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¿Por qué lo llaman sombrero Panamá si no es panameño?

Al llegar a Aguadas (Colombia) uno encuentra ‘Panama hats’ en cada esquina y descubre que su nombre poco tiene que ver con su origen

Sara Navas
Franklin Roosevelt, a la derecha, fue el culpable de que al sombrero de Panamá se le conozca como tal sin ser de Panamá. En la imagen, Churchill (izquierda) y Roosevelt durante una reunión en Quebec (1944).
Franklin Roosevelt, a la derecha, fue el culpable de que al sombrero de Panamá se le conozca como tal sin ser de Panamá. En la imagen, Churchill (izquierda) y Roosevelt durante una reunión en Quebec (1944).

Los calamares a la romana o la tortilla francesa tienen lo mismo de romanos y de franceses que el sombrero Panamá de panameño. Nada, salvo un nombre diseñado para llevar a la confusión sobre sus orígenes. El reconocible sombrero color crema rodeado por una cinta negra se fabrica desde el siglo XVIII.

Sin embargo, se hizo popular en 1906, cuando Theodore Roosevelt visitó las obras del Canal de Panamá cubriéndose la cabeza con uno de ellos. El presidente de Estados Unidos y los más de 50.000 obreros e ingenieros que trabajaron en la construcción del canal protegiéndose de la solana de la misma manera ayudaron a que el mundo le adjudicara instintivamente la nacionalidad panameña.

Arriba, una mujer colombiana tejiendo un sombrero aguadeño. Abajo, un fotógrafo se protege del sol con el característico sombrero.
Arriba, una mujer colombiana tejiendo un sombrero aguadeño. Abajo, un fotógrafo se protege del sol con el característico sombrero.

Pero lo cierto es que aquellos sombreros provenían de Ecuador, país donde nació la tradición de tejer con palma de iraca. Esta técnica llegó a Colombia en 1860 de la mano del ecuatoriano Juan Crisóstomo Flórez, quien descubrió que en el municipio colombiano de Aguadas también crecía la palma de iraca y enseñó a los lugareños la tradición. Así surgió el aguadeño, un sombrero con una característica que lo distingue del resto: puede enrollarse sobre sí mismo sin riesgo de deformarse.

Aguadas se levanta sobre las montañas que unen Medellín con Manizales. El viaje desde Medellín son más de tres horas por carreteras que apenas están asfaltadas. Pero atravesar la indomable vegetación escoltada por el río Cauca hace que el incesante traqueteo merezca la pena. Al llegar, además de poder portar con orgullo el sombrero que coronó cabezas como la de Hemingway, el mirador de Monserrate le regalará una panorámica privilegiada del eje cafetero que coloniza el departamento de Caldas.

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Sobre la firma

Sara Navas
Redactora de ICON desde 2016, año en que llegó a EL PAÍS. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito el libro ‘La monarquía al desnudo. Del rey que nació en un retrete al soberano playboy’.

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