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elecciones catalanas
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Algunos ganan, pero todos perdemos

Aunque Arrimadas venza en votos, no logra el poder; y aunque los independentistas sumen mayoría, han tocado techo

Berna González Harbour
Colocación de papeletas en el centro Cívico La Sedeta de Barcelona.
Colocación de papeletas en el centro Cívico La Sedeta de Barcelona.Andreu Dalmau (EFE)

Finalizado el recuento, el bloque independentista comenzará rápidamente a reagruparse y aparcar las divisiones que han marcado la campaña para trabajar en un posible Govern que intentará interpretar como una consolidación de su proyecto republicano. Pero muchas cosas han cambiado. Sumaron 72 escaños en 2015 y han logrado 70 en 2017, dos más que la mayoría absoluta, y sin embargo parecen haber tocado techo. La victoria no se mide solo en votos y escaños, sino en proyecto, y éste ha encogido. Los constitucionalistas, por su parte, han movilizado a miles de personas que en otras citas no habían acudido a votar, pero los bloques permanecen más o menos incólumes, inamovibles, sin transferencias aparentes entre sí.

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Llega la hora de elevar el foco y no mirar solo los números de votos y de escaños, que consolidan la división en dos mitades de la sociedad catalana, sino de evaluar también de qué trata exactamente ganar en este 21-D excepcional. La victoria y la derrota son hoy elásticas, subjetivas. Y algunos ganan, pero todos perdemos. Hay varios puntos importantes:

- 1.- Gana la ley. El artículo 155 y la convocatoria de elecciones que anunció Mariano Rajoy tras el voto en el Senado no tenía por objetivo que venciera el bloque constitucionalista ni la lista popular, sino restituir la ley. En ese sentido, ningún resultado podrá desafiar de nuevo los marcos legislativos consensuados por los españoles, de los que el Tribunal Constitucional ha sido y será garante. La participación de los independentistas en una convocatoria decidida desde Moncloa ha sido la mejor prueba de que el engranaje institucional legal ha vuelto a funcionar.

- 2. El unilateralismo ha muerto. La victoria independentista en escaños, de confirmarse, no debe asumirse con triunfalismo ni como un plebiscito sobre su actuación en el procés, sino como un respaldo a los líderes soberanistas por parte de votantes que en ningún caso van a darles la espalda a pesar de los errores cometidos. Una buena parte de ellos está insatisfecha con lo ocurrido, lamenta haber llegado tan lejos y reconoce que no había valorado suficientemente la dimensión arriesgada que conllevaba la declaración de independencia. Pero no por ello les van a abandonar. Tanto ERC como Junts Per Catalunya, si forman gobierno, tendrán que cambiar los tiempos, renunciar a la unilateralidad y, si practican la inteligencia, abordar de otra manera sus objetivos políticos legítimos.

- 3. Nueva líder en el bloque constitucionalista. El enorme avance de los constitucionalistas frente a convocatorias anteriores es también una forma de victoria moral. Tras las manifestaciones que visibilizaron a una ciudadanía antes callada, pero gravemente ofendida por los pasos del anterior Govern, han superado con creces los 1,6 millones de votos que obtuvieron en 2015. Pero en sus filas ha cambiado la hegemonía y es Inés Arrimadas quien más ha logrado convencer. Un rostro joven de un partido joven que no tiene inconveniente en reivindicar el legado del 78, pero con afán renovador. Y sin embargo su victoria no la lleva al poder.

- 4. Los clásicos nacionales pierden. Tanto el Partido Popular como el PSC cosechan un pésimo resultado, el primero, o insuficiente, el segundo. Y eso debe tener consecuencias a escala nacional. El Partido Popular no debería aceptar proseguir sin cambiar, sin sacar lecciones de la responsabilidad que le toca debido a su inacción. Ser uno de los partidos más minoritarios de Cataluña cuando encabeza el Gobierno de la nación nos habla de una fisura insuperable. Tendrán que abordarlo. Y el Partido Socialista de Pedro Sánchez también.

Los resultados, en suma, nos muestran una Cataluña en dos mitades que todos deberían querer evitar. La lección final más probable es que el independentismo, aunque haya renovado los votos, se le ha encogido su proyecto y su capacidad de acción. Y el constitucionalismo ha ganado en votos, pero se le ha encogido la razón.

 

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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