Lombrices: “¿Cómo es posible que al niño le hayan salido esos bichitos?”
Cómo detectar y tratar estos parásitos intestinales frecuentes entre los menores
El niño no para en la cama, le cuesta dormirse, vueltas y más vueltas y de repente se despierta molesto, lloriqueando, llorando o dando gritos, depende de la “sensibilidad” del menor e indefectiblemente con su primera frase más o menos aderezada señala claramente el problema:
“Me pica el culete”
Hoy abordamos las lombrices. Son unos parásitos muy habituales en los peques y lo sufren por igual ambos sexos, niños que se rascan el culete como posesos y niñas que se rascan zonas más amplias igualmente atenazadas por la desazón producida por unos minúsculos invasores.
Hay muchos tipos de parásitos, intestinales y también sociales, veréis a cuento de qué viene esto. Parásito ya indica que es un okupa, un tipo no invitado que se cuela en el organismo del pequeño y a veces también en el adulto y que, sin dar grandes problemas, va a lo suyo, consume, pero no demasiado, depaupera, pero no mata como dice la definición de la RAE, pero siempre termina dando molestias, es como el amigo que vino para unos días cuando le dejó la novia y lleva dos años sin sacar las maletas de tu casa. Los gusanos intestinales son de este tipo, se instalan, consumen víveres, pero no como para vaciar la despensa, no reponen las cervezas de la nevera y ensucian sin limpiar baños o pasar la fregona. Son molestos, pero no te incendian la casa.
Los oxiuros, que es como se llaman nuestros parásitos intestinales, habitan cuando son pequeños en el intestino delgado, bien arriba, cuando se hacen adultos bajan al intestino grueso y cuando encima son hembras y quieren procrear entonces se pasean por el borde del ano a primeras horas de la noche poniendo huevos. Esto es muy molesto sus movimientos por zonas sensibles del menor como es la mucosa del ano o de la vagina en la niña producen un intenso picor, incomodidad, actividad durante el sueño con inquietud y pesadillas y ese rechinar de dientes tan molesto cuando uno está nervioso.
El agresor, en nuestro medio, es un minúsculo gusano de menos de un centímetro de largo, (¡ojo! si mide dos metros es una boa constrictor, no confundir), como un fino hilo blanco llamado oxiuro (Enterobius vermicularis) que se mueve a sus anchas por el intestino humano. Existen otros gusanos y parásitos más específicos y raros afortunadamente, nematodos, giardias y tenias entre otros, que no nos ocuparán en este capítulo por su poca frecuencia.
El niño que se rasca el pompis se lleva adheridos bajo las uñas esos huevos que ha puesto la hembra, y esa mano vuelve a la boca, toca juguetes, toca a su hermano o padres y en algún momento bien por digestión o por inhalación vuelven ahora a otro intestino o al mismo de donde salieron, manteniendo la colonia y facilitando nuevas generaciones a la par que diseminando la infestación.
Son, por esto mismo, que apuntaba, muy extensos entre los humanos, pero afortunadamente no suelen dar problemas por lo que pasan inadvertidos y no producen ninguna enfermedad conocida, ni debilitan, ni le quitan el apetito, ni están ojerosos, ni le dan dolor de tripa cuando no quiere comer, ni por eso están nerviosos o inquietos y suspenden hasta el recreo. Por supuesto, no tienen nada que ver con chuches o con comer chocolate, como dicen las abuelas, eso producirá caries, pero las pobres lombrices no vienen de eso. Es muy común en algunos países la costumbre de desparasitar periódicamente, acto inútil y ancestral que tiene más de curanderismo que de ciencia. Solo se trata cuando dan problemas, no preventivamente, que por otra parte es harto improductivo.
Visto el mecanismo por el que nos contagiamos, nos da idea de cuál es el mejor método para prevenir la infestación por el gusanito en cuestión... exacto... el lavado de manos y la higiene. La falta de higiene es la forma más habitual de propagación de los parásitos que por contacto mano boca, o mano a mano amiga o manos al aire e inhalación pueden volver al intestino. Así que lavar la ropa y no sacudirla, los frecuentes cambios de ropa interior del afectado pueden ser también claves para evitar una crisis familiar de rascadores compulsivos.
¿Cómo se detectan? ¿Complicados análisis, test o radiografías? No, basta con mirar en las cacas que allí estarán por encima de las heces esos hilitos blancos chiquitos y móviles. También en plena noche si el peque está muy molesto, como ya dije es porque hay algún molesto paseando, así que si cogemos lupa y ponemos culete en pompa podremos encontrar al intruso, que puede ser retirado con dedos enguantados o pinzas, produciendo en la familia un gran alivio, a uno porque deja de picarle y al resto porque puede volver a dormir.
¿Se pueden eliminar o hay que vivir con ellos como buenos vecinos?
El tratamiento a parte de preventivo con el lavado de manos, que no me cansaré de repetir, puede ser medicamentoso, muy sencillo, con una toma única de Mebendazol por ejemplo, que se repetirá a los 15 días una segunda toma. Fácil. ¡Ah! todo tiene un pero, si no cuidamos las medidas de higiene nuestros amigos volverán y se repetirán picores y despertares nocturnos.
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