Extremadura
Si los extremeños quieren que el Gobierno y España les hagan caso tienen que declarar la independencia de su comunidad autónoma
Tanto hablar de Cataluña, del procés, de la DUI, de la rocambolesca huida de Puigdemont a Bruselas, del encarcelamiento de los exconsellersque se quedaron aquí, de la fuga de empresas, del 155, de las elecciones del 21 de diciembre, de Gabriel Rufián…, ¿sabían ustedes que existe un lugar en España que se llama Extremadura?
Extremadura es una región española situada al oeste de la Península, en la frontera con Portugal, compuesta por dos provincias, Cáceres y Badajoz, y habitada por un millón de personas (otras tantas al menos viven fuera de ella por necesidad). Su capital es la antigua Emerita Augusta, una de las capitales del imperio romano en la península Ibérica, y de sus tierras salieron los principales conquistadores de América, desde Pizarro a Orellana y desde Hernán Cortés a Valdivia. Su paisaje es muy variado, como corresponde a las dos provincias más extensas de este país: Cáceres tienes sierras indómitas y valles llenos de frutales como los de la Vera o el Jerte y Badajoz inmensas dehesas donde se crían cerdos ibéricos y millones de cabezas de ganado entre los alcornoques y las encinas más venerables de toda Europa. Los ríos Tajo y Guadiana riegan sus tierras y entre sus ciudades y pueblos hay tres al menos que han sido declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, pero su pobreza y atraso seculares no han remitido, al contrario, van en aumento, dada su falta de industrialización.
Esta semana, los extremeños se han manifestado en Madrid para pedir trenes dignos para su tierra y no los que continúan teniendo, que tardan hasta seis horas para distancias que hacia otros puntos de España los modernos AVE hacen en menos de la mitad. Viéndolos en la televisión, bastantes españoles repararon en su existencia, así como en la de la región de la que proceden y que para muchos es un agujero negro en el mapa. Habrá incluso quien se haya dado cuenta al ver las imágenes de que Extremadura no es una entelequia o el pozo sin fondo que los independentistas catalanes ponen como ejemplo de sus desdichas a la hora de repartir los dineros que aportan a la Hacienda Pública. Extremadura nos roba diría de buen grado más de uno si hacerlo no fuera una afirmación vergonzosa.
Pero se equivocan los extremeños manifestándose pacíficamente en Madrid para pedirle al Gobierno que les construya trenes del siglo XXI como a las demás regiones. Si los extremeños quieren que el Gobierno y España les hagan caso tienen que dejarse de manifestaciones y cartas a los periódicos y declarar la independencia de su comunidad autónoma, para la que tienen el mismo derecho, ni más ni menos, que cualquier otra. ¿O no?
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