“Pregunta quién hace tu ropa y salvarás vidas”
La transparencia y el respeto a los derechos humanos no debe ser una moda en la industria, sino una obligación, según Carry Somers, fundadora de Fashion Revolution
Carry Somers (Seaton, Reino Unido, 1966) llegó a la moda por su pasión por las artes y, en especial, por los diseños tradicionales de los pueblos andinos. En el tiempo que tardó en terminar los estudios y comenzar un doctorado sobre arte tradicional, fundó Pachacuti, una marca especializada en sombrerería elaborada desde Ecuador. Entonces tenía 26 años y ya daba trabajo a 80 personas en la comunidad andina Sig-Sij. "Tejían a mano los sombreros con la paja silvestre que cultivaban en sus propios campos". Retrasó el doctorado y amplió la producción a jerséis y otras prendas de lana hechos en Perú y Bolivia. En el año 2000 ya vendía 10.000 sombreros al año y sus productos lucían en las más selectas tiendas de Londres.
Somers era feliz. Había conseguido aunar con éxito sus pasiones. En el camino, había comprendido la importancia de poner en valor la cadena de producción. "La gente sabía quién lo producía y dónde lo hacían". Hasta había geolocalizado las casas de las tejedoras para que los consumidores las situaran. Su problema era la edad media de las trabajadoras. Todas superaban los 60 años y los jóvenes solo se interesaban por migrar a Estados Unidos.
El 24 de abril de 2013, un edificio de más de ocho plantas se derrumba en Bangladés. Más de 1.338 personas fallecen y 2.300 resultan heridas, todas dedicadas a la producción textil. Entre los escombros encuentran etiquetas de ropa de las principales marcas europeas. Las gran mayoría desconocía en qué condiciones trabajaban, incluso quiénes eran sus proveedores. Somers siente las perdidas como propias. "Bangladés no es Ecuador, pero me dolieron mucho todas esas muertes. Quise rendirles un homenaje y mandar un mensaje a la industria". Y ese mismo mes pone en marcha junto a la diseñadora de marcas sostenibles, Orsola Castro, Fashion Revolution, la organización que ya apoyan más de 102 países y que cumplirá cinco años en 2018. ¿Quién produce mi ropa? Es la pregunta que centra su actividad y un informe con la respuesta de las principales 100 marcas de la industria, la manera de rendir homenaje a todas las víctimas.
El pasado noviembre, Somers viajó a Bilbao para hablar ante 220 estudiantes de diseño, invitada por la plataforma Bilbao International Art & Fashion (Biaaf) en colaboración con el Instituto Británico. En su intervención repasó los principales retos de la industria y los avances conseguidos desde aquel primer homenaje a las víctimas del Rana Plaza. Lleva un vestido de seda. "Lo he comprado de segunda mano. Me hace feliz prolongar la vida de la ropa". Ha dejado Pachacuti y se ha centrado de lleno en su revolución. "La transparencia y el respeto a los derechos humanos no debe ser una moda en la industria, sino una obligación". Y sobre esta habla durante una hora a los jóvenes.
Remarca cómo en la producción de una prenda pueden participar más de 1.000 proveedores y es obligación de cada marca conocerlos a todos. Y quiere hacer del tamaño de la industria textil su gran virtud: "Un pequeño cambio puede mejorar la vida de millones de personas". Y en esa mejora centra todas sus energías. El público de Bilbao escucha en silencio y aplaude sus palabras.
El consumidor tiene el poder. La transparencia es el primer paso. La manera sostenible de relacionarnos con la ropa, la solución definitiva
En el primer aniversario de la catástrofe del Rana Plaza, presentaron el primer informe. Tan solo un 20% de las marcas ofrecieron la información mínima para conocer sus proveedores. Eso sí, 69 países apoyaron la campaña y exigieron más transparencia. En el informe de 2017, el cuarto, son ya el 32% de las marcas las que ofrecen las direcciones y nombres de sus fabricantes. "Y las competidoras de las que más han ganado en transparencia nos contactan para que les ayudemos a mejorar". Somers vuelve a estar feliz. Ha conseguido con el idioma de la moda involucrar a la industria en sus campañas. Sabe por experiencia que es posible conocer a todos los proveedores y sabe que, por su imagen, las marcas estarán dispuestas a mejorar.
Acaba de regresar de Bangladés. Ha sido su primer viaje y ha caminado por el entorno del Rana Plaza. "El informe es necesario, pero no suficiente". Ahora se ha propuesto también involucrar a los Gobiernos locales. "Un extintor no puede estar grabado con un 97% de impuestos en Bangladés”. Su revolución no ha tocado fin. "He escuchado al representante de las fábricas textiles decir que los empleados no deben marcar las condiciones. Queda mucho por hacer". Quiere que por ley sea obligatorio presentar la lista de proveedores y que sea la industria textil la que se comprometa con el medioambiente y los derechos humanos. "Con esa información serán las ONG, activistas y Gobiernos europeos los que hagan el resto".
Mientras tanto, sigue lanzando campañas a los consumidores. Más de dos millones participan en ellas. A ¿Quién hizo mi ropa? ha sumado Love story para conocer historias en torno al cariño que los consumidores tienen a prendas concretas y Haulternative, con consejos para prolongar la vida útil de la ropa. "El consumidor tiene el poder. La transparencia es el primer paso. La manera sostenible de relacionarnos con lo que nos vestimos, la solución definitiva". En la última campaña, más de 113.000 personas preguntaron a marcas concretas quién había confeccionado sus prendas por carta y el hashtag con la pregunta había alcanzado 533 millones de impresiones en las redes sociales. Una pregunta que cada año responden desde diferentes partes del mundo bajo la etiqueta #YoHagoTuRopa desde talleres textiles a pequeños hogares en Los Andes. Ahora quiere poner límite también a la contaminación y prolongar la vida útil de las prendas.
Un grupo de 15 estudiantes espera para hacerse una foto con ella. Somers ha sabido dotar a su causa del lenguaje de la moda. Su revolución ya marca tendencia entre las nuevas diseñadoras.
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