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CARTA BLANCA
Columna
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La palabra es magia

Escribimos para que las futuras generaciones sepan quiénes éramos y que nuestras ideas perduren, le cuenta esta escritora a un colega.

MI QUERIDO JOHN MAN: Hace poco volví a leer tu obra Alpha Beta, historia del alfabeto y me gustó tanto como la primera vez. En el libro, cuentas cómo las primeras escrituras eran pictográficas y cómo, poco a poco, se fueron convirtiendo en simbólicas y, por último, en fonéticas. El resultado era el mismo, pequeños signos con significado sobre arcilla, metal, piedra, papiro o pieles. Algunos pensaban que era magia, ¡estaban en lo cierto!

¿Acaso no es mágico que yo escriba unas pequeñas marcas en papel y tú, al otro lado del mundo, puedas entender lo que estoy pensando? Si me expreso correctamente, podrás comprender mis sueños y compartir mi conocimiento. Quizás pueda pintar con mis palabras una belleza ya existente, pero al verla a través de mis ojos, desde mis palabras, podrás sentir la pasión y la elegancia que entraña. De esta manera, habría vencido al tiempo y al espacio, compartiendo contigo un momento de inspiración o quizás de risas.

El pasado es inimaginablemente rico en sabiduría, un conocimiento que nunca se pierde si está grabado en estos pequeños signos marcados sobre arcilla, papel o piedra; los descubrimientos y la misericordia, todo lo perdido, se puede compartir. No estamos acabados, ni lo estaremos nunca, si podemos leer.

El pasado es inimaginablemente rico en sabiduría, un conocimiento que nunca se pierde si está grabado en estos pequeños signos marcados sobre arcilla, papel o piedra

Podemos entender y compartir la confusión del escritor antiguo Gilgamesh al esforzarse por reconciliar la parte humana y la divina del hombre, lo inmortal y lo que nos permite morir. Vivió, y escribió, durante una gran inundación que destruyó la tierra tal y como él la conocía. ¡Y cómo lo describió! (Noé le hubiera envidiado). Simples y pequeñas sombras en la arcilla que nos permiten compartir su corazón.

Escribimos nuestras historias para que las futuras generaciones puedan saber quiénes éramos; nuestros edificios y nuestro arte podrán desaparecer, pero si hemos escrito, y lo hemos hecho bien, nuestras ideas nunca se perderán. Otras personas podrán aprender de nuestras derrotas y animarse con nuestras victorias; podrán curarse con nuestra medicina, fascinarse con el amor que vimos, fortalecidos por nuestro humor y por nuestra forma de lidiar con el dolor.

La poesía, sin embargo, es otro tipo de música. Cuando tenemos el ritmo de las palabras, podemos entreverlo. Citando a Chesterton, “la risa de los antiguos camina vestida de oro por los viñedos de Lorraine”. ¡Yo paseo con ella! Otras personas en otros tiempos tenían la misma sangre que nosotros corriendo por sus venas, el mismo sentido del cuerpo y del corazón, incluso algunos de nuestros sueños. Es una asociación escrita en palabras sobre una suave superficie, pero con un significado infinito: sabio, tierno, valiente, vulnerable, a veces divertido, pero siempre con la intención de tocar el corazón de otra persona que pasará por el mismo proceso que tú y te entenderá.

Así que gracias, John Man, por hacer esa analogía en tu libro entre esos pequeños signos que son las letras y la magia. Sí, por supuesto que la palabra es magia. Es una poderosa, peligrosa y bonita magia. 

El nuevo libro de la escritora británica Anne Perry es 'Traición en Lancaster Gate' (Ediciones B).

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