_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los inmigrantes a sorteo

Europa no puede ser solamente un mercado sin corazón. Ya basta.

Sami Naïr
Foto de familia de los 24 Estados miembro de la Cooperación Estructurada Permanente de la UE, en el marco de la reunión del Consejo Europeo celebrada en Bruselas (Bélgica) el 14 de diciembre de 2017.
Foto de familia de los 24 Estados miembro de la Cooperación Estructurada Permanente de la UE, en el marco de la reunión del Consejo Europeo celebrada en Bruselas (Bélgica) el 14 de diciembre de 2017.EFE

In memoriam de Antonio Garcia Ocón, bombero que ayudo a los refugiados en 2015

La Unión europea va mal y no es por culpa de la Comisión de Bruselas en cuanto a defensa de los derechos humanos. Ayer, en la reunión del consejo europeo se demostró, una vez más, la responsabilidad culpable de los jefes de Estado, especialmente los del este, en la situación vergonzosamente inhumana impuesta a los refugiados llegados a territorio europeo. Desde finales de los 80 la inmigración fue concebida como una variable de ajuste estructural del mercado de trabajo europeo, pero nunca como hoy se había puesto en evidencia, con tanta claridad, la crueldad de esta visión.

Más información
Los choques sobre inmigración y la reforma del euro marcan la última cumbre europea del año
La Comisión ataca a Tusk por su plan para eliminar las cuotas de asilados

En 2015 la Comisión de Bruselas reaccionó con rapidez ofreciendo acogida a los refugiados, pero se necesitó semanas para que los Estados nación se pusieran de acuerdo sobre un mecanismo de cuotas ridículamente reducido. Aceptaron acoger en dos años a ¡160 000! y hasta la fecha no se ha recibido a más de ¡50. 000! El resto, miles de ellos, se hacina en campos de internamiento o vaga por el espacio europeo sin papeles, sin derechos, siendo rehén de los controles policiales y víctima de las mafias.

Los países del grupo de Visegrad (Hungria, Polonia, República Checa y Eslovaquia) no acogieron ni a una sola persona. Rompieron la solidaridad europea y el respeto a los derechos humanos y pisotearon los valores jurídicos de los tratados europeos. Ahora, con Donald Tusk, presidente polaco del Consejo Europeo, buscan acabar con la decisión de aplicar las cuotas comprometidas frente a Alemania y Francia. En la reunión del Concejo, se estrenó un baile de hipocresía entre los jefes de estado cuya única decisión fue ajustar la política de restricción. Van en la dirección del viento, es decir, del racismo, la xenofobia y el conservadurismo que, hoy en día, sopla sobre los pueblos europeos. Es una política profundamente peligrosa que en vez de reducir la influencia de los movimientos de extrema derecha, los fortalece dándoles la razón.

Es claro : en materia de derechos humanos e inmigración no hay comunidad de visión en la UE. La ampliación a los países del este se ha hecho precipitadamente. La mayoría de estos países entró a la UE sólo por razones económicas, considerando a Europa como un mero mercado para enriquecerse mientras los partidos ultraconservadores en el poder en Polonia y Hungría están difundiendo ideologías xenófobas muy dañosas para la Unión

¿Cuándo llegará el día que los jefes de estado europeos comprendan que, lejos de los pequeños ajustes y regateos que están acordando para mantener una fachada de unión, ha llegado el momento de abrir, con la participación de los movimientos de solidaridad con los inmigrantes, un gran debate sobre el futuro de la política migratoria de la Unión? Empezando, en este caso, a poner en su sitio a los países recalcitrantes en el respeto a los derechos humanos. Europa no puede ser solamente un mercado sin corazón. Ya basta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_