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Scott Keyes, el cazador de los vuelos más baratos del mundo

Scott Keyes era cronista político hasta que se cruzó en su camino un billete de avión ridículamente barato. Su habilidad para rastrear la Red le ha llevado a crear Scott’s Cheap Flights, una web que ofrece oportunidades de vuelos a bajo precio y que ya aglutina a más de un millón de suscriptores.

CON SU ROPA CÓMODA y una mochila al hombro, Scott Keyes podría camuflarse sin problemas entre los miles de turistas que visitan Madrid. Sin embargo, una sencilla pregunta —“¿cuántos aviones toma cada año?”— descubre a un viajero en serie. “Te lo puedo enseñar”, responde. “Tengo un diario de viajes en el que apunto cada vuelo. Ahora mismo la media está entre 50 y 60”, explica mostrando la pantalla de su teléfono móvil. Una gráfica revela un enorme pico en 2015, cuando superó los 100. “Sí, fue un buen año. ¡Muchos kilómetros!”, exclama con satisfacción. Porque, a los 30 años, el estadounidense Keyes ha conseguido el sueño de casi todo el mundo: vivir de su pasión. Aunque sea una tan extraña como bucear en la Red en busca de billetes de avión.

El año pasado, el estadounidense logró dar la vuelta al mundo en menos de siete días con un presupuesto de solo 1.000 euros

Keyes es el cofundador y CEO de Scott’s Cheap Flights (los vuelos baratos de Scott), una web que comenzó en 2015 como una lista de distribución de correo con las gangas que encontraba en Internet y que ahora supera el millón de usuarios. “Tengo una habilidad muy extraña”, reconoce, “algo con lo que ni yo mismo pensaba que podría ganarme la vida”. Porque el contador de kilómetros de Scott se puso en marcha por puro azar. “Trabajaba como periodista, sobre todo en la web Think Progress, y escribía sobre política, pero lo que realmente me gustaba era viajar”, recuerda. “Empecé a buscar billetes en webs, a comparar precios, y se me daba bien”. Hasta que un día de 2013 encontró el equivalente al Santo Grial de los viajeros sin posibles. “La mejor ocasión con la que me he cruzado en la vida: un viaje desde Nueva York a Milán, sin escalas, por 130 dólares [menos de 110 euros]. ¡No me lo podía creer!”, cuenta orgulloso. “Era más barato que volar a casa de mis padres en Ohio”.

El caótico tráfico en la ciudad de Nueva Delhi.
El caótico tráfico en la ciudad de Nueva Delhi.Guillermo Arenas

A la vuelta de su viaje a Milán, los amigos de Keyes comenzaron a pedirle que buscase vuelos para ellos. Compartía sus hallazgos a través del correo electrónico y el boca a boca comenzó a crecer. “La gente se lo contaba a otras personas, parecía un club clandestino. De repente éramos 50, luego 100…, hasta que vi que existía una demanda”, relata. Decidió dejar el periodismo —“me alegro de haberlo hecho justo ahora”, confiesa sobre la actual situación política de su país— y empezar a quemar sus pestañas frente a una pantalla. “Hubo épocas en las que pasaba unas 14 horas al día buscando vuelos”, asegura. “Paraba para dormir y ducharme. A menudo comía delante del ordenador”. Ahora dirige un equipo de 25 personas que se turnan para encontrar esas oportunidades. “A veces los mejores chollos surgen en mitad de la noche”.

Guillermo Arenas
Londres y Keyes junto a uno de los emblemáticos taxis de la ciudad.
Londres y Keyes junto a uno de los emblemáticos taxis de la ciudad.Guillermo Arenas

Fruto de la habilidad y la casualidad, el negocio de Keyes se nutre de la comprensión de una maquinaria tan poco predecible como la de las tarifas de las aerolíneas. “Nadie sabe cuánto se supone que debe costar un vuelo, es una industria extraña, pero hay trucos y patrones que se pueden descubrir”, afirma. Otras veces se aprovechan de errores humanos —“las compañías de vuelos deben odiarnos de vez en cuando, aunque también les ayudamos a vender sus plazas”, explica divertido—, como en ese iniciático viaje a Milán: “Eso fue un fallo seguro. A alguien se le olvidó añadir un cero al final”. De todo ello se benefician unos usuarios de Scott’s Cheap ­Flight que, a cambio de una modesta suscripción, reciben en su correo oportunidades de viajar a un coste mucho menor que el habitual. “Por mucho que me guste la búsqueda del vuelo perfecto, esa es la parte que más disfruto”, confiesa Keyes. “Gente que te dice que pensaba que no tendría dinero suficiente para su viaje de novios y que puede hacerlo, o personas que lo utilizan para poder visitar a su familia”.

Keyes en Portland, junto a su perro.
Keyes en Portland, junto a su perro.Guillermo Arenas

La vocación accidental de Keyes también le ha llevado a otras situaciones insospechadas. En 2017 completó una vuelta al mundo en menos de siete días y con un presupuesto de 1.000 euros, un reto que le propuso la firma de moda Dockers, con la que colabora en la campaña #GameChangersbyDockers. “Fue muy divertido, como hacer un puzle. Puede parecer un poco raro, pero esa es mi idea de pasarlo bien”, afirma. También, por supuesto, seguir viajando. “Siempre existe ese intento de ir un paso por delante del resto de viajeros”, asegura. Sus apuestas de próximos destinos de moda se dividen entre los países bálticos —“Lituania, Letonia, Estonia… tienen una sorprendente mezcla de estilos”—, Taiwán —“una belleza natural increíble”— y su nueva obsesión: las islas remotas. “Socotra, por ejemplo: un pequeño archipiélago en la costa de Yemen. Es como de otro mundo”. No, Keyes todavía no se ha cansado de subir a aviones y ayudar a otros a hacer lo mismo. “Todavía me queda mucho mundo por ver”, cuenta antes de perderse en el invierno madrileño.

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