Robots sexuales y tostadas que se controlan con la voz: así iba a ser 2017
Cuatro películas del siglo XX, ambientadas en 2017, muestran las delirantes predicciones de la época
Año 2017. La burocracia es asfixiante. Las relaciones sexuales requieren un contrato previo, así que los hombres recurren a robots femeninos para tener sexo. Aunque una crisis económica ha degenerado en un mundo postapocalíptico y es necesario reciclar máquinas del siglo XX, la robótica ha dado un salto de gigante respecto a las décadas previas. En paralelo, las camareras llevan la cara maquillada como el cantante de Kiss.
Este es, básicamente, el resumen de la delirante, y machista, Cherry 2000, una película futurista grabada en 1987 y protagonizada por Melanie Griffith. Los guionistas no dieron ni una, confirmando lo que opina Errol Morris, director de algunos de los mejores documentales de la historia: “Soy profundamente escéptico acerca de nuestra capacidad para predecir el futuro, en general, y el comportamiento humano, en particular”. La humanidad sigue muy lejos de mantener relaciones sexuales con robots medianamente realistas.
En la película Cherry 2000, las relaciones sexuales requieren un contrato previo y los hombres recurren a robots femeninos
El próximo 15 de noviembre, en Madrid, cuatro expertos intentarán predecir el futuro en el evento El mundo en 2050, organizado conjuntamente por OpenMind y Materia, la web de ciencia de EL PAÍS. El riesgo de equivocarse es alto, pero disminuye a medida que aumenta el conocimiento de quien hace la predicción, como escribió el filósofo Mario Bunge: “La concepción del mundo del hombre contemporáneo se funda, en medida creciente, sobre los resultados de la ciencia: el dato reemplaza al mito, la teoría a la fantasía, la predicción a la profecía”.
Es interesante echar la vista atrás y ver cómo el pasado se imaginaba su futuro: nuestro hoy. Otra película ambientada en 2017, Barb Wire, estrenada en 1996 y protagonizada por Pamela Anderson, muestra un EE UU gobernado por una dictadura fascista y bajo una segunda guerra civil, en la que los ciudadanos recurren a lentillas para burlar los escáneres de retina que impiden cruzar las fronteras para salir del país.
Los guionistas no suelen ser optimistas con el futuro. Tampoco lo fueron los de Fortaleza infernal, un filme de 1992 con Christopher Lambert al frente del reparto. De nuevo, año 2017. La superpoblación es tal que en EE UU está prohibido tener más de un hijo. Sin embargo, tras la muerte de su primogénito, la pareja protagonista lo vuelve a intentar y ella queda embarazada. Descubiertos, son enviados a una prisión de MenTel, la corporación que controla la sociedad.
En Fortaleza infernal, una prisión privada lee los pensamientos y sueños de sus reclusos
Fortaleza infernal, titulada La fortaleza en América, incluye tecnologías que todavía representan el futuro. La empresa malvada vigila a los presos 24 horas con cámaras teledirigidas, pero también monitoriza sus sueños y castiga a los reclusos que tienen pensamientos prohibidos. En el 2017 auténtico, esto sigue siendo ciencia ficción, aunque neurocientíficos de todo el mundo trabajan para leer con precisión la actividad cerebral.
En la cárcel de MenTel, los barrotes son rayos láser y la disciplina la impone un dispositivo llamado intestinador, implantado en el estómago de cada recluso. En caso de infracción, el intestinador provoca automáticamente dolores extremos al prisionero.
El actor Arnold Schwarzenegger también llegó a 2017 antes que el resto de la humanidad, en la película Perseguido (El sobreviviente o Carrera Mortal, en América). El filme, rodado en 1987, arranca con una voz en off: “En el año 2017, la economía mundial se ha colapsado. Escasean la comida, los recursos naturales y el petróleo. Un estado policía, dividido en zonas paramilitares, impone su ley con mano de hierro. La televisión es controlada por el estado y un sádico concurso llamado Perseguido se ha convertido en el programa más popular de la historia”.
En Perseguido, de Schwarzenegger, las supuestas viviendas de 2017 se iluminan diciendo "luces"
En el filme, Schwarzenegger, un inocente condenado a la cárcel por una masacre que no ha cometido, tiene que luchar a muerte por su libertad en un programa de telerrealidad. Más allá del absurdo, los guionistas dejan ver cómo imaginaban 2017 en 1987. Las puertas no se abren con llave, sino con códigos numéricos. Las viviendas se iluminan diciendo “luces”. El desayuno se prepara solo al grito de: “¡Cocina! ¡Tostada y café!”. Y la tele se enciende diciéndole “Canal 1”. Pero el error de predicción no es solo tecnológico. En ese supuesto 2017, la tele sigue emitiendo programas de aeróbic, con gimnastas en mallas ochenteras.
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