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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Netflix, 'Sense8' y los derechos humanos

Una fábula que posee todos los argumentos para conseguir un futuro diferente de lo que ya tuvimos

La serie de las hermanas Wachowski, 'Sense8', propone un futuro de activismo antisistema.
La serie de las hermanas Wachowski, 'Sense8', propone un futuro de activismo antisistema.Netflix

Acaba de empezar en Netflix la segunda temporada de Sense8, una de las más finas y mejores series con las que me encontrado. Es la serie que más me ha removido y más me ha hecho pensar sobre el poder excepcional de una buena narrativa. En un momento en el que nos debatimos entre la humanidad y la deshumanización, la diversidad y la homogeneización, la pirámide y la red, nuestro terruño y el mundo, la libertad individual y el sistema, el amor y el odio, Sense8 presenta una fábula que posee todos los argumentos para que elijamos lo que yo estimo es el camino correcto para conseguir un futuro diferente de lo que ya tuvimos.

Nos encontramos en un momento clave para el mundo. Durante muchos años avanzamos hacia la consecución de derechos fundamentales y parece que ahora nos hemos parado en seco y que podemos incluso iniciar un retroceso, de hecho, en algunos casos estamos ahí, retrocediendo.

Les pongo un ejemplo, ¿sabían que la mitad de los muros fronterizos que existen actualmente, unos ochenta, se han construido en los últimos años? Las cifras son espeluznantes, en el año 2005 apenas había 20 muros, en 2011 ya eran 55; en 2017, 80. Los muros son la expresión física de un concepto tremendo, el que separa a los unos de los otros marcando una diferencia social inapelable entre ambos: a un lado del muro tendrás una vida digna al otro, posiblemente no.

Contra este tipo de enfoques que tienen en común el determinismo que marca la vida de los seres humanos –que entiende que según donde nazcas y quiénes sean tus padres serás una cosa u otra– solo queda encontrar ejemplos donde se normalicen y se hagan atractivos los valores que nos llevarán a seguir avanzado en el camino de la consecución de derechos. Es muy difícil hacer atractivas cosas que socialmente resultan complicadas de aceptar. El ejemplo más claro es el de la diversidad. Es uno de los valores más castigados por todas las sociedades del mundo. Lo diferente, para ser bueno, tiene que ser exótico y si no, es raro. Sin embargo, la diversidad es indispensable en cualquier evolución, como explica siempre muy bien el genetista Pepe Esquinas cuando habla de diversidad agrícola.

No es una casualidad que Sense8 sea uno de los mejores productos narrativos de los últimos tiempos. Sus creadores son las hermanas Wachowski, los de Matrix. Y Sense8, a través de una trama con un toque ciencia ficción que puede resultar disuasorio al principio pero que engancha perfectamente a medida que avanza el relato, es una oda a la diversidad, a la red, a la lucha por los derechos. Los personajes se encuentran situados en casi todos los continentes, y son completamente diferentes. A través de ellos descubrimos cómo se vive en África el problema del SIDA y de la corrupción política, o la homosexualidad en México, por poner dos ejemplos. Y además de toda la belleza y el amor que preconiza, Sense8 es un promotor del activismo antisistémico y nos recuerda constantemente que se puede cambiar el sistema, poco a poco, paso a paso; no debemos conformarnos con lo que está mal. "Tu vida está definida por el sistema o por el modo en que luchas contra él".

Seguro que algún purista que me esté leyendo pensará que soy una hippy modernilla venida a más. Es posible que así sea, pero mi opinión sobre Sense8 la comparte millones de espectadores en todo el mundo. Es muy probable que, a través de su exquisita narrativa, Sense8 esté consiguiendo sensibilizar mucho más que todas las oenegés del mundo juntas. Démosle una buena pensada a este tema, con humildad y apertura. Amén.

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