En Marruecos el 8 de marzo, regalos a las mujeres
La jornada reivindicativa se ha convertido en una fiesta comercial, un San Valentín
El viento de la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos, de salarios y la condena contra el acoso sexual también termina llegando a Marruecos. Pero de forma muy tenue. Después de cinco años de debates, el Parlamento acaba de aprobar una ley contra la violencia que sufren las mujeres. Contempla cárcel de hasta seis meses para los padres que fuercen a sus hijas a casarse. Y la misma pena, de uno a seis meses, para quien acose en lugares públicos.
Poco a poco, las mujeres van ganando presencia en la sociedad. El rey Mohamed VI ha impulsado que se permita a las mujeres optar al puesto de notario del derecho musulmán, o adul. Ahora podrán levantar acta en materia de casamientos, divorcios, custodia de hijos y herencias, por ejemplo. Pero, eso sí: en Marruecos, como en la mayoría de las sociedades musulmanas, sigue vigente la ley del Corán que relega a las mujeres a heredar la mitad de dinero y bienes que los hombres. Eso ya ofrece una idea del camino que queda por recorrer. Otra muestra cotidiana: muchas mujeres siguen escondiéndose para fumar.
El #MeToo jamás llegó a Marruecos. El debate sobre la brecha salarial, tampoco. En un país donde han muerto en el último año seis porteadoras en la frontera con España la convocatoria de huelga para el 8 de marzo no aflora ni en la calle ni en los medios. La jornada reivindicativa se ha convertido en una fiesta comercial, un segundo San Valentín. Los cines regalan entradas, la empresa pública de ferrocarriles ofrece rosas y las compañías aprovechan para vender teléfonos, viajes, cuentas bancarias y hasta joyas. Casi nadie recuerda que el 8 de marzo de 1908 en una fábrica textil de Nueva York 129 mujeres se declararon en huelga, el dueño las encerró con llave, prendió fuego al edificio y las calcinó.
Y sin embargo, el avance en conquista de derechos parece irreversible, tan lento como imparable.
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