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“¿Las blancas también tienen la regla?”

"Esto pasará una vez al mes y ahora te puedes quedar embarazada", son las únicas nociones que reciben las alumnas tanzanas sobre el periodo

Las trabajadoras de Tatu explican a las estudiantes las partes del aparato reproductor femenino. Para la gran mayoría, es la primera vez que alguien les habla de esas cuestiones.
Las trabajadoras de Tatu explican a las estudiantes las partes del aparato reproductor femenino. Para la gran mayoría, es la primera vez que alguien les habla de esas cuestiones.Flavia Farraces
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El camino a la escuela de educación primaria Kirumi es accidentado y tortuoso. El dalla-dalla (el autobús autóctono) que lleva a este colegio, en el norte de Tanzania, brinca entre pedruscos y desniveles y serpentea entre socavones. Cruza tierras masái y destartaladas casas en su trayecto. No es fácil llegar hasta aquí, y mucho menos, que lleguen productos sanitarios para hacer frente a la menstruación.

Buena parte de las alumnas de la clase, de entre 12 y 13 años, jamás ha oído hablar de la regla. Algunas ya la tienen, y por toda instrucción para la vida, sus familias les han dicho que va a seguir ocurriendo todos los meses y que, en adelante, pueden quedarse embarazadas. A otras, está a punto de llegarles, y las palabras de Margret Vitusi y Mariam Salim, dos trabajadoras de la ONG Tatu, serán la primera noticia que tengan de que ya son mujeres fértiles.

“¿Por qué viene cada mes?”, “¿de dónde viene?”, “¿es malo que ocurra?” Son algunas de las preguntas que escuchan con más frecuencia, según desgrana la responsable de proyectos de Tatu, Sarah Ngina. Tan elementales que ilustran la profunda ignorancia en la que crecen estas púberes.

La organización distribuye compresas ecológicas confeccionadas con tejido absorbente y reutilizables durante un año que fabrican mujeres de la región. Tatu trabaja mano a mano con la ONG Femme International, que da la opción de escoger entre compresas reutilizables importadas de Uganda y la copa menstrual. Ambas entidades imparten seminarios sobre higiene menstrual, salud reproductiva y anatomía femenina de los que se han beneficiado casi 6.000 niñas desde 2013.

Las estudiantes siguen la explicación de Vitusi y Salim entre risitas pudorosas. Ellas les enseñan cuáles son los momentos más y menos fértiles del ciclo para frenar los embarazos indeseados en un país donde cada mujer tiene una media de cinco hijos, según las estadísticas del Banco Mundial. A veces, alguna valiente se atreve a contestar a sus preguntas, entre la expectación del resto.

La regla, motivo de absentismo escolar

La menstruación es una de las razones más frecuentes de absentismo en la escuela. Una de cada diez chicas en África Subsahariana falta a clase por este motivo, según Unicef. En el norte de Tanzania, el porcentaje se eleva hasta el 40%, de acuerdo con los datos de Femme International. La mayoría de las chicas se ausenta durante al menos uno o dos días. Las estadísticas de la organización muestran que, seis meses después de participar en el programa, la cifra se reduce en un 25,4%.

Para su cofundadora, Sabrina Rubli, no se trata solo de que pierdan clase. Incluso si acuden al colegio, “muchas eligen sentarse al fondo del aula y dejan de participar, ya que para responder hay que ponerse en pie y pueden ser ridiculizadas por sus compañeros de clase si se han manchado la ropa”, señala.

La mayoría de las chicas no puede concentrarse, preocupadas por no ensuciarse, o abandonan el aula antes de terminar todas las clases, explica. A esto se suman las deficientes condiciones de las instalaciones sanitarias en los colegios tanzanos. El 26% no posee letrinas o tiene solo una para más de 100 alumnos, según datos del programa Agua, Sanidad e Higiene de Unicef (WASH, por sus siglas en inglés). El 36% no dispone de agua y el 99% no incluye jabón. Más de la mitad tampoco tienen puertas, por lo que las chicas no tienen la privacidad necesaria para cambiarse.

Las carencias del sistema educativo, los tabúes y la falta de información sobre la menstruación y la planificación familiar provocan que algunas adolescentes abandonen sus estudios definitivamente, al terminar rezagadas en el temario o quedar embarazadas. En Tanzania, 8.000 mujeres abandonan sus estudios por embarazos cada año, según Human Rights Watch.

Una profesora de Femme International explica a las alumnas cómo usar la copa menstrual.
Una profesora de Femme International explica a las alumnas cómo usar la copa menstrual. Flavia Olivia Farraces

La posición del presidente tanzano, John Magufuli, contrario a que las chicas que se queden encintas puedan regresar a las escuelas tras el parto, complica aún más las cosas. Su argumento es que la maternidad podría distraerlas del aprendizaje. Una ley de 2002 permite, en efecto, que las escuelas tanzanas rechacen a estas alumnas, aislando todavía más a unas mujeres que, sin estudios, se ven condenadas a realizar trabajos precarios y de baja cualificación.

Expuestas a las infecciones

Tampoco ayuda la creencia extendida en Tanzania de que las compresas y tampones pueden afectar a la fertilidad e incluso provocar cáncer. Por otra parte, el elevado precio de estos productos empuja a muchas jóvenes a recurrir a fórmulas rudimentarias y peligrosas.

Trapos, calcetines, relleno de colchones e incluso hierba, barro y excrementos de vaca en sus partes íntimas son algunos de los inusitados remedios. Una práctica de riesgo que puede provocar infecciones en el tracto urinario, señala Nice Kirumu, una de las profesoras que imparten los talleres de Femme Internacional. “Las chicas no suelen pedir ayuda cuando esto ocurre porque se avergüenzan y creen que decirlo dará pie a rumores y a que sus familias crean que han contraído una enfermedad de transmisión sexual”, lamenta Kirumu.

Se convierte en una condena silenciosa para las mujeres, que terminan renunciando a sus actividades cotidianas y recluyéndose en sus hogares. Fuera de escuelas y calles, la población femenina pierde la oportunidad de mejorar sus vidas y participar en la sociedad.

Bahati Abdallah, de 25 años, es una de las asistentes a las charlas de Femme International. Reconoce que no recurre a las compresas por su alto coste. “Usaba trozos de kitengue (las coloridas telas que usan las mujeres africanas) que lavaba para ablandarlos. Pero no era cómodo y estaba constantemente preocupada por si goteaba”.

Esta es la segunda vez en mi vida que me han hablado sobre sexo. Y la anterior fue en la primera charla

Asegura que no se sentía libre para hacer deportes o estar con un grupo de gente, por temor a mancharse. Tras los seminarios, el 84% de las participantes aseguró sentirse más segura de sí misma y el porcentaje de chicas que se perdían actividades por culpa de la regla se redujo en un 12,5%.

Tanto las compresas reutilizables como la copa menstrual suponen un importante ahorro para las familias y tienen una huella medioambiental reducida. El precio de las compresas desechables oscila entre los 1.500 y 2.500 chelines tanzanos (entre 60 y 90 céntimos de euro). Demasiado en un país donde el ingreso medio per cápita se sitúa en 75 dólares al mes (64 euros), según el Banco Mundial.

La copa es más popular entre las mujeres, ya que se sienten más seguras con su cuerpo, mientras que las compresas son la fórmula escogida por las más jóvenes, explica Rubli. El motivo es que se trata de un método “más familiar” para las tanzanas, donde el uso de fragmentos de tela durante la menstruación llega al 84% en las zonas rurales, de acuerdo con un informe de 2014 de la ONG SNV.

El 40% de las alumnas en Tanzania pierde al menos uno o dos días de clase por la regla cada mes

Por esta razón, el 95,7%, de las chicas entre 12 y 19 años usa las compresas reutilizables distribuidas por Femme International, mientras que solo el 32,2% usa la copa, aunque en mujeres adultas el porcentaje supera el 50%. Rubli defiende que, una vez superados los prejuicios sobre este método, puede convertirse en uno de los más útiles, ya que permite pasar hasta ocho horas sin cambiarse y requiere poca agua para esterilizarlo.

Dos alumnas posan sonriente con el cuestionario. El 84% asegura sentirse más segura de sí misma y con su cuerpo tras participar en el programa.
Dos alumnas posan sonriente con el cuestionario. El 84% asegura sentirse más segura de sí misma y con su cuerpo tras participar en el programa.Flavia Olivia Farraces

Para las mujeres, sin embargo, es un concepto radicalmente nuevo. Durante la clase se pasan la copa y la estrujan, curiosas y ruborizadas. Luego, por turnos, explican al resto cómo ponérsela y preguntan a la profesora las dudas que nunca se atrevieron a expresar. Neema Bismas, de 21 años, es una de las asistentes. “Esta es la segunda vez en mi vida que me han hablado de temas sexuales. Y la anterior fue en la primera charla”, apunta.

Fabricando mujeres poderosas

Salim y Vitusi, de Tatu, conocen bien el tema porque viven en el pueblo de Msitu wa Tembo, que en suajili significa "el lugar de los elefantes". En esta humilde comunidad rural, a una hora en autobús de la urbe más cercana, Moshi, residen cerca de 6.500 habitantes en viviendas diseminadas por todo el territorio.

Aquí las escuelas no cuentan con las instalaciones adecuadas y, a veces, las profesoras ni siquiera dejan cambiarse a las alumnas. En ese árido terreno, Salim y Vitusi imparten charlas y distribuyen las Kilipads, compresas que ellas mismas confeccionan en un taller local, a un ritmo de cuatro por hora.

Con estudios primarios y tres niños pequeños, para Vitusi, de 25 años, se trata de una fuente adicional de ingresos que le permiten llevar a su hijo mayor al colegio. Y además es un motivo de orgullo. “Ahora tengo más confianza en mí misma, porque veo que otros están aprendiendo de mí y estoy haciendo algo positivo para mi comunidad”, asevera.

Lacónicas y silenciosas cuando están frente a sus máquinas de coser, ambas se transforman frente a las alumnas, hablándoles con aplomo. Luchan para que ninguna les vuelva a preguntar: “¿Las blancas también tienen la regla?”.

Un tema tabú

Tanto la menstruación como la sexualidad son territorios de mitos y tabúes en Tanzania. Sigue siendo una cuestión considerada íntima e incluso desagradable con la que no se debe molestar a los hombres, como también ocurre en Occidente, donde la sangre menstrual en los anuncios de compresas sigue siendo, en la mayoría de casos, un aséptico líquido azul.

En ocasiones, las madres son las únicas que debatirán sobre el tema, pero la organización SNV desveló que en el distrito meridional de Mufindi, los maridos prohíben a sus esposas hablar sobre la menstruación con sus hijas bajo amenaza de castigo.

Cuando llega la menarquía, muchas chicas no saben a quién dirigirse. Se sienten demasiado avergonzadas como para contárselo a sus profesores, hombres en su mayoría. Aunque el temario en Tanzania incluye capítulos de educación sexual, es "inadecuado e inconsistente", según la Unesco.

Además, los docentes pasan de puntillas sobre la lección, porque no se sienten cómodos hablando sobre sexo y albergan ellos mismos numerosos prejuicios. En ese sentido, el 14% considera las compresas como nocivas para la salud.

A esto se unen las arcaicas creencias sobre lo que las mujeren tienen permitido hacer durante el periodo. En algunos lugares, no pueden cocinar, ni tomar la misma comida o agua que el resto, trabajar en los cultivos o acudir a la mezquita. Y que no se atrevan a enterrar las compresas usadas, porque podrían arruinar la cosecha.

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