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El misterio del jardinero más esquivo del mundo

Un libro reivindica la obra de Jorn de Précy, un fantasmagórico creador de jardines capaz de influir en Claude Monet, William Morris o Bob Dylan

Aunque no existen imágenes de jardines diseñados por Jorn de Précy, posiblemente fueran similares a este, procedente del libro 'The English flower garden and home grounds' (1906) de William Robinson.
Aunque no existen imágenes de jardines diseñados por Jorn de Précy, posiblemente fueran similares a este, procedente del libro 'The English flower garden and home grounds' (1906) de William Robinson.Internet Archive book Images on Visualhunt.com
Carlos Primo

¿Quién fue Jorn de Précy, el misterioso jardinero islandés autor de un insólito libro de reflexiones en vísperas de la Primera Guerra Mundial? Según las palabras de Marco Martella, el primer traductor en exhumar El jardín perdido (datado en 1912 y ahora publicado en español por la editorial Elba), el trabajo de este ermitaño y filósofo influyó en Claude Monet, en William Morris y hasta en Bob Dylan, suscitó artículos académicos e hizo que más de un ilustre fan se desplazara hasta Greystone, el sorprendente jardín selvático en el que de Précy se recluyó hasta su fallecimiento.

Su única obra, un extravagante tratado sobre jardinería que apenas incluye detalles técnicos o instrucciones precisas, es un ataque contra los jardines "civilizados" y una defensa de la belleza salvaje de la naturaleza que, leída hoy, anticipa las teorías ecologistas de manera visionaria.

En una época marcada por la industrialización, el utilitarismo y la lógica capitalista, cultivar jardines era toda una provocación, porque no tenían utilidad práctica

También es, ante todo, la autobiografía de un hombre excéntrico y poco sociable que, tras viajar por Europa y el Mediterráneo, reunió en una remota parcela de Oxfordshire todas sus obsesiones: las ruinas camufladas de los jardines italianos, la teatralidad de los jardines franceses (el libro revela que sintió “la llamada” de la jardinería en el Parc de Sceaux ideado por Le Notre, cerca de París) y, sobre todo, la autenticidad de los pequeños jardines rurales. Por las páginas desfilan nombres, apellidos y lugares muy variados, y el resultado es una reivindicación del jardín como lugar de reencuentro con la naturaleza, y también de encuentro con la magia.

Arts & Crafts

Las fechas de nacimiento (1837 en Reykiavik) y fallecimiento (1916 en Chipping Norton, Inglaterra) que proporciona la biografía incluida en El jardín perdido coinciden con una de las eras doradas de la jardinería inglesa. En una época marcada por la industrialización, el utilitarismo y la lógica capitalista, cultivar jardines era toda una provocación, porque no tenían utilidad práctica, consumían espacio y tiempo, y estaban sometidos al dictado de la naturaleza. Es decir, eran todo lo contrario a una fábrica o un negocio. Por eso, los rebeldes de la época, desde los románticos hasta los artesanos del movimiento Arts & Crafts, se entregaron en cuerpo y alma a podar parterres y sembrar rosales.

La jardinera Gertrude Jekyll fue una de las grandes amigas de Précy. En la imagen, uno de los jardines de Gertrude, la Strode House en Barrington Court (Inglaterra).
La jardinera Gertrude Jekyll fue una de las grandes amigas de Précy. En la imagen, uno de los jardines de Gertrude, la Strode House en Barrington Court (Inglaterra).Glen Bowman/Visual Hunt.

Por ejemplo, el edificio-manifiesto de la época, la Red House (Londres) que William Morris y Philip Webb construyeron ladrillo a ladrillo en 1860, no contenía ni un solo objeto industrial, y estaba rodeada por un jardín típicamente inglés en el que los rosales se mezclaban con el romero y la madreselva trepaban por los muros de la casa. De hecho, Morris es uno de los nombres que aparecen en el libro de Jorn de Précy, que elogia el jardín que aquel tenía en Kelmscott Manor e indica que también su casa de Greystone resulta casi invisible bajo un manto de plantas trepadoras.

Como buen discípulo de Morris, el islandés reclama un jardín menos domesticado y más salvaje, donde la intervención del jardinero sea mínima y las plantas y árboles se desarrollen casi en libertad. En ese sentido, su reivindicación es similar a la de los dos jardineros más famosos de la era victoriana: Gertrude Jekyll y William Robinson.

Jorn de Précy decidió dedicarse a la jardinería tras visitar el Parc de Sceaux (Francia).
Jorn de Précy decidió dedicarse a la jardinería tras visitar el Parc de Sceaux (Francia).Metro centric/visualhunt

La primera, colaboradora del arquitecto Edwyn Luytens, fue una pionera a la hora de introducir golpes de color y paletas cromáticas en la jardinería de su época, influida por el arte impresionista. El segundo fue el autor de The wild garden, un influyente manual de jardinería cuya apuesta por las especies autóctonas y por la improvisación supuso un revulsivo en la jardinería de la época. El jardín perdido retoma esas ideas y anticipa el ecologismo, la preocupación por la sostenibilidad y la crítica a la urbanización excesiva del paisaje.

Para el jardinero William Robinson, autor del influyente libro 'The English flower garden...' (1906), las plantas debían trepar por las paredes de los edificios.
Para el jardinero William Robinson, autor del influyente libro 'The English flower garden...' (1906), las plantas debían trepar por las paredes de los edificios.Internet Archive book Images on Visualhunt.com

Sin embargo, todo quedó aparentemente en una prédica en el desierto. A diferencia de los libros de Robinson y Jekyll, El jardín perdido habría permanecido, según su traductor, como un texto de culto, poco difundido en vida del autor y prácticamente ilocalizable después. Martella apunta que el fabuloso jardín de Greystone desapareció tras el fallecimiento de su creador, y con él su rastro.

Así lo puede comprobar cualquiera que quiera seguir la pista a este esquivo jardinero, poeta y filósofo. La edición original de su libro, The Lost Garden, no figura en bibliotecas, archivos, libreros de viejo ni anticuarios. Tampoco hay referencias a este nombre exótico, imposible de confundir, en tratados de jardinería ni en prensa de la época. Ni rastro de Greystone en los textos históricos sobre la localidad de Chipping Norton.

El jardinero invisible

Martella apunta que el fabuloso jardín de Greystone desapareció tras el fallecimiento de su creador, y con él su rastro

Por tanto, la pregunta es inevitable: ¿existió realmente Jorn de Précy, o es una creación literaria de Marco Martella? La realidad apunta a la segunda opción. Martella, autor italiano afincado en Francia, editor de la revista Jardins y especialista en historia de la jardinería, es asimismo el autor–descubridor de Jardines en tiempos de guerra (también publicado en España por Elba), un ensayo atribuido a otro misterioso escritor jardinero, Teodor Ceric.

Misterio resuelto: recientemente Martella ha reconocido que tanto Ceric como de Précy son heterónimos. Es decir, máscaras ficcionales para hablar de los temas que le fascinan: la historia de la horticultura, pero también la dimensión ética de la jardinería, su valor ecológico y emocional, y su potencial subversivo.

A fin de cuentas, que de Précy existiera en la vida real o solo en la mente del lector es una cuestión secundaria. Ficticio o real, El jardín perdido es un libro capaz de cambiar el modo en que el lector mira la jardinería. Invita a cultivar, cuidar, visitar y respetar los jardines bajo una luz nueva, llena de humanismo y cultura. Y eso, más allá de piruetas metaliterarias, es un logro muy tangible.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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