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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
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En Mozambique también es 1 de octubre

La melancólica y enfadada mirada de un pediatra en África sobre la situación que vive España

Niños en una aldea de Mozambique.
Niños en una aldea de Mozambique. Gonzalo Fanjul

Mi nombre es Rosauro Varo Cobos y tengo treinta y cinco años. Soy pediatra y actualmente trabajo en Mozambique en un hospital rural y en un centro de investigación. Y por lo que puedo ver en el calendario hoy es 1 de Octubre. Supongo que como será en muchos otros sitios del mundo. A mí me ha tocado vivirlo aquí en Mozambique, con su propia realidad. Para ser más exactos, una parte de la realidad, la mía y la de los que me rodean. Cada uno se enfrenta como puede a la suya y lo lógico es que nos movamos en los límites en los que nos encierra. Los límites sociales, políticos, profesionales y personales. Y entre esos límites no puedo dejar de sentir enfado, tristeza, cansancio, desasosiego y resignación.

En las últimas horas se ha muerto en el hospital una niña de un año infectada por VIH y que llegó al hospital en estado de desnutrición severa. Tras una semana en el hospital no sabemos qué es lo que ha ocurrido exactamente con ella. En la habitación donde estaba, sigue ingresado un niño de siete años también malnutrido, pero cuya desnutrición refleja otra realidad. Este niño no está infectado por VIH, pero la desnutrición es consecuencia de la dejación y del maltrato que recibe en su familia. Tiene un retraso del desarrollo severo entre otras cosas, por la privación neurocognitiva y afectiva que ha padecido. No habla, no camina y se sienta con inmenso esfuerzo.

En otra sala se recupera otro niño de unos nueve meses que vino al hospital acompañado de su vecina. Encontró al niño casi agonizando. No sabemos dónde está la madre. Llegó al hospital con un valor insignificante de hemoglobina y hubo que rebuscar y mendigar una bolsa de sangre porque el banco del hospital no tenía ni una gota de su grupo.

En otra de las salas hay otro niño de unos diez años que tiene el 50% de su cuerpo afectado por quemaduras de segundo grado y que cada día sufre una tortura con las curas de las heridas. Y cuento solo una parte de lo que pasa por aquí el 1 de octubre, pero no es nada extraordinario porque no son casos excepcionales. Es la rutina diaria de este y muchos hospitales de Mozambique y del mundo. Donde las realidades establecen límites que no sabemos ni que existen. Que no sabemos interpretar porque ni siquiera los podemos imaginar.

Es por eso por lo que hoy siento enfado, tristeza, cansancio, desasosiego y resignación. Porque yo también quiero hablar de justicia, derechos y libertades. O, mejor aún, me gustaría que quien de verdad experimenta la carencia de todo eso pudiese hablar. Porque yo, a pesar de todo, hablo como espectador. Los que sufren la falta de justicia, la violación de sus derechos y el maltrato de sus libertades son otros. No sé qué significa todo eso. Muchos de los que vienen del mismo sitio que yo tampoco. A pesar de lo que quieran hacernos ver unos políticos pirómanos que desde ambas partes han incendiado un país que debería estar hablando hoy del acceso universal a la sanidad, de la precariedad laboral de los jóvenes, del maltrato infantil que es voluntariamente ignorado por la sociedad, de la violencia crónica contra la mujer, de la situación humanitaria de refugiados e inmigrantes, del bienestar de nuestra población más anciana, del compromiso ecológico con nuestro entorno….

Y por qué no, aunque sea solo de manera fugaz, de los que un 1 de octubre luchan hasta donde les llegan las fuerzas, para llegar al siguiente día del calendario. Para algunos, mañana, en Mozambique, también será 2 de octubre.

[Rosauro Varo (Sevilla, 1982) es pediatra, cofundador de la revista Café con Letras y autor de obras como Crónicas del mundo y El embudo.]

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