El comercio de dientes de hipopótamos en Hong Kong pone en peligro a esta especie amenazada
El consumo y la diferencia en los registros de la ciudad entre las importaciones y exportaciones de dientes de este animal han puesto a las autoridades en el punto de mira
Caparazones de tortuga, cuernos de rinoceronte o escamas de pangolín. Estos tres artículos son algunos de los variopintos productos que uno se puede encontrar cuando pasea por el barrio de Sheung Wang, en Hong Kong, una ciudad que por ser lugar de tránsito mundial de mercancías y puerta de entrada a China siempre ha jugado un papel esencial en el comercio -legal e ilegal- de especies raras y sus partes. En sus calles, salpicados entre los rascacielos, los comercios exponen unos enseres que son utilizados para decoración, medicina tradicional o gastronomía, pero que ponen en riesgo la biodiversidad en diferentes partes del planeta y la supervivencia de numerosas especies. Ahora, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Hong Kong (HKU) ha puesto el acento en los hipopótamos, un gran mamífero que ya fue calificado como vulnerable en el año 2006.
Desde el año 1975, Hong Kong ha recibido el 90% del comercio internacional de dientes de hipopótamos, lo que equivale a unos 700.000 kilos de este producto. Utilizado para hacer pendientes o pulseras, este material no es tan codiciado como el marfil pero se ha hecho más popular en los últimos años. Aquel que quiera hacerse con él, lo puede encontrar tanto en tiendas especializadas como en algunos puestos de los mercadillos más locales de una ciudad en la que también operan organizaciones criminales especializadas en traficar con la vida de muchos animales. En julio de este mismo año las autoridades aduaneras confiscaron el mayor alijo de marfil incautado en la isla en las últimas tres décadas, unas 7,2 toneladas de colmillos de elefante con un valor en el mercado negro equivalente aunos 63 millones de euros.
Aquella operación puso de manifiesto que, pese a los controles y prohibiciones sobre este tipo de productos, el contrabando continúa activo, aunque para la organización WildAid también hay datos esperanzadores. Uno de ellos es que el mayor mercado de marfil del mundo, China, ha prohibido todas las ventas nacionales de estos productos desde el 1 de enero de 2018, lo que supone “el mayor paso para reducir la caza furtiva de elefantes”. Esta iniciativa ya ha dado sus frutos hasta la fecha y “ha provocado una disminución del 80% en las incautaciones de marfil que ingresan al país, así como una reducción del 65% en los precios del marfil en bruto”, declaró recientemente en un comunicado Peter Knights, director ejecutivo de la organización. Sin embargo, ahora preocupa que los consumidores de este tipo de productos busquen otros de similares características y como declaró Alex Hofford, de WildAid Hong Kong a este diario “otras especies paguen el precio”.
Este podría ser el caso de los hipopótamos cuya supervivencia está en grave riesgo después de años y años de explotación sin que los países de origen hayan rendido cuentas a nadie. Esa es una de las razones que empujaron a la estudiante Alexandra Andersson y su profesor Luke Gibson -ambos de la HKU- a investigar sobre el caso del comercio de dientes de hipopótamos en la ciudad. Ambos encontraron una gran discrepancia entre las cifras de exportaciones e importaciones y a partir de ahí elaboraron el informe. En él, denuncian la situación y rebaten las causas que los organismos oficiales argumentaron para explicar una diferencia que, según concluyeron, deja entrever cómo prima el beneficio económico sobre la conservación de las especies y cómo los controles no llegan a ser del todo efectivos.
“En el estudio se refutan una a una las respuestas que hemos recibido ante la diferencia más grande que hemos encontrado en el comercio de este tipo de productos”, relata al diario EL PAÍS Andersson desde una mesa a las puertas del centro educativo hongkonés. Según recoge el artículo, el 75% de los dientes recibidos proviene de Uganda y Tanzania, países que forman parte de la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES), una institución que aglutina a más de 183 gobiernos alrededor del mundo y que persigue evitar que el comercio internacional de animales y plantas silvestres amenace su existencia y exceda las cuotas internacionales acordadas.
Sin embargo, los registros muestran que desde que Tanzania se uniera a la CITES en 1980, Hong Kong ha recibido un total de 3.176 kg más de dientes de hipopótamo que los declarados como exportados por el país africano. En el caso de Uganda, en las 19 transacciones comerciales de hipopótamos con la ex colonia británica desde 1991, la metrópoli china ha recibido una cifra menor que la declarada como exportada por Uganda, lo que supone una diferencia de más de 2,700 hipopótamos individuales o el 2% de la población mundial. Un panorama que hizo a la estudiante de investigación de posgrado en la escuela de ciencias biológicas de la HKUcontactar con las autoridades de la ciudad china y con la CITES para buscar una respuesta que nunca obtuvo.
Según relata, el organismo internacional le derivó a su web y el gobierno de Hong Kong tardó tres semanas en contestar para instarle a que contactara con los gobiernos de Uganda y Tanzania, los cuales nunca respondieron. “Si las autoridades no monitorizan más diligentemente el comercio internacional de especies amenazadas, esas especies podrían estar expuestas a niveles de explotación inmanejables, lo que podría conducir a la extinción”, insistió Andersson al tiempo que destacó que Uganda había dejado de exportar este producto desde el año pasado, probablemente por “el descenso tan acusado de la población de hipopótamos que ha experimentado el país en los últimos años”.
Para la ex periodista, el hecho de que los propios países pongan freno a la importación de animales en peligro de extinción es un avance, especialmente con una especie que de seguir disminuyendo al ritmo del 30% cada 30 años, podría llegar a desaparecer en un siglo, tal y como alertó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. No obstante, mientras los gobiernos van dando pequeños pasos, queda concienciar a numerosos consumidores y comerciantes cuyos objetos fetiche van desde colmillos de tigre a coloridos picos de pájaros exóticos. Todos ellos de fácil acceso en la ciudad con el aeropuerto de carga más ajetreado del mundo.
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