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Los militares de Sudán del Sur se lucran con la hambruna

Una investigación de The Sentry, organización del actor George Clooney y el escritor John Prendergast, destapa enriquecimiento millonario entre los instigadores de un conflicto que destroza el país

El teniente general sursudanés Malek Reuben Riak.
El teniente general sursudanés Malek Reuben Riak.The Sentry
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Más de 100.000 personas se mueren de hambre. Millones no saben qué (o si) comerán mañana. Es Sudán del Sur, un país devastado por la necesidad y la violencia (o al revés). Y mientras tanto, algunos generales y altos cargos, que dirigen lo que una comisión de Naciones Unidas ha calificado de "depuración étnica" organizada, se forran.

Un informe de The Sentry —una organización fundada por el actor George Clooney y el activista y escritor estadounidense John Prendergast que se dedica a rastrear el dinero que fluye en torno a conflictos armados y crímenes contra la humanidad— ha seguido la pista de Malek Reuben Riak, un teniente general del ejército gubernamental (Ejército de Liberación Popular). Los hallazgos tras analizar "un trocito de la actividad económica corrupta" por parte de "uno solo de los generales", demuestran, según los autores, cómo hay incentivos para la violencia y la inestabilidad antes que para la paz.

Reuben Riak es uno de los altos cargos del Ejército. Uno de esos que, según el panel de expertos de la ONU, hicieron de "las fracturas políticas y tribales" y la violencia en el Estado de Unity (donde se ha declarado la hambruna) y otros lugares, su "estrategia predeterminada". El militar fue ascendido por el presidente Kiir en 2013, y obtuvo entonces un papel central en el suministro de armas que mantuvo hasta 2016, cuando se hizo cargo de la formación de los militares. Desde 2017 es inspector general del Ejército. Según el presupuesto oficial, el sueldo para un militar de su graduación entre 2014 y 2015 debe ser de alrededor de 40.000 dólares estadounidenses (unos 35.500 euros anuales).

Y sin embargo, documentos obtenidos por The Sentry muestran movimientos por cerca de 3,03 millones de dólares (unos 2,7 millones de euros) en la cuenta personal de Reuben Riak en el Kenia Commercial Bank (KCB). Las transacciones arrojan transferencias de 700.000 dólares (622.000 euros) y abultados pagos de constructoras que operan en Sudán del Sur participadas por inversores chinos, libaneses y turcos. Son, según el informe, miles de euros en transferencias desde que estallara el conflicto civil en diciembre de 2013. En ese mismo periodo se han retirado de esa misma cuenta cerca de 1,16 millones de dólares (1,03 millones de euros) y el teniente general ha adquirido acciones de distintas ingenierías y compañías del sector de la energía instaladas en su país. Mientras tanto, hasta siete millones de sursudaneses necesitan asistencia para comer y al menos un cuarto de la población ha tenido que abandonar sus hogares.

¿Adónde fluye el petróleo?

Un caso paradigmático de esta situación de falta de controles en medio del desastre es el de la petrolera estatal, Nilepet. Cuando el país obtuvo la independencia de Sudán en 2011, el oro negro y esta empresa estaban llamados a ser el motor de la prosperidad del nuevo Estado.
Según el panel de expertos de la ONU sobre Sudán del Sur, Nilepet se ha usado por el presidente y sus allegados para obtener fondos evitando los procesos y controles de gasto militar durante el conflicto civil.
El Natural Resource Governance Institute, una entidad dedicada a crear conciencia entre la gente del potencial de los recursos naturales en sus países, denuncia la opacidad de las actividades de Nilepet, pese a que la ley del petróleo establece que debe haber informes auditados, completos y públicos de las finanzas de la compañía.

Parte de esto ya se había destapado en un informe anterior, en septiembre de 2013. Pero nuevos documentos apuntan que el militar controla una empresa privada —Mak International Services— que cobra por la venta de explosivos con el respaldo y el impulso del Ejército a empresas privadas que operan en el país de la hambruna. Una de estas compañías, China Wu Yi, dedicada a la extracción de piedra, informó a los autores del estudio de que la mayor parte del dinero (116.166 dólares, unos 103.000 euros) fueron cheques dirigidos directamente a Reuben Riak y depositados en su cuenta personal, y otros 13.520 dólares (12.021) se transfirieron a Mak International. El informe denuncia "serias dudas" sobre la legalidad de estos movimientos dada la confluencia de intereses y responsabilidades por parte del investigado.

"Estos documentos ilustran un patrón más amplio en el que oficiales poderosos trabajan en una red relativamente pequeña para dirigir un sistema de gobierno violento y cleptocrático", ha denunciado Prendergast en un comunicado. El cofundador de la organización pide sanciones internacionales, como la congelación de cuentas bancarias, para el teniente general, sus compañías y sus socios. "Para mandar un mensaje contundente al Gobierno del Sudán del Sur de que seguir por ese camino no es aceptable", ha añadido.

Los negocios de Reuben Riak no acaban ahí. También se sienta, junto con otros altos cargos militares, en el consejo de una sociedad que tiene proyectos en común con inversores extranjeros en sectores como la minería y la construcción. Y, según las pesquisas de The Sentry, todos ellos lo hacen a título personal, ya que ni el Ejército ni el Gobierno tienen acciones de la firma. Además, el documento sostiene que el militar y algunos de sus familiares —que le representan en muchos negocios— tienen lazos comerciales con miembros de las élites políticas de países vecinos como Etiopía, Kenia y Uganda.

El informe admite que el mero hecho de que un militar tenga acciones en compañías que hacen lucrativos negocios en un país devastado no tiene necesariamente que suponer una conducta ilícita. Pero insiste en que la opacidad de casi todas estas actividades —y actitudes, como el uso de familiares o los movimientos en el extranjero— arrojan muchas dudas sobre las que, mientras dure la actual situación, será difícil buscar respuestas. El caso de Reuben Riak, muestra, para The Sentry, los "potentes incentivos económicos" que la élite que dirige el país tiene para seguir ostentando el poder en un ambiente carente de controles.

Los propios expertos de la ONU, en su informe al Consejo de Seguridad, afirmaban que la violencia, la fragmentación étnica y tribal y la violación de los acuerdos son una estrategia para "socavar" una resistencia organizada y colectiva ante los abusos. La vía que "las más prominentes figuras políticas y militares" sursudanesas utlizan para mantener su dominio y su acceso a los recursos de Sudán del Sur. "También les garantiza su posibilidad de prevenir reformas genuinas y evitar una supervisión financiera digna de crédito", señalan los expertos.

"Hoy, los generales responsables de la hambruna son ascendidos y recompensados, en lugar de pedírseles responsabilidades", ha lamentado el jefe de investigaciones de The Sentry, J. R. Mailey. "Y mientras tanto, muchos de esos militares están envueltos en transacciones comerciales cuestionables en los mismos sectores que se supone que deben salvar de la corrupción. Hay que actuar para frenar las estructuras que incentivan a los responsables de atrocidades, de la hambruna y de la persistencia del conflicto en Sudán del Sur", apunta Mailey.

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