El arte urbano y la trasposición de contenidos simbólicos
Urvanity pretende crear un espacio comercial para el arte urbano en Madrid y extender el debate sobre un arte llamado a cambiar la piel de nuestras ciudades.
Superadas todas las discusiones sobre oportunidad, fondo y forma, el arte urbano se consolida como una forma de expresión netamente popular y un elemento del paisaje en la ciudad. El mundo rural no parece tan interesado en su integración estética.
En su configuración contemporánea, podemos considerar al grafiti un claro precedente del arte urbano. En los 60, los movimientos próximos al propiciado por el Mayo del 68 francés y, luego, el hip-hop, amplían el arrebato de la propuesta visceral, inmediata, o el horizonte de la identificación estrictamente personal, con asuntos de mayor enjundia y alcance comunitario. Como la reivindicación del espacio público o las aspiraciones de grupos y colectivos. Surgido de la presión urbana, el arte urbano se globaliza rápidamente y crea mitos que recorren el planeta, todos sumados al impulso poético de Banksy y algún otro autor, ninguno tan famoso.
Además de manifestaciones personales, el formato mural puede también mostrar las aspiraciones conceptuales y estéticas de colectivos, y colectividades. El formato mural encaja mucho mejor en el informalismo de polígonos industriales y/o barrios cuyos procesos de urbanización presentan todavía alguna línea de fuga, por la que la creatividad de los artistas golpea incoherencias políticas o anima sueños colectivos.
No sorprende, por tanto, que hayan sido las ciudades latinoamericanas las que han ofrecido, y sigan proponiendo, muestras más vitales de esa evolución del grafiti (incomparable en Nueva York o Berlín) a su elaborada mutación en arte urbano. Sao Paulo, Buenos Aires, Lima, Santiago, Medellín… son entornos creativos en los que las producciones de los artistas urbanos alcanzan altos niveles de significado y movilización.
El arte urbano, en sus mejores manifestaciones, consigue notables efectos que le dan un sentido cultural de significación global. Elementos de la cultura tradicional, indigenista, pop, religiosa… aparecen tratados en formas novedosas, y proyectados con un significado nuevo para la comunidad. Además, la tradición de aquí resuena allá, con otro significado en una trasmutación propiciada por el valor global de la imagen.
Así ocurrió en la última intervención del colectivo madrileño Boa Mistura, en Guadalajara, México, en el marco del programa presentado por el Ayuntamiento de Madrid en la Feria Internacional del Libro de la ciudad.
La tradición de los uicholes, ordenación del mundo que la cultura uirárica desarrolla en sus bellísimas geometrías coloridas, inspiró el proyecto del grupo, "Fui, soy, seré": una forma de alentar la necesidad y promesa de cambio, a partir de la tradición de una comunidad que reclama mayor atención municipal. Y la obtuvo, a partir de la transformación que supuso la pintura de más de 8.000 metros cuadrados de fachadas en el barrio, realizada por voluntarios del mismo, bajo la orientación de Boa Mistura. "Arquitectura que repara" denomina Anatxu Zabalbeascoa a este esfuerzo por aproximar entornos degradados a los sueños de sus habitantes. La dimensión dio a la intervención esa fuerza global que repara.
A pesar de su vitalidad creativa, el arte urbano ha tardado mucho en integrarse en lo que se pudiera denominar, "sistema arte". La exclusión social de algunos de sus artistas y/o de sus procedimientos de intervención, la conflictividad del espacio público en nuestras ciudades… son factores que hacen difícil ajustar creación y producción a los patrones convencionales de la comercialización. No obstante, el trabajo de algunas galerías, como Choque Cultural en Sao Paulo, o Montana Gallery en Barcelona, acercan esos mordiscos de realidad a la placidez de nuestros salones. Mejor cuando la evolución de los artistas viene de la tradición de su trabajo. Porque ya hay "tradición" en la formulación de mensajes callejeros. La capacidad multimedia de grupos como el brasileño Bijari, crea instalaciones de enorme interés artístico. Hay artistas en toda Latinoamérica que trasponen con brillantez los procedimientos de la disciplina artística a la espontaneidad del mensaje callejero. Y que son capaces de codificarlo en formatos que usted mismo puede llevarse a su casa. Artistas de la talla de Daniel Melim, Matias Picon, Ale Jordao, o nuestros Boa Mistura y Okuda, parecen listos para dar el salto de formatos, técnicas y soportes, y acercar el aire reivindicativo del espacio público a la reflexión del privado.
Desde el Departamento de Paisaje Urbano del Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid se están llevando acabo múltiples iniciativas para favorecer el arte urbano en Madrid: junto a la cesión de espacios murales para su pintado, hasta el proyecto de financiación de esculturas urbanas con el 1% del presupuesto de obras (inspirándonos en el programa Percent for art de Nueva York) y procedimientos participativos de decisión de la colocación de monumentos en la ciudad, o el proyecto Leer Madrid de nueva señalética… y mucho más. En nuestra ciudad se trata de un arte que ha venido para quedarse.
Además de estas intervenciones "públicas", lo que Urvanity pretende en Madrid es crear un espacio comercial para el arte urbano, con la aportación de galerías de distintos países, en una variedad de propuestas que parecen enganchar a un público joven y que, en cualquier caso siempre ayudará a extender la discusión sobre un arte llamado a cambiar la piel de nuestras ciudades. Sea muy bienvenida esta iniciativa.
Luis Cueto es coordinador general de Alcaldía de Madrid y Paco de Blas asesor de la Coordinación General de Alcaldía de Madrid.
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