“La entrega de armas es creíble porque la ONU vigila el proceso”
Rafael Pardo, ministro del posconflicto de Colombia, acude a la Conferencia de la FAO para dar cuenta de los avances y desafíos del acuerdo de paz en su país
A Rafael Pardo (Bogotá, 1953) le hacen falta siempre un par de segundos para meditar la respuesta y estirar las palabras para reflexionar sobre lo que viene después. Se muestra como un político sereno, extremadamente cauto y preciso. Avisa que llegará con retraso, pero no han pasado ni 10 minutos desde la hora prevista para esta conversación cuando ya se ha sentando a la mesa. El puesto que ocupa requiere prudencia, fue nombrado ministro para el posconflicto de Colombia en noviembre de 2015, casi un año antes de que quedara sellado el acuerdo con las FARC. Previamente había hecho prácticamente de todo. Consejero de paz durante la primera desmovilización de las guerrillas del M-19, el primer civil en ser nombrado ministro de Defensa, asesor en la Organización de Estados Americanos (OEA), ministro de Trabajo y alcalde interino de Bogotá. Economista de formación —estudió después Relaciones Internacionales en Harvard— y político de dilatada carrera, acude a la Conferencia de la FAO para dar cuenta de los “avances y desafíos” del acuerdo de paz en su país.
- P. Meses después de la firma de la paz, hemos visto cómo recientemente aún se produjo un atentado en Bogotá con tres víctimas mortales. Entre estos desafíos, el proceso genera incertezas.
- R. En Colombia ha habido otros procesos de paz, pero la paz con las FARC y la entrega de más de 7.000 armas a las Naciones Unidas es un hecho sin precedentes. Las FARC operaban en más de 100 municipios de los cerca de 1.000 que hay en Colombia. El ejército colombiano tiene más de 80.000 hombres en esos territorios para evitar que otros grupos armados tomen el espacio y el papel que han dejado vacío las FARC. En esos municipios es donde se cultiva la coca y mientras haya plantas de coca, habrá quien las compre. Eso lo haría un grupo ilegal, armado normalmente. Mientras haya una extensión del cultivo de coca tan amplio como hay en Colombia es muy difícil que pueda sostenerse la paz. No porque las FARC vuelvan a las armas, sino porque otros grupos tomen ese papel.
- P. ¿Cómo se interpretan episodios de violencia como ese atentado?
- R. Aún no hay señaladas responsabilidades judiciales. Hay nueve detenidos en un suceso muy grave, que no es el primero. Si se trata de un grupo terrorista, no tiene la dimensión de las FARC o el ELN. No estamos exentos del terrorismo ni en Colombia ni en ninguna otra parte del mundo, pero no es comparable con 53 años de conflicto.
- P. ¿Cómo será la vida después de las armas?
Mientras haya tanta coca en Colombia es muy difícil que pueda sostenerse la paz
- R. Cada persona de las FARC tendrá un apoyo durante 24 meses del 90% del salario mínimo y la cobertura en seguridad social. En el momento de hacer la transición a la vida civil, el 1 de agosto, recibirá de una sola vez dos millones de pesos colombianos (unos 660 dólares) para poder tener recursos. Se está trabajando en la formulación de proyectos de carácter productivo a posteriori. Cada individuo tendría en esos programas ocho millones de pesos (2630 dólares) para destinarlos en una cooperativa o a nivel individual.
- P. A nivel económico, hay una gran diferencia entre plantar coca u otros cultivos.
- R. De acuerdo con las cifras de EEUU, hay 180.000 hectáreas de coca en toda Colombia. Desde hace 30 años o más nuestro país ha sido el primer productor mundial de cocaína y desde hace 20 años o más es el primer productor mundial de hoja de coca. No es una situación nueva y no hemos abandonado ese infame primer lugar ni con la fumigación aérea, ni con el Plan Colombia ni con la destrucción de los cárteles de la coca.
- P. ¿Qué puede hacer el Estado?
- R. El Gobierno empezó este año una política para la sustitución voluntaria de la coca por otros cultivos. Primero es necesario la manifestación de los núcleos de productores para cambiar a otros cultivos. En esta primera fase ingresaron 85.000 familias que cultivan 65.000 o 68.000 hectáreas. La segunda fase está en ir familia por familia para explicarles cuáles son los elementos de la política de sustitución. Y la tercera fase, que ya está operando, es la inscripción de cada productor y de su parcela de coca en la erradicación voluntaria. Quienes no ingresen en este programa se verá obligado a la erradicación forzada.
- P. ¿De qué manera se recuperarán esas tierras?
- R. La restitución de tierras que han sido ocupadas de forma ilícita o violenta viene operando desde hace cuatro años. Se han restituido cerca de 200.000 hectáreas de tierra. Desde hace un año se prioriza en las zonas del sur del país en las que operaban las FARC, mientras que durante los primeros años [antes de la firma de los acuerdos de paz] se puso la prioridad en las tierras del norte ocupadas por grupos paramilitares.
- P. La FAO ha acompañado este proceso…
- R. La FAO ha diseñado algunos programas que consisten en sembrar algunos alimentos de corto ciclo, que pueden generar una sostenibilidad alimentaria en el periodo en el que no hay un cultivo que genere ingresos.
- P. La ONU ha recibido las armas de las FARC. ¿Habría sido posible firmar un acuerdo sin el apoyo de las instituciones internacionales?
- R. La comunidad internacional ha ayudado sustancialmente a darle credibilidad al proceso. La entrega de armas se hace creíble para los colombianos porque están Naciones Unidas vigilando el proceso.
No estamos exentos de terrorismo ni en Colombia ni en el mundo
- P. Porque además todo esto se produce en medio de una importante división interna y a unos meses de las próximas elecciones presidenciales.
- R. Quienes no están de acuerdo con ninguna política, tampoco lo están con el proceso de paz. Cuando empezó todo, dijeron que las FARC no iban a firmar y firmaron; después, que la guerrilla no se iba a concentrar en los campamentos y lo hicieron; que no entregarían las armas y las entregaron; y por último, que no iban a respetar el alto el fuego y según el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el alto el fuego ha sido perfecto. Se generan temores sobre ciertos temas que después no ocurren.
- P. Ahora queda convencer también al ELN.
- R. Está habiendo negociaciones en Quito y esperamos que puedan avanzar. Las FARC tuvo una condición de solidez porque se negociaba con quienes tenían el mando de la organización. En el ELN hay una situación de federalismo e independencia en los distintos subgrupos que hacen que sea difícil tener una posición unificada tanto en lo político como en un alto el fuego.
- P. Usted ha participado en otros procesos de paz. Pese a las resistencias, ¿el éxito se debe a que la sociedad colombiana es hoy más madura?
- R. Después de un primer proceso de paz en Colombia llegó la paz en El Salvador o Guatemala. Son procesos inscritos en la lógica de la Guerra Fría y que no habrían sido posibles sin un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Ahora además nuestra Constitución le otorga más poder a gobernadores locales, Congreso y Justicia, mientras que en el anterior proceso de paz en nuestro país, el presidente era quien tenía mayor poder.
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