La vida secreta del respetado decano de Medicina
Una investigación destapa un escándalo de drogas en la Universidad del Sur de California


Una llamada a la policía. Una sobredosis en una habitación de hotel de Pasadena. Alguien que se presenta como médico, “un amigo” de la joven de 22 años que no se despierta. Un agente que parece pasar por alto lo que ve en la habitación. Era marzo de 2016. Tres semanas después, el decano de Medicina de la Universidad del Sur de California (USC), el oftalmólogo Carmen A. Puliafito, de 66 años, dimite de su puesto por razones personales. Una investigación de un año del diario local Los Angeles Times ha destapado que Puliafito era el amigo y que la fiesta de drogas que acabó en sobredosis era su día a día como decano.
Puliafito era una superestrella del mundillo académico de Los Ángeles. Era un mago de la recaudación de fondos. Según presumía el mismo, en sus años en el decanato había llevado a USC 1.000 millones de dólares en donaciones. La Facultad de Medicina de USC, la universidad privada más importante de la región, tiene un presupuesto de 200 millones de dólares. Para la élite de Los Ángeles, Puliafito era un tipo con esmoquin capaz de atraer a famosos de Hollywood a cualquier evento. Su vida privada parecía estar llena de jóvenes y narcotraficantes, con los que hasta se grababa vídeos consumiendo drogas. En uno de ellos, vestido de fiesta formal, mira a la cámara y dice: “Creo que me voy a tomar un éxtasis antes del baile”.
Las revelaciones sobre Puliafito son ya la serpiente informativa local del verano. Los responsables de USC se muestran escandalizados con la conducta del exdecano y le han vetado en las instalaciones de la universidad, donde seguía viendo pacientes. Pero la realidad es que durante 15 meses, según el Times, eludieron preguntas del diario sobre el asunto. La policía de Pasadena, solo al ver las revelaciones en el periódico, ha expedientado al agente que acudió a la llamada y, a pesar de la evidencia del uso de drogas, no incriminó a nadie. Fue un testigo el que, tras contactar a la policía y a USC, acudió al Times, según el relato. La sobredosis no era de drogas, era de poder.
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