Compartir el poder
Si ahora más mujeres se sienten preparadas para hablar es posiblemente porque consideran que pueden enfrentarse a las represalias con un mínimo de garantías
“Las rompedoras del silencio”. Ellas son las personas del año para Time: las mujeres que han denunciado a los hombres que las acosaron, y con ello “impulsaron un movimiento”. El año pasado fue Donald Trump: por biografía y por plataforma política, es difícil encontrar a alguien que represente tan claramente lo contrario a Ashley Judd, Isabel Pascual, Susan Fowler, Adama Iwu, Taylor Swift y todas las otras mujeres que hay detrás de su imagen. Ese contraste entre las portadas de la revista de 2016 y 2017 sirve como metáfora del conflicto en marcha.
Porque, que nadie se lleve a engaño, esto es una lucha por el poder. Cualquier movimiento por la igualdad lo es, pues sin una redistribución del mismo el compromiso por un futuro igualitario no es creíble. Si más mujeres se sienten preparadas para hablar hoy que ayer es posiblemente porque consideran que pueden enfrentarse a las represalias con un mínimo de garantías, que pueden ser escuchadas y creídas. Y no sería de extrañar que esto tenga mucho que ver con que hoy hay más mujeres con poder (económico, político, mediático, cultural) que ayer.
“El siglo XX vio la revolución de las mujeres. El XXI verá la adaptación (o no) de los hombres a las consecuencias de esta revolución”. Eso escribió Avivah Wittenberg-Cox en la Harvard Business Review hace solo unos días. Aunque cuando uno presta atención a los números queda claro que aún queda mucho por lo que rebelarse, sí es cierto que quizás el proceso ha madurado lo suficiente como para que haya una contrarreacción por una parte de quienes sienten que pierden con el cambio.
Sin embargo, aquellos que sinceramente deseen un avance de la democracia no pueden sino alegrarse de esta transferencia. Porque de eso va la construcción de sociedades pluralistas: de que el poder esté más distribuido. Aunque claro, la prueba del algodón se produce cuando ese poder se “redistribuye” en contra de uno mismo. En definitiva: quien esté en una posición de privilegio y luche, o diga luchar, por un avance en la igualdad, debe estar dispuesto a compartir los espacios de poder, más que a conceder graciosamente la victoria. @jorgegalindo
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