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Surf, como gancho; educación, como objetivo

Una fundación en la isla de Tierra Bomba, en Colombia, consigue a través del deporte que los jóvenes vuelvan a la escuela. Y no solo eso: algunos compiten ya en la élite del surf nacional

Armando Sierra, cofundador de Amigos del Mar, enseña un truco de kitesurf a Haider José Córdoba.
Armando Sierra, cofundador de Amigos del Mar, enseña un truco de kitesurf a Haider José Córdoba.Víctor Menco Haeckermann
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Dania Moncaris cree que la falta de agua potable en su comunidad, la isla de Tierra Bomba, cerca de la exclusiva zona turística de Bocagrande, en Cartagena de Indias (Colombia), se soluciona comprando botellas. Esta chica de 12 años practica el surf de remo o Stand Up Paddleboarding (SUP) y ostenta más de seis medallas de oro. Las más recientes fueron obtenidas en el Campeonato Nacional de SUP/Paddleboard 2017, realizado en Cartagena el pasado mes de septiembre. Nunca se imaginó que el deporte la sacaría de casa para recorrer varias ciudades de Colombia y Perú. De hecho, hasta la llegada de su entrenador la isla no sabía que existieran los deportes náuticos ni mucho menos el país vecino. Le apasiona el deporte, pero sueña con ser abogada.

Aquí, gran parte de los niños quiere dedicarse a la medicina y la criminalística debido al impacto que han tenido las series de televisión sobre estos temas. La realidad también es un caldo de cultivo para pensar en crímenes. “Ayer se formó pelea con machetes”, cuenta Mariángel, de nueve años, concentrada en un juego de cartas con sus amigos. Frente a ella, Carlitos, de siete, es uno de los pocos niños que ha tenido la oportunidad de vivir afuera. Prefiere tierra firme porque en la isla se registran muchos robos y riñas, mientras que la recreación es limitada. “En Cartagena me compran más cosas”, remata, como si Tierra Bomba no fuera parte de la misma jurisdicción.

No es para menos: esta isla de 9.000 habitantes carece de acueducto, alcantarillado, gas, cobertura total del servicio de energía eléctrica, calles pavimentadas, oportunidades laborales, hospitales equipados y escuelas de buen nivel académico. En este clima de adversidades, también aparecen los flagelos del narcotráfico, la prostitución, la intolerancia y el reclutamiento de jóvenes para los grupos armados ilegales. En cuanto a la educación, muchos de los niños nativos engrosan la lista de los casi 10.600 que están fuera del sistema educativo en Cartagena de Indias y, aunque asistieran a clases, sus oportunidades de formación serían inciertas, pues esta ciudad ocupa el último lugar en la clasificación de las pruebas estatales.

Como en la mayoría de las islas del Caribe colombiano, las mujeres se dedican a cuidar casas de veraneo o a vender comida a los turistas. Los hombres, por su parte, se rebuscan transportando pasajeros en lancha o vendiendo la tierra ancestral, con lo que se han ido autodesterrando. Muchos adultos tienen a sus hijos adolescentes trabajando como pilotos de las lanchas del transporte público. Otra de las tareas típicas de los menores es la de acercar la canoa a la orilla cuando se llega al destino. En esta labor, los adultos, sabiendo lo que cobran los adolescentes, prefieren emplear a los más pequeños para ahorrarse unos pesos.

Un cambio de vida

Hace más de un lustro, un joven de 23 años les ofreció cambiar la palanca para estacionar las lanchas por un remo con el que navegar sobre una tabla de paddle y surfear las olas. Su nombre es Pedro Salazar, un cartagenero nacido en Cali que tiene hoy 31 años. Aficionado a los deportes náuticos, este visionario emprendió un proyecto hotelero en la isla tras heredar unos terrenos de su padre. Por seguir el ejemplo de su progenitor y atender “a la voz de Dios en su corazón”, comenzó a buscar soluciones a la problemática social que se vive en el lugar. Un niño en particular, Daiver Rodríguez, le impactó sobremanera porque no tenía ropa ni asistía a clases. “Yo quería cambiar la vida de él, pero él terminó cambiándome la mía”, confiesa el emprendedor.

Casi 10.600 están fuera del sistema educativo en la ciudad, y, aunque asistieran a clases, sus oportunidades de formación serían inciertas, pues Cartagena de Indias ocupa el último lugar en la clasificación de las pruebas estatales

Rápidamente, se dio cuenta de que una fundación era mucho más viable que un típico hotel, pues ni la salubridad ni la percepción de seguridad en los alrededores son buenas. En cambio, a través de una ONG podría atraer a gente dispuesta a servir en la comunidad al tiempo que se hospeda: “Si ven basura o pobreza, los voluntarios lo toman como una oportunidad para ejecutar proyectos sociales”.

Aprovechando que muchos de los niños le manifestaban que querían aprender a “surfear y volar” en una tabla de kitesurf, Salazar les propuso el trato de que, si ellos entraban al colegio y obtenían buenas calificaciones, les enseñaría. Al proyecto se unió como cofundador y entrenador Armando Sierra, pionero del kitesurf en Colombia. Así nació la Fundación Amigos del Mar. Entre 2015 y 2016, pudieron consolidarse al recibir del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia 10 tablas y pasajes a Perú para una visita de aprendizaje deportivo. Los fines de semana, los muchachos practican en las playas de El Laguito frente a la organización promotora de deportes náuticos Colombia SUP, de Camilo Mármol, quien también les facilita sus recursos.

Hoy, Amigos del Mar beneficia a más de 160 niños con talleres artísticos, tutorías, programas de sensibilización para el reciclaje, clases de inglés por voluntarios extranjeros y locales, entre otras actividades. 45 están apadrinados bajo el programa de reintegración escolar, que consiste en apoyarlos de una manera integral para que regresen a las aulas. El beneficiario obtiene, además, el entrenamiento, la nutrición y los equipos necesarios para desarrollarse como deportista náutico, en lo posible, de alto rendimiento. Los padrinos van desde empresarios locales, pasando por exvoluntarios extranjeros que han quedado prendados de la ternura de los chicos, hasta estadounidenses famosos que han preferido mantenerse en el anonimato.

Daiver (15 años) surfea las olas del mar Caribe. El niño que inspiró a Pedro Salazar debido a que no estaba en la escuela y presentaba un aspecto descuidado, es el mejor de la fundación en la modalidad.
Daiver (15 años) surfea las olas del mar Caribe. El niño que inspiró a Pedro Salazar debido a que no estaba en la escuela y presentaba un aspecto descuidado, es el mejor de la fundación en la modalidad.Víctor Menco Haeckermann

En los talleres artísticos, aprenden a realizar artesanías con materiales reciclados que luego se venden, por ejemplo, al Hotel Hyatt, que se las entrega a sus huéspedes. Amigos del Mar, además, presenta proyectos a empresas privadas y entidades internacionales: “Es difícil que una empresa privada nos adopte como lo ha hecho la Fundación Mamonal con la comunidad de Pasacaballos, porque Tierra Bomba no está cerca de ninguna compañía”, concluye Salazar.

La democratización del surf

Los frutos son satisfactorios para el deporte del departamento de Bolívar: Daiver, el niño que inspiró a Pedro Salazar, es, con 15 años, el mejor de la fundación en la modalidad surf. En la carrera de Downwind Santa Marta 2017, su mejor posición fue el segundo lugar en categoría Open de SUP. En el campeonato de Cartagena, quedó de quinto en la categoría Open, de 6K, donde participaron competidores sin distingo de edad. Daiver planea dedicar su vida a la enseñanza de deportes náuticos.

“El trabajo de la Fundación Amigos del Mar es realmente destacable”, afirma el presidente de la Federación Colombiana de Surf, Andrés Porras. “Ya tiene muchachos en la selección Bolívar y en la selección Colombia. Pero, más allá de lo deportivo, lo que me gusta es la forma en que la fundación ha hecho que los muchachos sigan vinculados al colegio, mejoren sus notas, reciclen y aprendan otros idiomas, etcétera.”.

El entrenador Armando Sierra, quien ha sido un crítico de la desviación del erario público, es consciente de que muy difícilmente se puede vivir de los deportes náuticos a menos que se cambie la política nacional. En su concepto, las ligas de surf del país prefieren apoyar a los más ricos porque no tienen que darles todo: entrenamiento, alimentación y un juego de equipos náuticos competitivos (que, en el caso del windsurf, alcanza los 9.000 dólares por tratarse de varias tablas y velas). “Pero tampoco es que se necesiten tantos recursos, simplemente hay que invertirlos bien”, sostiene con la autoridad que le da ser parte de la solución. También le preocupan otros temas: la falta de acreditación institucional de los instructores de deportes náuticos y la nula señalización de playas de la ciudad, que urge para que no se sigan presentando accidentes lamentables como el del atropello de la moto acuática a un bañista o el del surfista extranjero que practicaba junto a las rocas, ambos con víctimas mortales.

El presidente de Amigos del Mar, Pedro Salazar (a la derecha), entrena a los niños de Tierra Bomba en el surf de remo o Stand Up Paddleboarding (SUP). A finales de 2017, fue galardonado con el Premio Acord al Forjador de Deportistas por la Gobernación de Bolivar y los periodistas deportivos.
El presidente de Amigos del Mar, Pedro Salazar (a la derecha), entrena a los niños de Tierra Bomba en el surf de remo o Stand Up Paddleboarding (SUP). A finales de 2017, fue galardonado con el Premio Acord al Forjador de Deportistas por la Gobernación de Bolivar y los periodistas deportivos.Víctor Menco Haeckermann

Aunque no con el mismo nivel de cuando tenía 20, Sierra sigue obteniendo buenos resultados en torneos de kitesurf y windsurf nacional y latinoamericano a sus 30 años. También lo ha hecho junto con sus pupilos en los campeonatos de SUP como un capitán que va al timón. Ante la pregunta de si cree que, de este semillero, saldrá un campeón nacional, responde con la actitud más positiva: “Tiene que salir; primero, porque ellos cuentan con las condiciones físicas, y segundo, porque, aunque el talento es algo indispensable, se ven buenos frutos cuando hay disciplina”. Y recuerda: “Yo a esa edad era puro talento, pero no tenía un gerente que me buscara patrocinios. Ahora nosotros tratamos de guiarlos en todo lo que podamos”.

El recuerdo de un padre

Leimer Morales, de 16 años, ha sido becado por la Asociación Internacional de Surf debido a su historia de superación. Nacido a los siete meses, tuvo problemas de nutrición. La solidaridad del pueblo le salvó la vida. De familia de pescadores y buzos a pulmón, Leimer es el que mejor estado físico posee según sus entrenadores. En una época, vivía entre pulpos y langostas, alejado la escuela. Cuando llegó a la Fundación, hace dos años, le ayudaron a retomar sus estudios: hoy está en sexto de bachillerato. Pero sus problemas no pararon. Hace unos años murió su padre debido a un tabaquismo que no superó a su avanzada edad. Su padrino, cuya imagen lleva estampada en una gorra, asumió ese lugar. Sin embargo, este fue asesinado, según Leimer, por haberse salido del narcotráfico, en el que suelen ingresar algunos por la facilidad que tienen para transportar estupefacientes en lanchas. Por esta razón, afirma que se mantiene lejos de los vicios: “Cuando mi mamá me manda a comprar cigarrillos, yo le recibo la plata, pero no se los compro. Se la doy a mi hermano mayor y él le trae arroz y jugo”.

En palabras de Salazar, el viaje al extranjero sirvió mucho a Leimer, pues regresó motivado para darlo todo por el deporte. “No me imaginaba que Perú fuera tan hermoso”, confiesa el muchacho. Ahora quiere dedicarse completamente al surf. Tras varios torneos nacionales donde ha quedado tercero y segundo, en el de Cartagena obtuvo el cuarto lugar en la categoría de los adultos profesionales, lo que le ayudó a consagrase como el mejor adolescente en SUP del país. Sin embargo, por encima de los premios, es el recuerdo de su padre lo que lo mantiene en la carrera: “Gracias a él vivo. Él me compró el arpón y todo lo que necesitaba, y me enseñó para que yo cuidara de mi familia”.

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