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Columna
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El verdadero relato

La realidad de la España de hoy, de los últimos 40 años, es una indudable historia de éxito

Francesc de Carreras
Una pareja mira la fachada del Congreso de los Diputados durante la jornada de puertas abiertas.
Una pareja mira la fachada del Congreso de los Diputados durante la jornada de puertas abiertas.CARLOS ROSILLO

Con frecuencia se dice que falta un relato de España. Confieso que el término relato, tal como ahora se utiliza, me resulta incómodo y hasta antipático. Por supuesto no tanto como empoderamiento, que ya es el colmo. Pero relato, en este nuevo sentido, es un término de moda, útil sobre todo por su imprecisión.

Veamos, ¿el relato debe contar la verdad? No, se inventó para no contarla, más exactamente para esconderla. En realidad, el relato sólo debe incluir algunos hechos verdaderos, mezclarlos con otros falsos y, una vez todo agitado a conveniencia, poder concluir con aquello a lo que previamente se pretendía llegar. En literatura el relato es ficción. En el nuevo invento lo sigue siendo.

Ello lo muestran muy bien José Álvarez Junco y Gregorio de la Fuente en su reciente libro El relato nacional. Historia de las historias de España (Taurus). Las historias de España han sido muchas y están escritas desde muchos puntos de vista, los autores las repasan con detalle y comprueban que todas amagan aquellos hechos que no encajan en sus intenciones dando una excesiva relevancia a otros que les convienen. Todas son relato, mito, leyenda, fábula.

¿Esto es lo que se necesita en España? ¿Necesitamos un relato de este tipo? En el que es, quizás, su peor poeta, durante el franquismo de nunca acabar, Jaime Gil de Biedma escribió: “De todas las historias de la historia, la más triste sin duda es la de España, porque termina mal…”. El pesimismo de la Generación del 98 trasplantados a la España de los años cincuenta.

No, no es esto lo que se necesita ahora. Quizás, porque en los últimos años se ha dicho que el nacionalismo catalán había construido un relato de éxito, ahora le queremos oponer otro de signo inverso pero de la misma naturaleza. Sería un error, un gran error. Lo que necesitamos es reconocer la realidad que tenemos a mano, la que hemos vivido o contemplamos día a día: la España de hoy, la de los últimos 40 años, una indudable historia de éxito.

Como decía hace poco el mismo Álvarez Junco, “ahora le puedes decir a un niño que se sienta orgulloso de haber nacido en España, pero antes del 78 este discurso era imposible”. No imitemos a los nacionalistas catalanes. Abramos los ojos a la realidad actual: España es un Estado muy importante de la Unión Europea, económicamente próspero, políticamente democrático e internacionalmente respetado. Con problemas y deficiencias, como todos, pero dotado de los instrumentos para resolverlos. No rebusquemos en las supuestas glorias del pasado sino en la realidad del presente. Este es nuestro preciso y verdadero relato.

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