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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Trata de nosotros, trata de nosotras

Ocho adolescentes reflexionan sobre la prostitución, la violencia sexual y los privilegios en un documental

Fotograma del documental 'Trata de nosotros, trata de nosotras'.
Fotograma del documental 'Trata de nosotros, trata de nosotras'.

España, donde un 39 % de los hombres consumen prostitución según la Asociación de Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), es uno de los países con las cifras más altas de Europa. Hay evidencias de que existen numerosas redes mafiosas que trafican con mujeres y niñas más allá de las fronteras. La trata de personas con fines de explotación sexual tiene que acabarse y para eso es necesario actuar desde la mayor cantidad de lugares posibles y tomar responsabilidades.

Por eso nos fuimos cinco meses al IES Madrid Sur a reflexionar con ocho adolescentes acerca de lo que nosotros, como ciudadanos europeos privilegiados, podemos aportar para construir un mundo mejor donde, en un futuro, no exista la esclavitud sexual. Lo hicimos empleando el teatro y realizando un proceso creativo que culminó en un espectáculo llamado 'Trata de nosotros, trata de nosotras' que se realizó en el centro cultural Conde Duque de Madrid dentro del Festival Piel con Piel.

Este miércoles 22 de noviembre se presenta en Cineteca el documental de BRBR Films que registra este recorrido en el que los protagonistas abordan temas como la sexualidad, las violencias de género, la identidad y la esclavitud sexual. Conversamos con los integrantes de BRBR Films para conocer algo más de esta pieza, de su trabajo y del enlace con Calatea y el proyecto Piel con Piel.

P. Sois un colectivo de creación audiovisual que trabaja con una gran heterogeneidad de formatos, géneros y tipo de proyectos. ¿Por qué os interesó colaborar en un proyecto como Piel con Piel? ¿Qué relación creéis que tiene con vuestra poética y forma de trabajar?
R. BRBR es un colectivo con conciencia de género y sentimos que este proyecto era cercano a nuestras inquietudes. A la hora de trabajar el audiovisual solemos hacerlo desde un punto de vista bastante formal. Este proyecto era un reto porque nos obligaba a olvidar ese recubrimiento que damos a nuestras piezas y centrarnos más en la observación, en el aprendizaje, en ofrecer la posibilidad de transmitir la experiencia que suponía participar en el taller.
P. ¿Cómo fue el proceso de trabajo con Calatea y con el proyecto Piel con Piel? ¿Cómo os planteasteis la metodología de trabajo?
R. Decidimos que teníamos que trabajar con un equipo pequeño para intentar no intimidar a lxs chavalxs y durante el taller no invadir su espacio de trabajo. También por cuestiones de presupuesto usamos los recursos que teníamos disponibles por lo que una de las apuestas era trabajar con aquello que ya teníamos. El equipo, compuesto por dos cámaras y una sonidista, acompañaba todas las sesiones de trabajo, una vez a la semana, y entendimos que nuestra labor era de observación y seguimiento del trabajo que ellos hacían. En este caso, por primera vez, no proponíamos los escenarios ni la narración del proyecto, sino que dejábamos que la realidad fuera surgiendo y nuestra tarea era capturarla.
P. Lográis invisibilizaros para que la cámara pueda registrar momentos de sinceridad, cuidáis a los chavales que estáis filmando, hay una ética de la mirada y del rodaje muy interesante detrás de este proyecto, la película transpira empatía. ¿Cómo fue trabajar con este grupo?, ¿fue cambiando la relación a lo largo del proceso?
R. Nuestra manera de ser invisibles era, ante todo, ser sinceros con ellxs. Eso es fundamental. Desde el primer día les explicamos lo que íbamos a hacer, les decíamos que nosotros no éramos importantes, que no veníamos a proponerles algo nuevo sino a seguirles en lo que ya hacían durante el taller con Calatea. Era importante que se centrasen en el taller y no en nuestras cámaras. Una vez esto quedó claro, si hubo un proceso con ellos, y sí que es verdad que hubo una evolución, pero más en nosotros, en la percepción que teníamos de ellos: detectábamos mejor cual era la sensibilidad de cada uno de ellos, entrando un poco más en su mundo interior. A medida que iban perdiendo la vergüenza y el miedo a expresarse y ser ellos mismos, nosotros podíamos ir trazando y captando esta evolución. Es importante pensar que nosotros solo rodábamos dos horas a la semana, y que no ha habido tiempo real para establecer lazos personales y recíprocos con ellos. Obviamente la confianza creció a lo largo del curso, pero más dentro del taller y con el equipo de Calatea, pero ten en cuenta que nosotros éramos como el espectador. Era el taller lo que generaba esa confianza, y nosotros estábamos acompañando ese proceso.
P. Frente a trabajos publicitarios o de videoclip que habéis realizado, donde la estética tiene una gran importancia, este trabajo está muy marcado por una estética más desnuda y natural. No hay iluminación artificial, ni mucho equipo, la cámara tiembla, busca, tiene que improvisar. ¿Cómo ha sido trabajar con estas condiciones?, ¿qué aporta a vuestro trabajo el poder, de alguna forma, liberaros de las demandas de la realización de videoclips y anuncios publicitarios?
R. Rescataríamos la sinceridad, la espontaneidad y la libertad de poder rodar lo que estaban creando estxs chavalxs sin tener la obligatoriedad de pensar en un producto final. Esto te permite trabajar más desde un lugar intuitivo y tu preocupación es que lo que tus ojos ven lo capte la cámara. Si es verdad que esto no significaba que no estuviéramos inscritos en un marco ya dado, con una serie de condicionantes que también nos limitaban. En parte es un arma de doble filo, porque sí tienes esa libertad de movimiento y de acción pero también te coarta el hecho de que. Al observar, fueran surgiendo ideas que sabíamos que no serían realizables por la naturaleza del proyecto. De este proceso de trabajo lo que rescatamos la oportunidad de trabajar intentando contar con la cámara lo que tu ojo está viendo pero sin ningún tipo de sortilegios; trabajas más con el encuadre en directo y desarrollas otro tipo de escucha y de acción. Todo esto implica otra forma de poner la cámara. Tienes que ser muy rápido y al mismo tiempo muy cuidadoso con lo que grabas. La realidad venía hacia nosotros y éramos nosotros los que nos teníamos que adaptar a aquello que lxs chavalxs estaban haciendo, a lo que debatían y creaban en los talleres.
P. ¿Qué queríais transmitir más allá de documentar y comunicar la experiencia del taller? ¿De alguna forma dialogaron los procesos creativos del interior del taller y de la creación de la pieza final con vuestro propio trabajo?
R. La clave estaba más en la grabación que en el montaje. La sinceridad y respeto con la que trabajábamos permitía que ellos entendieran qué estábamos buscando de ellos. A medida que se sentían más seguros durante el proceso de los talleres y la creación de la obra iban siendo más capaces de ofrecernos, de alguna forma, materiales cada vez más interesantes. Cuando lxs chavalxs empiezan el taller nosotros ya estamos. BRBR formaba parte desde el primer momento de esa experiencia nueva a la que se acercaban. Como nosotros poníamos la cámara delante, sin esconderla ni camuflarla, ellos ya eran partícipes. Delante de la cámara ya eran como actores y tenían su libertad y su imagen en sus manos.

En el momento del montaje aprendimos mucho de la grabación. Era la primera vez que nos enfrentábamos a un material tan libre y, hasta que no nos pusimos a editar, no fuimos conscientes de qué y cómo habíamos grabado. Además, teníamos un montón de horas de material grabado sin un guion previo, no queríamos que hubiera pautas a priori, sino simplemente capturar lo máximo posible de las sesiones del taller. Hemos optado más por los momentos representativos de la experiencia que fue el taller. Lo que nos interesaba, sin romper una estructura de montaje, era reflejar la manera en la que ellos vivían sus experiencias y emociones al respecto. No optamos por una narración lineal que documentase todo lo sucedido a lo largo de esos meses durante el taller, sino que queríamos que el espectador pudiese empatizar, tratar de trazar una línea de entendimiento no solo del contenido del taller sino también de las emociones que lxs chavales habían descubierto durante su desarrollo.

P. Como observadores privilegiados del proceso que supone el Taller Piel con Piel, ¿en qué sentido creéis que esta experiencia ha cambiado a lxs chavalxs?
R. Notas perfectamente cómo van ganando seguridad, herramientas para ir afrontando el mundo. Ellos había cosas que no podían hablar con amigos que no estaban en el taller, no solo porque dentro del taller se hubiera creado más confianza, sino por el nivel de entendimiento al que habían llegado acerca de las problemáticas que ahí trataban. Es un taller que hay que ser valiente, es una edad complicada para hacer teatro y encima era en horario extrascolar. Llegan a un debate profundo sobre su identidad, el cuerpo, su relación con el sexo y el género. Esto genera una muy buena base para que, cuando el debate sobre la prostitución y la trata se haga real y no forme parte solo de su imaginario, puedan enfrentarse a estas situaciones y problemáticas con una madurez y un conocimiento que las generaciones anteriores no tenemos. Creemos que es muy buena semilla, les da las herramientas para que puedan desde su propia visión personal tener una posición clara respecto a estos temas. El taller no es un panfleto, genera preguntas y dudas que antes del taller no tenían y que no se cierran una vez termina el taller, no hay un punto de vista único.

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