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Tentaciones
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¿Taurinos y veganos? Hablamos con aficionados a los toros que no comen carne

"La tauromaquia, con todos sus instrumentos para dar la muerte al toro, es mucho más compasiva que la industria cárnica. El torero mata artesanalmente, el empleado de granja mata en serie"

Jóvenes en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid.
Jóvenes en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid.

«Toros sí, carne no». Una proclama de estas características producirá un alzamiento automático de ceja en cualquiera que se tenga por persona racional. A lo mejor, tras pensarlo durante unos instantes, uno llega a la conclusión de que lo que se está reivindicando aquí es precisamente la abolición de las corridas y los derechos del bóvido, algo desde luego más congruente con suprimir la ingesta animal en la dieta. Pero no, como ya anticipa el título de este artículo, no se trata de eso. Se trata de ser taurino y vegano. Simultáneamente.

Anónimo García no es una persona racional. Lo suyo es el ultrarracionalismo, «método de interpretación de la realidad que consiste en hacer lo inverso: usar exclusivamente la lógica y la razón, evitando la injerencia que sobre ellas puedan tener las pasiones y los anhelos», creado por él y el resto de miembros del colectivo Homo Velamine. Y desde esta posición recuerda que el mismísimo Curro Romero fue vegetariano durante cinco años. Ni carne, ni pescado, ni huevos comió en ese período. «La tauromaquia, con todos sus instrumentos para dar la muerte al toro, es mucho más compasiva que la industria cárnica. El torero mata artesanalmente, el empleado de granja mata en serie», asegura Anónimo. 

“El torero Curro Romero fue vegetariano durante cinco años. Ni carne, ni pescado, ni huevos comió en ese período”

Habrá quien crea que todo esto es una boutade. Y que en realidad no va en serio. «En absoluto. Apoyamos la tauromaquia, pero sin los absurdos argumentos tradicionales, como que el toro de lidia desaparecería sin ella. Ese tipo de razones son intentos pueriles de defender mundanamente algo cuyo valor es infinitamente superior. Ese argumento, en concreto, trata a los animales como mero producto capitalista, como si fuesen cintas de VHS que ya nadie quiere. Lo que la tauromaquia pone en juego es la propia esencia del ser humano, algo mucho más profundo y antiguo que el capitalismo. Y el toro, como cualquier otro animal, aunque no “valiera para nada” seguiría teniendo un valor intrínseco que no se le puede arrebatar. Lo mismo con la tauromaquia».

Helen lleva siendo vegetariana desde hace aproximadamente nueve años y como cabría esperar no concibe una confluencia de toreo y veganismo: «Las probabilidades de que alguien capaz de pensar en la sensibilidad de los animales y su bienestar disfrute de ver un toro trinchado hasta la muerte en condiciones, no olvidemos esto, totalmente favorables al contrincante… son escasas».

Anónimo comprende la postura de Helen y le parece bien, «pero nosotros creemos que el mal mayor de la violencia contra los animales se evita con prescindir del consumo de carne. Cosas como los toros son insignificantes comparadas con eso. Y sí, el toro, como cualquier otro animal, podría desarrollar ese valor intrínseco simplemente con “ser”. El problema es que los animales casi no tienen espacio para existir, asfixiados ante el uso excesivo y vicioso de los recursos naturales por parte de los humanos».

Xabi se hizo vegetariano en febrero de 2013 y vegano en agosto del año siguiente. Algunas personas de su entorno eran veganas y vegetarianas. «Este tipo de discurso me era muy familiar, estaba muy presente». Un curso de ecología social al que asistió «me hizo verlo (aún) más claro. Me convertí en vegetariano por motivos ecológicos y políticos (por la correlación “cómo comemos” / pobreza). La perspectiva animalista y el paso al veganismo ocurrieron después, fruto de lecturas y reflexión». Para Xabi, el pilar fundamental sobre el que se sustenta el veganismo estriba en la empatía hacia cualquier ser vivo y la pretensión de evitar su sufrimiento. Sea del tipo que sea, y se produzca en una granja de ocas para la obtención de foie gras, o en un ruedo taurino para entretenimiento y deleite de los aficionados. No puede estar más en desacuerdo con Anónimo. 

Evidentemente, la perspectiva veganotaurina de Anónimo García también es consecuencia de un proceso que él califica como largo. «De pequeño no me gustaban los toros, como es natural, porque me daba pena el animal. Luego me hice vegetariano y los toros seguían sin gustarme. En cualquier caso, ese mundo me quedaba muy lejos, entre otras cosas porque vivía en Inglaterra. Pero después, poco a poco comencé a ver la riqueza del toreo».

“No me molesta la tauromaquia. Me molesta que los animales destinados al consumo vivan una vida de mierda porque “necesitamos proteínas y maquillaje”

La iniciativa ultrarracionalista ha desembocado en Facebook en el grupo Taurinos Vegetarianos que, aunque no cuenta con más que medio centenar de miembros y es complicado discernir cuántos secundan verdaderamente la idea, tiene entre ellos al menos a una auténtica flexitariana (forma de vegetarianismo flexible que admite el aprovechamiento de productos animales en según qué circunstancias) y a una vegetariana. Sara, la vegetariana, declara que «el problema de los toros siempre me ha parecido anecdótico. Me he hecho taurina con el fin de poner el foco en otros sitios. No voy a corridas ni nada, pero no me molesta que esto exista. Me molesta, yo qué sé, que los animales destinados al consumo vivan una vida de mierda porque “necesitamos proteínas y maquillaje”».

Para los que todavía mantengan una o ambas cejas en alto, hay más. Raquel Rodríguez es una chica colombiana sin ningún tipo de relación con Homo Velamine (Anónimo García no conocía ni siquiera su existencia). Comunicadora, bloguera y vegetariana. En febrero del año pasado escribió una breve crónica en un medio de su país exponiendo los motivos que la habían llevado a acudir a una corrida de toros y sus conclusiones al terminar la experiencia. «El fin de semana pasado asistí por primera vez a una corrida de toros, porque no quería seguir cayendo en el mismo error que tanto cometemos de juzgar algo sin conocerlo. Sinceramente fui asustada y pensando que tal vez iba a llorar desde el inicio o a morir de tristeza y salirme en la mitad de la corrida, sin embargo, fue un espectáculo lleno de sorpresas, en el que me emocioné y viví unas horas de admiración total al arte que es esa danza entre la vida y la muerte.» Quizás lo que resulte más sorprendente de todo sea la última línea del texto: «no me da pena decir que salí feliz de mi primera corrida de toros y además volvería otra vez y otra vez». De hecho, una semana más tarde volvió.

Los intentos por contactar con Raquel han resultado infructuosos. Tal vez no quiera que sus redes sociales se vuelvan a llenar de mensajes de rechazo como sucedió tras la publicación de su relato. Tal vez incluso ella crea que todo esto es una boutade. Y que en realidad no va en serio.

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