Una familia de Reino Unido deberá pagar 112.000 euros a su vecina por los “intolerables” ruidos de sus hijos
La demandante, de 38 años, asegura que de día y de noche la casa parecía un "patio de juegos"
Sarvenaz Fouladi, de 38 años, vivía "felizmente" en su piso de Kensington, uno de los barrios más caros de Londres, hasta que sus nuevos vecinos, los El Kerrami, se mudaron a la vivienda que está justo encima. Los sonidos que los hijos de la pareja hacían al jugar, saltar y cantar irrumpieron en su día a día, y la mujer decidió denunciar a la familia por los "intolerables" ruidos. Ahora, un juzgado de Reino Unido ha fallado que los El Kerrami deberán pagar a su vecina 100.000 libras (112.050 euros) por el perjuicio causado.
Fouladi, una banquera de la City londinense, denunció a la familia por sonidos molestos. Su vida, se quejó, quedó gravemente interrumpida cuando se mudaron los El Kerrami, que usaban el piso como un "patio de juegos", según han recogido diferentes medios británicos este lunes. De día y de noche, los ruidos cotidianos de la familia arruinaron su paz. "Lo usaron como un patio de juegos, los niños corrían y dejaban caer cosas durante siete horas sin parar", indicó Fouladi.
Los sonidos de la caldera, de la nevera, de los grifos y de la chimenea del piso de arriba tampoco le permitían relajarse durante el día y perturbaban su sueño por la noche. Fouladi y su madre registraron en un diario cada sonido que les resultaba molesto. Entre ellos, incluyeron voces de niños y "respiraciones violentas".
El juez Nicholas Parfitt reconoció que los sonidos eran producto "del día a día" de los El Kerrami, aunque afirmó que la familia debía haber puesto alfombras sobre los pisos de madera de la vivienda para aislarlos porque "el impacto del ruido es lo suficientemente fuerte como para ser invasivo e inquietante". The Mirror y otros diarios de Reino Unido han señalado que el piso fue remodelado antes de que la familia se mudara al apartamento y no se hizo nada para limitar el ruido entre las dos viviendas.
El pasado noviembre, otra familia de Londres tuvo problemas con sus vecinos por el ruido que hacían sus niños. Attila e Ildiko Würth fueron amenazados con ser desalojados a causa de las quejas vecinales por el llanto de su hijo pequeño. La pareja recibió una advertencia de los administradores de la finca: si el ruido de la bebé y otros sonidos como golpes o pisadas fuertes no cesaban, les darían "dos semanas para desocupar" la casa. Para los Würth, cuyos hijos tenían tres y 15 meses en ese entonces, se trató de una "horrible discriminación" hacia las familias con niños pequeños que alquilan viviendas.
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