Desamor
La sentimentalización es útil, porque convierte a los adversarios en maridos tiránicos o torvos enemigos de la dicha ajena
No me convence que la quiebra de nuestra ciudadanía común intentada por los separatistas catalanes sea cosa sentimental. Portavoces voluntarios del inconsciente colectivo nos informan de que los “catalanes”(?) se sienten humillados, o dolidos, siempre orgullosos pero decepcionados, no están a gusto... En una reciente entrevista, Íñigo Errejón apuntaba que se habían “desenamorado” de España y que ese desafecto empeoraba cuando el resto de los españoles les regañaba por alejarse.
Claro, no hay amores obligatorios... al contrario de las instituciones políticas, cuya responsabilidad no depende de cardiogramas. La sentimentalización es útil, porque convierte a los adversarios en maridos tiránicos o torvos enemigos de la dicha ajena. ¡Cuánta crueldad! Así la inteligente Isabel Coixet se ve obligada a aclarar en un artículo que no hace falta ser de derechas o facha para rechazar el separatismo, cuando lo difícil es probar la pulcritud democrática de quienes amenazan con saltarse la ley e ignorar la voluntad del resto de los ciudadanos.
Algunos piensan que la cumbre de ese desamor será un referéndum antilegal (no meramente ilegal). Pero ya hoy pasan cosas igual de graves. En Castelldefels, un grupo de padres de alumnos del CEIP Josep Guinovart ha ganado un recurso legal para que sus hijos puedan recibir al menos el 25% de sus clases en castellano. El equipo municipal (PSC, Podemos e independentistas) ha promovido una moción de rechazo a esos padres y llaman a desobedecer el auto de los tribunales por ir contra la escuela catalana. Lección primera, vulnerar derechos de otros catalanes. La alcaldesa es socialista: imaginen qué trato va a recibir el castellano en el federalismo plurinacional que propone su jefe... Les acompaño en el sentimiento.
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