El beso atroz de la hormiga bala
El dolor de su picadura equivale a caminar sobre brasas
Existen nueve millones de especies de insectos, el 75% de las que existen en todo el reino animal. Y les gusta batir récords: el ruido que hace la cigarra africana alcanza los 107 decibelios, casi como una moto acelerando a tope. El insecto más grande que existe es el weta, un grillo gigante que vive en una pequeña isla de Nueva Zelanda; el más pesado, el escarabajo goliat, lo que no le impide volar por las selvas ecuatoriales de África con un sonido similar al de un helicóptero de combate.
Dolor atroz
La hormiga gigante o paraponera (Paraponera clavata), himenóptero de hasta cuatro centímetros de largo que habita en los bosques lluviosos de baja altitud de Centroamérica y Sudamérica, también bate récords: se dice que su picadura es tan dolorosa como un disparo de bala, la peor entre todos los insectos. Su picadura equivale a “caminar sobre brasas con una aguja de siete centímetros clavada en el talón”, según el entomólogo estadounidense Justin O. Schmidt.
Schmidt fue picado por infinidad de insectos durante sus investigaciones, lo que le llevó a crear una escala, actualmente conocida como el Schmidt sting pain index, que clasifica las picaduras de los insectos en una escala de 1 a 4 según el dolor que provocan. Como patrón se utiliza el dolor producido por la avispa común como referencia, otorgándole a su aguijonazo un punto. La hormiga paraponera recibe la máxima puntuación: un cuatro. Varias tribus amazónicas las utilizan en sus ceremonias de paso a la edad adulta: los adolescentes han de aguantar varios minutos con los brazos y las manos cubiertos de paponeras, soportando el dolor de sus picaduras. A menudo, sufren después parálisis en los miembros a causa del veneno, y pueden tener temblores y fiebre durante varios días. John Boorman mostró este rito iniciático en la película La selva esmeralda.
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