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Tribuna
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Los retos del tránsito a una economía baja en carbono en España

Asegurar la reducción de emisiones exige movilizar adecuadamente los flujos de inversión en el sector energético

El presidente francés, Emmanuel Macron, pronuncia un discurso durante la cumbre de París.
El presidente francés, Emmanuel Macron, pronuncia un discurso durante la cumbre de París. LUDOVIC MARIN (AFP Archivo)

Hace unos días se cumplieron dos años del Acuerdo de París y la administración Macron quiso recordarlo con un evento de alto nivel que, celebrando un claro avance en la lucha internacional contra el cambio climático, puso también de manifiesto las dificultades a que se enfrenta el proceso y la necesidad de movilizar grandes flujos de inversión para la transformación de nuestras economías. En el caso de los países desarrollados esto es especialmente evidente porque el acuerdo implica que, en solo unos treinta años, deberemos contar con economías cuasi-descarbonizadas.

La sociedad española empieza, poco a poco, a ser consciente de las grandes implicaciones de un cambio de este alcance. Las administraciones públicas se encuentran elaborando estrategias y legislación de mitigación y adaptación al cambio climático y aparecen plataformas y alianzas empresariales y de ONG para favorecer la transición a una economía baja en carbono, al tiempo que se hacen evidentes las fuertes resistencias de ciertos decisores políticos y otros actores sociales.

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Creemos que es particularmente fundamental en este contexto, frente a una tradición poco dada a este tipo de dinámicas, contar con estudios rigurosos y neutrales que faciliten cumplir objetivos, minimizar costes sociales y orientar las actuaciones públicas y privadas. Este es el trasfondo del informe del centro de investigación Economics for Energy que hemos hecho público recientemente, en el que se presentan las implicaciones socio-económicas de distintos escenarios a los que se puede enfrentar el sector energético español, un actor clave en la descarbonización, en las próximas décadas.

El informe cuantifica, de un modo exhaustivo y con abundante análisis de sensibilidad, las consecuencias económicas, ambientales y tecnológicas de distintas sendas de evolución del sector energético español; y señala los principales retos a los que nos enfrentamos para avanzar hacia la descarbonización de nuestra economía.

Aunque cumplir los objetivos impuestos por la Unión Europea a 2030 parece al alcance de nuestra mano, los objetivos europeos de 2050, coherentes con el Acuerdo de París, no resultarán tan sencillos

Así, y aunque cumplir los objetivos impuestos por la Unión Europea a 2030 parece al alcance de nuestra mano, los objetivos europeos de 2050, coherentes con el Acuerdo de París, no resultarán tan sencillos si no se comienzan a tomar decisiones pronto en la dirección adecuada, y además de forma coherente y progresiva. A su vez, el análisis de las consecuencias para los distintos escenarios permite identificar varios elementos comunes y, por tanto, robustos frente a diferentes manifestaciones del futuro.

En primer lugar, la importancia del ahorro y la eficiencia energética, que facilita enormemente cumplir los objetivos de descarbonización a costes razonables. El estudio identifica numerosas oportunidades, económicamente rentables, para el ahorro de energía, que sin embargo pueden no materializarse si no se dispone de las señales económicas adecuadas.

En segundo lugar, todos los escenarios señalan como un elemento central la descarbonización del sector eléctrico, basada en la utilización masiva de energías renovables. Esto, si bien muestra la ventaja económica de las energías renovables para la producción eléctrica en los escenarios futuros, por otro lado, plantea importantes retos tecnológicos para la operación segura del sector eléctrico, que deberían comenzarse a estudiar cuanto antes con el fin de estar preparados para mantener el suministro eléctrico fiable del que disfrutamos en nuestro país.

Finalmente, el estudio también señala aquellos sectores que parecen más difíciles de descarbonizar y a los que, por tanto, sería preciso prestar una atención mayor: la industria, que requiere fuentes energéticas libres de carbono para aportar la energía térmica que necesita; y el transporte de mercancías, el marítimo y el aéreo, para los que la posibilidad de electrificación parece aún lejana.

En suma, parece necesario intensificar el debate sobre cómo llegar a una economía española descarbonizada a mediados de siglo. Asegurar una tendencia viable de reducción de emisiones exige movilizar adecuadamente los flujos de inversión en el sector energético para evitar incongruencias entre la consecución de objetivos en el medio y largo plazo. Para ello es necesario priorizar aquellos sectores más relevantes y generar un entorno regulatorio que permita el gran cambio al que estamos comprometidos.

Xavier Labandeira es catedrático de Economía de la Universidad de Vigo y Pedro Linares, profesor en la Universidad Pontificia de Comillas. Ambos son directores de Economics for Energy.

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