“Los héroes son los que deciden no matar en una guerra”
El presidente de Médicos sin Fronteras España nos muestra su lado más personal
Hubo un día en el que David Noguera (Chichester, Reino Unido, 1974) estaba viendo las noticias en la televisión, o quizá leyéndolas en el periódico, y pensó: "Algo está mal". Recién licenciado en Medicina en Barcelona, aquel pensamiento le llevó hasta las oficinas de Médicos sin Fronteras para ofrecerse como trabajador. Allí le sugirieron cursar un máster. Lo hizo y se especializó en medicina tropical y salud internacional. Tras una temporada de mochilero en India, la ONG le contrató y le mandó a su primera misión. Destino: el único hospital donde se trataba el cólera en la capital de Somalia, Mogadiscio. "A las tres semanas ya sabía que me iba a dedicar a esto el resto de mi vida. Y llevo 16 años", asegura. Ese es el tiempo que ha pasado hasta que el pasado 1 de octubre fue elegido presidente de la organización en España. Entremedias, mucho que contar.
Después de aquella "adolescencia humanitaria", como él califica los primeros años, vinieron muchas misiones más. Congo, Sudán, Angola, India, Timor, Etiopía, Zambia... Noguera enumera un sinfín de países, incluido Liberia en plena crisis del ébola, mientras se descalza y apura su café. "Estuve siete años en terreno a full", dice relajado. Los dos siguientes, fue coordinador de la unidad de emergencias de la ONG. "Fueron los mejores años de mi vida". Para explicar tal afirmación, acude a una analogía futbolística: "Es como jugar en el Barça o el Madrid y, además, estar en el primer equipo".
— En las misiones o como coordinador, ¿se ha sentido sobrepasado en alguna ocasión?
— Todas.
Noguera, de conversación distendida y sin florituras de lenguaje, se pone serio ante la pregunta. "En MSF nos pasamos el día tomando decisiones súper difíciles", reflexiona. "Lo único que queremos es lo mejor para los pacientes y hay decisiones que excluyen a algunos". La sensación de que determinar dónde intervenir y a quién atender también significa dejar de actuar en otro lugar y no ayudar a otros, sin embargo, no le paraliza.
— ¿Se ha arrepentido de determinadas decisiones?
— Todas.
"Todos los médicos tienen su cementerio particular y tienes que vivir con eso", explica. "Cuando dispones no intervenir en un sitio, sabes lo que implica. Y aprendes a vivir con ello". En esta tarea, son los psicólogos de la casa los que apoyan a los trabajadores de la ONG. "Nos pasan la ITV", vuelve a bromear Noguera.
No soy alguien torturado, que se sacrifica. Yo no vivo al límite, vivo en Manresa
En su camposanto particular, el hoy presidente de MSF España tiene "muchas historias". Pero se acuerda especialmente de una niña en Congo. "Recuerdo dejar atrás a una cría de siete u ocho años. No podía hacer nada por ella. Tenía sida, tuberculosis, malaria, gangrena... Le di cuatro calmantes y no la subí al coche. Sabía que se iba a morir y, de hecho, falleció al día siguiente". Sin dejar que un posible silencio incómodo se apodere de la charla, Noguera sigue ahondando en sus experiencias. "Recuerdo al primer niño que se me murió. Fue en Somalia y me impresionó mucho".
Rápido recae en la impresión que puede extraer el lector de sus palabras y subraya: "No soy alguien torturado, que se sacrifica. Yo no vivo al límite, vivo en Manresa". Aunque reconoce que ahora que es padre es "más vulnerable" y le cuesta más enfrentarse a las situaciones de sufrimiento de los niños. Y sigue: "Me siento privilegiado porque sé lo que es la plenitud profesional". A Noguera no le gusta la imagen de héroes que se transmite de los trabajadores humanitarios. "La combato", asegura. "La gente nos dice que estamos hechos de otra pasta, pero lo cierto es que elegimos dedicarnos a esto". Tal idea es, en su opinión, contraproducente en tanto que se da a entender que solo personas especiales pueden cambiar la realidad cuando cada cual puede hacerlo en su cotidianidad. "Son tiempos convulsos y me atrevo a pedir a la gente de aquí [España] que reflexione y se implique un poco más".
En Europa o Estados Unidos, nos hemos vuelto negacionistas de derechos básicos como el refugio, la educación o la salud
"Los héroes los encuentro en terreno. Como el padre que ha venido a pie desde Siria para proteger a sus hijos", relata. En el mundo, sin importar la cultura, la religión o el contexto, las personas desean lo mismo: "La abrumadora mayoría quiere tener una vida digna". Hay miles de historias de supervivencia heroica que fascinan a Noguera, pero especialmente las de aquellos que deciden "no matar en una guerra". "¡Cómo algunos pueden llamar terroristas a los refugiados! ¡Si vienen huyendo de la violencia!", se indigna sin sobresaltos para entrar en barrena política. Se acabó la hora de lo personal.
"Es preocupante la deriva política de la Unión Europa y Estados Unidos. Nos hemos vuelto negacionistas de los derechos básicos como el refugio, la educación o la asistencia sanitaria", considera. Bastan cinco minutos con una familia siria, asegura Noguera, para comprobar que no tiene sentido la criminalización de las víctimas que se está produciendo en Occidente.
Habla el presidente
Tras sus etapas de misiones y emergencias, Noguera fue elegido presidente de Médicos sin Fronteras España. "Para el cargo hay que ser médico, tener experiencia y capacidad de oratoria", enumera. Él reúne las tres condiciones y algunos compañeros le pidieron presentarse. Resultó elegido por votación. "Da vértigo, pero es un privilegio. Sobre todo para un convencido como yo de lo que hacemos, que está radicalmente bien", añade.
Quien diga que no hay que sacar a un refugiado del mar y que hay que dejar que se ahogue, es un psicópata
Para Noguera, MSF es "abrir un hospital en Yemen, alimentar a un malnutrido, curar el cólera". Y hacerlo con independencia, destaca. "Los socios nos dan dinero para tratar a todo el mundo en todas las zonas donde haya sufrimiento". Gracias a ello, la ONG pudo rechazar los fondos de la UE y sus Gobiernos por su política migratoria de cierre de fronteras. "Lo que hay en Grecia son campos de detención, no de refugiados", denuncia contundente. Y, pese a dejar de recibir las ayudas, siguen salvando a quienes corren peligro de morir en el Mediterráneo cuando tratan de llegar a Europa. Y continuarán haciéndolo, según ha anunciado la organización, pero sin firmar el código de conducta impuesto por Italia para las ONG que operan barcos de rescate. "Quien diga que no hay que sacar a un refugiado del mar y que hay que dejar que se ahogue, es un psicópata", califica sin tapujos.
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