Sidecar
Si el referéndum fuera legal hoy sería jornada de reflexión y todos los catalanes estarían pensando su voto si es que no lo tuvieran ya decidido
Recuerdan aquella escena de Sopa de ganso,la película de los hermanos Marx en la que Groucho llega a la presidencia de un país, Libertonia, que está a punto de entrar en guerra con otro vecino, Sylvania, en la que Harpo, que es un agente secreto de éste, y Groucho (Rufus T. Firefly en la ficción) intentan irse del Parlamento en el sidecar del primero sin conseguirlo porque o bien queda en tierra el vehículo del acompañante, donde viaja Groucho, o bien (cuando Groucho/Rufus, a la tercera intentona, se cambia de sitio) se queda la moto? Pues bien, suceda lo que suceda en Cataluña mañana, el paisaje al día siguiente se parecerá mucho a esa escena de Harpo y Groucho en el sidecar, con la mitad de los catalanes yéndose y la otra mitad quedándose en tierra. Y la mitad de un país no se puede desgajar de la otra mitad.
En otro sidecar famoso del cine, el que en la película de José Luis Cuerda Amanece que no es poco pilotaba Antonio Resines llevando de acompañante a Luis Ciges, su padre en la ficción, se producía la conversación siguiente: “Ciges: ¿Me quieres? Resines: ¿Qué? ¿Qué dice? Ciges (Más fuerte): Que si me quieres. Resines (parando la moto, disgustado): Hombre, no me joda, padre… Cìges: No, oye… Si no… (animándole para que se ponga de nuevo en marcha). Venga, dale…” ¿Cómo no ver el paralelismo entre esta conversación de Resines y Ciges y cualquiera de las que en los últimos tiempos habrán tenido Puigdemont y Mariano Rajoy, uno sentado en la moto de la independencia como Harpo Marx y el otro de copiloto como Groucho/Rufus, al que, por cierto, se empieza a parecer el presidente español después de haber asistido prácticamente mudo como el primero al crecimiento del sentimiento independentista en Cataluña creyendo que al final se desinflaría por sí solo. El mismo que tanto criticó a Zapatero por no haber visto venir la crisis económica no se aplica ahora a sí mismo el cuento, cuando el problema de Cataluña ha llegado demasiado lejos.
Si el referéndum fuera legal hoy sería jornada de reflexión y todos los catalanes estarían pensando su voto si es que no lo tuvieran ya decidido. Puesto que no lo es, quizá lo que deberían pensar es si merece la pena partir el sidecar del país en dos a riesgo de despeñarse todos por el precipicio de la fractura civil que, mucho me temo, de declararse la independencia de Cataluña como el president Puigdemont ha dicho que hará tanto si gana el referéndum como si no le dejan celebrarlo, se producirá entre los catalanes que quieren irse de España y los que no, puesto que el sidecar no se puede partir en dos.
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