Necesito un mentor
La experiencia y visión que ofrece el trabajador veterano al joven inexperto son un valor en extinción en un entorno laboral cada vez más hostil y competitivo.
Necio letrado, necio doblado”, reza el proverbio. Y es que no todo el conocimiento está en los libros o pasa por haber ido a la universidad. Isaac Newton, padre de la física moderna, dijo que si había logrado ver más lejos era porque había subido a hombros de gigantes. Con esta máxima, popularizó así un viejo tópico de la retórica escolástica según el cual cada generación alcanza progresos que se asientan sobre los anteriormente logrados. Ahí reside también la importancia de los mentores que se cruzan en nuestro camino y nos sirven de faro. En el mejor de los casos, incluso encauzan el rumbo de nuestra vida. Cualidades como la admiración, el respeto, la empatía y la humildad desempeñan un papel fundamental entre mentor y tutelado.
El mercado de trabajo es precario y competitivo. Es muy difícil que surjan de manera natural relaciones entre 'juniors' y 'seniors'
Las enseñanzas del veterano contribuyen al crecimiento personal del novato. Pero en los últimos años el marco de transmisión del conocimiento se ha transformado de arriba abajo. El nuevo entorno digital nos lleva, cada vez más, a una educación autosuficiente, colaborativa, transversal y a distancia. Las figuras tutelares son difusas. Como subrayan expertos en temas educativos, no hay dispositivo electrónico capaz de generar la inspiración que surge en el contacto entre personas, pues la intuición, el entusiasmo y la sensibilidad son teclas que a menudo se activan cuando interactuamos personalmente. Aunque la función del mentor está en auge en algunos entornos de trabajo, no es la tónica general. El mercado es competitivo y precario. Hay una lucha permanente por hacerse un hueco. Con este panorama, es muy difícil que surjan de manera natural relaciones entre juniors y seniors. Por otro lado, la creciente robotización de los procesos de producción y las plataformas digitales han puesto en jaque algunos empleos tradicionales. También asistimos al aumento de una brecha cada vez más insalvable entre generaciones, que se suma a la crisis de autoridad, y a la disparidad de derechos entre trabajadores veteranos (aún con buenas condiciones laborales) frente a los que consiguen su primer empleo.
Otro obstáculo es la temporalidad. En España, con una duración media en los contratos que no alcanza los dos meses, una elevada tasa de desempleo entre los menores de 25 años y un porcentaje bastante alto de sobrecualificación, queda poco tiempo y escasa voluntad para la lenta labor que requiere una mentoría. No se invierte lo suficiente en el desarrollo profesional del recién incorporado. En lugar de formar y orientar a los candidatos inexpertos, se tiende a explotar su vocación a sabiendas de que otro lo puede sustituir en cualquier momento. Así es complicado mantener la ilusión y el optimismo en cualquier empresa u organización.Si no se transmiten los consejos y la visión del veterano, todo este valor añadido caerá en el olvido. El aprendiz se quedará huérfano de guía. En el alpinismo, un escalador de reconocida experiencia abre una vía en la montaña, facilitando el camino al próximo explorador que quiera alcanzar la cima. El mentor es aquel que ama su materia y está dispuesto a compartirla con quien emprende una carrera similar. No impone su visión, sino que prefiere formar un dúo creativo: el primero anima al siguiente a interpretar los retos desde otra óptica y a no ceñirse a lo establecido.
En lugar de formar y orientar a los candidatos inexpertos, se tiende a explotar su vocación
El verdadero maestro no busca que lo imiten: aporta al alumno seguridad, confianza y claves para su perfeccionamiento. Por todo esto, es preferible que la mentoría surja espontáneamente. Debería ser un vínculo duradero capaz de construir habilidades estratégicas a largo plazo. Si se produce el relevo sin pasar el testigo, estamos condenados, como en el mito de Sísifo, a repetir indefinidamente el mismo proceso desde el principio, con el peligro además de volver a caer en los errores de siempre. La figura del tutor es una herramienta capaz de tender puentes entre generaciones y de fortalecer el espíritu de equipo. Aunque ahora exista una gran facilidad para acceder a montañas de información y contemos con la mejor tecnología, lo esencial de cualquier trabajo sigue siendo la capacidad de identificar lo relevante, interpretarlo y saber comunicarlo. ¿Qué mejor ayuda que alguien que haya pasado antes por esa situación?
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