_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Intemperie

Si con Cataluña ocurre lo peor, la culpa será de muchos, un fracaso colectivo sin precedentes

Almudena Grandes
Vista de la manifestación convocada por Societat Civil Catalana ayer en Barcelona.
Vista de la manifestación convocada por Societat Civil Catalana ayer en Barcelona.Quique García (EFE)

No hay nada que celebrar. Esto aún no ha terminado, pero ya se intuye un final sucio, feo y, sobre todo, triste. A mí, al menos, me parece tristísimo que tras el fracaso del Estado, los padres de la Patria vayan a ser el Sabadell, CaixaBank y Gas Natural. Que las esteladas se desinflen bajo su presión a una velocidad inaudita, muy superior a la obtenida por la legalidad, la convivencia y el respeto a los discrepantes, no resulta menos desolador. Para describir la calidad de una clase política que oscila entre la astucia cazurra y las porras de unos, y la ingenuidad naif y la demagogia de otros, no es fácil encontrar adjetivos. Antes del 1 de octubre, me sobrecogía la soledad de tantos catalanes —los que se oponen a la independencia y no votan al PP— abandonados a su suerte en la más estricta intemperie. Ahora, millones de españoles compartimos esa sensación en cada pueblo y cada ciudad. Pero todo puede empeorar, porque no se puede jugar con las ilusiones y la esperanza de la gente yendo de farol, enseñar tres tristes doses, y decir Diego donde se decía digo. Tal vez, aparte de apuntalar en el poder a Rajoy, culpable principal de todo lo que ha pasado, esta intentona desarrolle el paradójico efecto de enterrar las expectativas electorales del independentismo catalán durante una buena temporada, pero ninguna paradoja logrará desactivarlo. Los radicales que no tienen nada que perder con la caída del Ibex 35 se radicalizarán todavía más, y no tienen mucho margen. Todavía no sabemos lo que puede llegar a ocurrir, pero si ocurre lo peor, la culpa será de muchos, un fracaso colectivo sin precedentes. Antes de que sea tarde, alguien debería asumir con coraje y con claridad la ineludible necesidad de refundar nuestra democracia.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_