El mayor observatorio espacial de la historia sufre un nuevo retraso
El Telescopio Espacial James Webb no será lanzado al espacio antes de mayo de 2020, casi un año después de la última fecha prevista
El Telescopio Espacial James Webb no volará antes de mayo de 2020, casi un año después de la última fecha prevista. Ese es el anuncio que realizó ayer la NASA, principal responsable de este proyecto internacional que puede superar una inversión de 8.000 millones de euros. La complejidad de este observatorio, que permitirá estudiar el origen de las galaxias o las atmósferas de planetas extrasolares en busca de vida, sigue retrasando su puesta en marcha después de que un grupo de evaluación independiente determinase que se deberían seguir haciendo pruebas para garantizar el éxito de la misión.
El Webb es un proyecto de colaboración con las agencias espaciales europea y canadiense y ha ido incrementando su presupuesto desde unos 3.500 millones de dólares originales. Cien veces más sensible que el Telescopio Espacial Hubble, que ya transformó nuestra imagen del cosmos, lleva su nombre en honor al segundo administrador de la NASA, que estuvo en el cargo entre 1961 y 1968, los años clave de la carrera espacial frente a la Unión Soviética.
Una de las dificultades de la construcción del nuevo telescopio es la gigantesco escudo, del tamaño de una pista de tenis, que protegerá sus instrumentos del sol y le permitirá mantener la baja temperatura necesaria para estudiar estrellas y galaxias en el rango infrarrojo. Según explicaron los responsables de la NASA en una rueda de prensa, en las pruebas del escudo fue necesario un mes para desplegarlo y dos para recogerlo, más del doble de lo esperado. Además, en ese proceso se produjeron daños que habrá que reparar.
A diferencia del Hubble, que está en órbita alrededor de la Tierra, el James Webb estará dando vueltas al Sol, aparcado en el segundo punto de Lagrange a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta. Esto no permitirá las grandes misiones de reparación que pudieron arreglar los fallos con que fue lanzado al espacio el Hubble. No existe margen para el error. Pero ese perfeccionismo obligado se enfrentará también a los límites presupuestarios fijados por el Congreso de EE UU y a que, incluso con la nueva fecha, el escaso margen para finalizar todas las tareas necesarias sugiere que este retraso puede no ser el último.
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