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el bid para de mamas & de papas

Un tratamiento de libro para curar la anemia en niños

Los sobres de micronutrientes son una herramienta fundamental en El Salvador para paliar el déficit de hierro en las zonas pobres. El reto, que se administre a quien lo necesita

Rosa Yasmín Jovel Martínez y su niño Axel Elías.
Rosa Yasmín Jovel Martínez y su niño Axel Elías.

Axel tiene un año y medio y es salvadoreño. Vive en un municipio con uno de los índices más altos de pobreza del país, allí donde, en 2011, la anemia infantil afectaba a prácticamente a la mitad de los niños menores de dos años. Axel está sano y fuerte. No tiene vómitos o diarreas y no va al médico por problemas de salud, pero no siempre fue así.

La causa más común de la anemia es la deficiencia de hierro. Según la Organización Mundial de la salud, la anemia en el embarazo tiene graves consecuencias para la salud de los bebés, como retrasos en el crecimiento, defectos espinales y cerebrales, ceguera o disminución del rendimiento cognitivo. Los bebés y niños pequeños con este tipo de anemia son más propensos a presentar déficit de atención, coordinación motora reducida y dificultades de lenguaje y cuando llegan a la edad de ir al colegio ven disminuida su participación escolar.

Una de las formas más efectivas de reducir la anemia infantil es añadir a las comidas unos sobres con micronutrientes que tienen un alto contenido en vitaminas y minerales. Tres tratamientos de 2 meses de duración a los 6, 12 y 18 meses de edad han demostrado ser efectivos y garantizan un mejor desarrollo físico y mental en la infancia y en la adolescencia. Sin embargo, el conseguir que los niños de las zonas más pobres de El Salvador tuvieran acceso a estos suplementos nutricionales y que, a su vez, fueran constantes y los consumieran los 60 días ininterrumpidos que se necesitan para que el tratamiento sea efectivo, ha planteado un reto para los servicios de salud de este país centroamericano.

La solución vino con el Listado integral del niño, una herramienta que utilizan 225 promotores de salud que recorren los catorce barrios y municipios más pobres de El Salvador. Según Heidi Morales, la doctora que dirige la unidad comunitaria de salud infantil de San Cristóbal con 231 familias y 53 niños menores de tres años, “el Listado integral del niño es como un mapa de los niños de un municipio, donde todos los menores de cinco años se encuentran en una lista. Esto nos permite situar y hacer un seguimiento personalizado de si se les han entregado los micronutrientes y los antiparasitarios y de si se han producido casos de diarrea. Nos permite tener controlados a todos los niños desde su nacimiento hasta que cumplen los cinco años”.

Por su parte, Roxana del Carmen Hernández, promotora de la comunidad de San José, asegura que lo más complicado del tratamiento con micronutrientes fue convencer a las madres de la importancia de su consumo. Sin embargo, una vez que vieron los primeros resultados, no dudaron en incluir los sobres de micronutrientes en la dieta de sus hijos. “Todas las madres de mi comunidad están muy comprometidas con dárselos a sus hijos. Desde hace ya un par de años no he visto ningún niño con peso bajo o con problemas nutricionales. Además, gracias al listado integral, tengo a todos los niños controlados; sé cuántos sobres han tomado y cuándo les toca la próxima entrega”, asegura.

Este programa forma parte de un plan del Ministerio de salud de El Salvador que cuenta con el apoyo de la Iniciativa Salud Mesoamérica, un proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo y de otros organismos públicos y privados para mejorar las condiciones de salud de las poblaciones más pobres de Centroamérica. Actualmente, el Listado integral del niño hace un seguimiento personalizado de más de 6.200 niños, que vienen a representar el 82% de los menores con edades comprendidas entre los 6 y los 23 meses de edad de las áreas más pobres del país.

El nombre de Axel está incluido en el libro de Josué Bengamín López, el promotor de salud de San Antonio Mazahuate, que asegura que “este método nos ha cambiado la forma de trabajar. Ahora llevo un control ordenado de las familias que tengo que visitar o de cuándo debo entregar los sobres; puedo verificar si los niños los consumen y anotar si tienen enfermedades”. Y Rosa, la madre de Axel, concluye: “desde que le doy los micronutrientes solo he visto beneficios”.

Con estos micronutrientes, muchos más niños de Centroamérica y, en este caso, de El Salvador tendrán un mejor inicio de vida. Ellos, como sus pares en otras comunidades, podrán ser saludables desde el principio y estarán listos para desarrollarse en otros ámbitos sin preocuparse por la anemia.

*María Deni Sánchez, especialista en salud del BID en El Salvador.

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