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carta blanca
Columna
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La virtud del agradecimiento

Andrés Barba

Como hincha del Atlético de Madrid, el autor le agradece a su entrenador que el equipo haya recuperado el carácter frente al fútbol de los mercenarios y los contratos millonarios.

Mi querido Cholo Simeone: Vivimos nuestra vida mirando hacia adelante pero la comprendemos mirando hacia atrás. En 2011, cuando llegaste a la dirección técnica del Atlético de Madrid y llevaste a nuestro equipo hasta la victoria de la Europa League, yo vivía junto al lago Balatón, en un pequeño pueblo húngaro. Vi el partido en el ordenador y para celebrarlo me bañé en el lago esa noche sintiendo que mi equipo había renacido. No se trataba sólo de haber ganado un título, sino de una seguridad nueva e infinitamente más preciada: la de que habíamos recuperado nuestro carácter. Más tarde llegarían la Liga, la Copa, la Supercopa y esas dos finales de Champions, todas ellas no hicieron sino confirmar lo que presentí esa noche.

Vivimos nuestra vida mirando hacia adelante pero la comprendemos mirando hacia atrás. Hoy entiendo claramente que lo que sucedió esa noche fue el comienzo de una lección moral: frente al fútbol de los mercenarios internacionales y los contratos gigamillonarios, tú ofrecías un fútbol de equipo y de partido a partido. Puede que al principio te sonrieran con sarcasmo y te consideraran ingenuo, pero a medida que fueron pasando los días las sonrisas resultaban cada vez menos convincentes y a la hora de la verdad hasta el más cínico tuvo que rendirse a la evidencia y copiarte las frases.

En este país se creyó durante muchos años la mentira de que sólo podían ganarse títulos a golpe de billete

Quien acepta una mentira ajena renuncia a la libertad de elegir. En este país se creyó durante muchos años la mentira de que sólo podían ganarse títulos a golpe de billete y que era inevitable que los equipos de fútbol se parecieran cada vez más a empresas multinacionales. Tú llegaste y nos enseñaste una verdad sencilla: que se pueden ganar los títulos con entusiasmo y que un equipo de fútbol es también un lugar de pertenencia para los socios. Las verdades sirven a quienes hacen uso de ellas en la medida en que su posesión les permite vivir más libremente. Gracias por esa verdad sencilla que nos has enseñado a lo largo de todos estos años, gracias por habernos hecho soñar con un fútbol más humano y desde luego más vibrante, gracias por habernos recordado quiénes somos.

Hace años, en la boda de un amigo, un hortera titulado se burló de mí porque llevaba camisa oscura y corbata. “Pareces el Cholo”, me dijo. Nunca a nadie que pretendía burlarse le salió más el tiro por la culata. Es extraña la virtud del agradecimiento. No siempre se tiene y, cuando se tiene, no es infrecuente que llegue demasiado tarde o con palabras que no son las apropiadas. Pero cuando el agradecimiento es legítimo emana siempre un aroma indudable. Yo espero que esta carta tenga al menos ese aroma. Podría parecerse al aroma de un buen asado. Se sabe que está ahí. Y uno casi siente ganas de echar la puerta a patadas para que le inviten a comer a esa casa.

Con afecto, Andrés Barba. 

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