
— Muhammad Smiry 🇵🇸 (@MuhammadSmiry) January 12, 2018
En un reciente seminario impartido en la Universidad de Barcelona sobre el espacio público en la ciudad de Nablus (Palestina), Zahraa Zawawi, profesora del Departamento de Planificación Urbana de la Universidad Nacional An-Najah, explicó como Nablus no alberga espacios públicos: “Nablus no tiene plazas sino jardines, la mayoría de ellos controlados por el sector privado”, afirmó Zawawi.
Son precisamente las corporaciones y empresas privadas las que se encargan de su mantenimiento, orden y control ya que las autoridades públicas no cuentan con presupuesto suficiente. Así es como muchos de los jardines de Nablus son espacios cerrados, con guardias de seguridad privada y, en algunos, es necesario pagar un importe para poder acceder a ellos; por lo general, los hombres tienen prohibida la entrada si no es que entran con sus respectivas familias.
En Londres, la aparición de los espacios pseudo-públicos se hizo palpable y evidente en 2011, específicamente en los hechos que sucedieron en Paternoster Square, propiedad de Mitsubishi Estate Company. Esta plaza, adyacente al edificio London Stock Exchange (la Bolsa de Londres), fue el escenario del movimiento Occupy London, en octubre de 2011.
Mapping Pseudo-public spaces in London. https://t.co/JYRVH1OGov
— Teresa García (@archithoughts) April 24, 2018
Cientos de personas ocuparon Paternoster Square, lo que conllevó a su rápida evacuación y expulsión por parte de la policía, dando a entender que ese espacio era privado y no podía ser utilizado para esos fines (a pesar de que la plaza estaba descrita como espacio público en sus planes de desarrollo). Fue allí, una vez más, donde quedó demostrado que las normas, el acceso y el uso del espacio están controladas por sus dueños. Los manifestantes tuvieron que instalarse en los alrededores de la catedral de Saint Paul.
Cabe destacar que un reciente estudio publicado en the Guardian Cities realizado junto con Greenspace Information for Greater London CIC (GiGL) ha servido para identificar los espacios pseudo-públicos de la capital británica. Aproximadamente, un total de 50 espacios han sido mapeados, siendo la mayoría grandes extensiones de terreno cerca de estaciones, estadios, áreas comerciales e hitos turísticos. A la vez, a través de un cuestionario, se animaba a la ciudadanía a aportar información y valorar cada uno de los espacios identificados para poder completar el estudio.
¿Cuántos espacios pseudo-públicos identificáis en vuestra ciudad? Quizá sería interesante iniciar procesos de mapeo para poder comprender el comportamiento de muchos espacios, así como por ejemplo, cómo entidades políticas articulan intereses privados bajo el espejismo de la homogeneidad.
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