Hamlet y Rajoy
Me gusta pensar que los españoles se han vuelto shakesperianos
Al pensar en Mariano Rajoy, me vienen a la cabeza las palabras de Hamlet cuando le manifiesta a Horacio, en un pasaje famoso de la historia de la literatura, que hay más cosas en el cielo y en la tierra que las que explica la filosofía. Si sustituimos filosofía por política, puede que Shakespeare estuviera pensando en Mariano Rajoy cuando puso en los labios de Hamlet esa sentencia. Puede que la supervivencia política de Mariano Rajoy sea un cuento de hadas, solo así conseguiríamos entenderla, como un arte de magia, como un embrujo, lleno de meigas y de sabor céltico. Como un atavismo. Todos cuantos dicen querer derribarlo acaban siendo vencidos por un hechizo de mala suerte, tal vez el origen gallego de Rajoy sea el causante.
El procès catalán se ha derrumbado sin que a Mariano le haya temblado entre las manos ni una hoja del “Marca”, su lectura habitual. La ironía infinita surge cuando, a tenor de lo ocurrido en las últimas elecciones catalanas, vemos que quien lo ha apoyado va a ser quien acabe con él. ¿Es que se ha despertado en los españoles un humor fino, una inteligencia shakesperiana? Como si los españoles hubieran dicho “queremos que acabe con Mariano Rajoy su principal valedor: Albert Rivera”. Porque hasta ahora ni Pablo Iglesias ni Pedro Sánchez han conseguido ni moverle un cabello al mágico Rajoy. ¿Será Rajoy un ser esotérico, a quien solo se le puede derribar si se le apoya? Para acabar con Rajoy, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias deberían comenzar a elogiarlo, a negociar con él acuerdos, a firmarle los presupuestos. Incluso deberían quedar a cenar. Para que la independencia de Cataluña avance los líderes del procès tendrían que hacer lo mismo. No lo digo yo. Lo dijo Shakespeare. Y Mariano se ha dado cuenta de que quien va a desalojarlo del poder es su colega Albert.
La política se hace posmoderna en España. Los españoles se convierten en seres complejos, que votan con una causticidad imposible de detectar por las encuestas. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Puigdemont, Ada Colau, se rasgan las vestiduras intentando sacar a Rajoy del Gobierno de España. Pero a los españoles ya no les gustan los discursos solemnes, les place más la ironía, la magia. Cuanto más censuran y critican y maldicen a Rajoy, y con razón, menos mueven su silla. Cuanto más se le apoya, como Albert, más se alcanza su final. La política se rige también por las tinieblas de la ironía. Me gusta pensar que los españoles se han vuelto shakesperianos. Me gusta pensar que Hamlet nos está hablando a todos. Y a la hora de la verdad es Albert Rivera, y no Sánchez ni Iglesias, quien va a dejar a Rajoy y a sus corruptos feligreses de toda laya fuera del gobierno de España. Eso es irrefutable.
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