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Maduro, sus ministros y la corrupción del lenguaje

El Gobierno venezolano emplea una retórica militar que amenaza la convivencia

Francesco Manetto
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.PRENSA MIRAFLORES (EFE)

La gravísima crisis institucional que golpea a Venezuela ha magnificado otra crisis, aparentemente más inocua, reflejada por la corrupción del lenguaje de las autoridades. La vida cotidiana está impregnada de una retórica militar omnipresente. Los portavoces del Gobierno de Nicolás Maduro se dirigen a todas horas a los ciudadanos desde las cadenas públicas y las redes sociales para agitar el espantajo del enemigo exterior. La estrategia antimperialista no es una novedad, pero se ha convertido en el epicentro del discurso oficialista.

Esta narrativa, acompañada de una progresiva militarización de la sociedad, ofrece algunas imágenes sorprendentes incluso para un régimen atrincherado. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, dio prueba de ello el pasado jueves. En un vídeo difundido en Twitter, este dirigente trata de demostrar que está preparado para hacer frente a un supuesto peligro inminente. Enfundado en un traje de combate, corre por un campo de tiro disparando con una pistola y, con menor pericia, con un subfusil. Tras abatir, con puntería incierta, algunos blancos, declara: “Un poco de entrenamiento individual, con mis compañeros de armas aquí, usando las armas de la República para garantizar nuestra independencia. Para esto son las armas, nuestra soberanía”.

El titular de Defensa pretendía, con esta exhibición, hacer campaña por las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente convocadas para el 30 de julio y rechazadas por la oposición y buena parte de la comunidad internacional. “Te esperamos, venezolano, la seguridad está garantizada. Venceremos”, concluye Padrino. El propio Maduro anunció en abril su intención de armar a un millón de civiles de la Milicia Nacional Bolivariana, un cuerpo de apoyo a las Fuerzas Armadas. El primer paso consiste en llegar a los 500.000 milicianos, aunque la meta es “la organización y entrenamiento de un millón”. A todos les prometió un fusil. Esta asociación de la política con las armas está corrompiendo no solo la conversación pública sino también la convivencia de todos los venezolanos.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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