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Miu Miu, un éxito para todos los públicos

Chanel construye una cascada en su desfile y Louis Vuitton imagina un futuro versallesco en una Semana de la Moda de París obsesionada con los 'millennials'

Desfile de Miu Miu, este martes en París.
Desfile de Miu Miu, este martes en París.Francois Mori (ap)
Carmen Mañana

En 2025, el 45% de los consumidores de productos de lujo serán millennials (nacidos después de 1980) y miembros de la Generación Z (a partir del 2000), según un estudio de Bain&Co, una de las consultorías más prestigiosas del sector. Se trata de jóvenes que piensan y compran de una forma completamente distinta a como lo ha hecho históricamente el mercado. Y representan un futuro incierto para una industria como la de la moda que, de acuerdo con el último informe de la asesoría McKinsey&Company, mueve 2.000 millones de euros.

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La lucha por la conquista de este grupo demográfico –o lo que es lo mismo, por la supervivencia a medio plazo- todavía resulta muy desigual. La semana de la moda de París, que este martes llegó a su fin, es una buena prueba de ello. Porque aunque hay marcas con buena puntería, la mayoría no consiguen dar en el blanco y algunas hasta han terminado disparándose en el pie.

La italiana Miu Miu juega con ventaja. Al fin y al cabo, es la línea juvenil de Prada y su directora creativa –Miuccia Prada- ha sabido interpretar mejor que nadie las pulsiones sociales a través de la moda. Irónicamente, la diseñadora asegura que odia la palabra millennial. En su opinión se trata de un término sobreexplotado que hace referencia a una categoría comercial y no a un grupo de población real. Si su brillante propuesta para la próxima primavera-verano consigue seducir a este nicho de mercado del que reniega, solo las ventas lo dirán. Pero lo que ni ella misma puede obviar es que apela a la memoria emocional de la Generación X (nacidos entre 1961 y 1981): del grunge a Dirty Dancing. No en vano, el trabajo que mostró este martes conectaba directamente con las primeras colecciones que la firma mostró en Nueva York durante los noventa. Sobre la pasrela, pantalones de colegial, chalecos de leñador y abrigos elaborados en un tejido plástico que recordaba a los manteles de hule de los setenta. A través de un equilibrado juego de superposiciones, la italiana fusionó camisetas, vestidos estampados y túnicas transparentes o de encaje. Esta últimas fueron enriqueciéndose con bordados hasta derivar en resplandecientes vestidos años cincuenta al final del desfile, en el que más del 70% de las modelos no eran caucásicas, según señalaron desde la casa. Mención aparte merecen los complementos, que iban desde los zapatos joya hasta las sandalias ortopédicas. Como Valentino el domingo, Prada buscaba dar importancia a lo sencillo. A diferencia de la firma capitaneada por Pierpaolo Piccoli, lo consiguió.

Desfile de Miu Miu, en París.
Desfile de Miu Miu, en París.Getty Images

Como sucede con la maestra italiana, para los milenials “todo es posible aquí y ahora”, según relata Claudia D'Arpizio, una de las expertas que han elaborado el informe de Bain&Co. Su percepción del tiempo, el espacio y las probabilidades resulta diferente, asegura en una entrevista a Forbes, porque son nativos digitales.

Lo que no implica que solo admitan la compra online. Otro de los grandes estereotipos que pesa sobre esta generación es que valoran más las experiencias que las posesiones. Por lo que para atraerles hacia los puntos de venta analógicos, las marcas deben conseguir que cada visita a sus boutiques sea irrepetible. Ese, sin duda, uno de los objetivos de la nueva y monumental tienda que Louis Vuitton inauguró el lunes en la place Vendôme. Un espacio de cuatro plantas donde dentro de seis meses colgará la colección que Nicolas Ghesquière presentó el martes por segunda temporada consecutiva en el museo del Louvre. Ante los restos de una fortaleza medieval, el francés entabló –según sus palabras- un diálogo entre pasado y el presente de la costura. Un interesante viaje desde las casacas versallescas hasta la americana arquitectónica. Todo aderezado por pantalones techno, zapatillas deportivas futuristas, blusas jacobinas y vestidos con volúmenes que evocan los miriñaques y batas de budoir. Inconformista y contemporánea, con guiño incluido a la serie Strangers Things en una camiseta.

Louis Vuitton inauguró el lunes en la place Vendôme.
Louis Vuitton inauguró el lunes en la place Vendôme.Pascal Le Segretain (Getty Images)

En opinión de D’Arpizio las firmas que sobrevivirán a estos nuevos consumidores serán las “que pasen de celebrar su propio legado a priorizar las pasiones de sus clientes; y de recordar obsesivamente su pasado a ofrecer una estética de futuro y permitir que sus clientes expresen su propia identidad”.

A sus 84 años, Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel, no parece interesado en renovar el estilo de la legendaria casa, pero sus desfiles constituyen una experiencia difícil de igualar. Tanto en grandilocuencia como en Likes. No así en afán experimental. El mismo reconocía este martes a la edición británica de la revista Vogue que no se encontraba plenamente satisfecho con su trabajo. “Creo que soy vago. Puedo hacerlo mejor. Me esforzaré más la próxima vez”.

Desfile de Chanel, en París.
Desfile de Chanel, en París.PATRICK KOVARIK (AFP)

El alemán tocó techo–literal y figuradamente- hace un año cuando hizo despegar un cohete de 20 metros dentro del Gran Palais. Este martes se conformó con levantar una majestuosa cascada en mitad de un bosque tropical. Este espacio le sirvió de excusa para llenar la pasarela de plástico: el que daba forma a las botas transparentes, guantes de plexiglás y chubasqueros que, en versión larga o con forma de capelina, cubrían su enésima revisión de mítico traje de chaqueta ideado por Coco Chanel. En esa ocasión, reinterpretado en tweed de lúrex. La catarata justificada también la profusión de gabardinas, aunque no tanto la serie de vestidos blancos rematados con el icónico lazo negro que la diseñadora convirtió el siglo pasado en seña de identidad de su maison.

Baile de abrigos

Un grupo de bailarinas de hiphop con zapatillas de ballet abrieron el desfile de Moncler. La metáfora era tan evidente como su propuesta: fusionar lo clásico y lo actual; sus famosos abrigos de plumas con diseños donde la funcionalidad quedaba en último lugar, como los bodies-sudadera de algodón y encaje. Un tejido, este último, que también recorrió sus parkas y cortavientos. El equipo de la firma francesa hizo un gran esfuerzo para arropar sus chaquetones con prendas más aspiracionales –faldas de plumas, vestidos de tul -, pero la innovación más importante residía en los abrigos y sus tejidos tecnológicamente impecables, verdadera razón de ser de la casa.

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