Dejar el tabaco no le garantiza una salud de hierro, pero sí mejores orgasmos
Cómo cambia el cuerpo cuando se deja de fumar
Las ventajas de abandonar el tabaco son tan extensas como conocidas. Lo corrobora Lara Fontán, neumóloga de la Unidad de Rehabilitación Respiratoria del Policlínico HM Matogrande (A Coruña): “De forma casi inmediata, mejoran la frecuencia cardíaca y la tensión arterial; entre el primer y el noveno mes disminuyen la tos y la fatiga; entre cinco y 15 años, el riesgo de tener un accidente cerebrovascular es similar al de los no fumadores; y a partir de este periodo, también el riesgo de sufrir un infarto de miocardio; mientras que las probabilidades de desarrollar un cáncer de pulmón disminuye de forma paulatina”, explica.
Hasta ahí, nada nuevo, pero a esta larga lista de beneficios se le ha sumado una más. Un estudio publicado en International Journal of Impotence Research afirma que la ausencia de nicotina en el cuerpo podría estar ligada a un mejor desempeño sexual. Concretamente, a la calidad de la erección, gracias al incremento de la frecuencia cardíaca baja que ocurre tras dejar de fumar.
Es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores que, con la financiación del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de Estados Unidos, estudió el comportamiento de 62 hombres sanos de entre 23 y 60 años en tres fases de 2008 a 2010: mientras fumaban, cuatro semanas después, en pleno proceso de dejar el tabaco con parches de nicotina, y un mes después de haber abandonado también los parches.
En total, un 31% de los participantes consiguió dejar de fumar. Al finalizar el estudio, se observó que este grupo de hombres alcanzaban erecciones más firmes y con mayor rapidez que quienes no superaron el reto. Estos resultados, publicados también en British Journal of Urology International, indican que la nicotina podría causar disfunción eréctil. Se debe a que las mejorías no se manifestaron al abandonar el tabaco, sino tras eliminar los parches.
No obstante, cabe recordar que dejar el tabaco no supone la recuperación inmediata y completa de los órganos dañados durante los años de consumo. Es necesario que pase un tiempo, que, según Fontán, varía en función de varios factores: “La intensidad y duración del hábito tabáquico, el órgano afectado, si el daño es ya irreversible o la sensibilidad del organismo de cada persona a los efectos nocivos del tabaco”. Entonces, ¿eso de que el cuerpo vuelve a su estado normal después de 10 años sin fumar, es un mito? Desgraciadamente, sí.
Seguir ganando en calidad de vida
A pesar de ello, hay una amplia variedad de herramientas disponibles para quienes deseen mejorar su calidad de vida tras romper con este hábito que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría ocasionar 1.000 millones de defunciones a lo largo del siglo XXI. Entre ellas se encuentra la rehabilitación respiratoria (RR).
Esta terapia tiene como objetivo mejorar la tolerancia al esfuerzo físico de los pacientes afectados por alguna enfermedad derivada del consumo de tabaco, como puede ser la bronquitis crónica. “Se trata de un complemento al tratamiento farmacológico y debe iniciarse una vez que se ha dejado de fumar", explica la doctora. El objetivo es que el paciente recupere una vida normal y activa, en la que pueda introducir el ejercicio físico en la medida de lo posible.
¿En qué consiste? Los pilares fundamentales de los programas de RR son el entrenamiento muscular, la educación en hábitos saludables y la fisioterapia respiratoria. Se aconsejan también la terapia ocupacional, el soporte psicosocial y la intervención nutricional, según detalla un estudio publicado en Archivos de Bronconeumologia. Esta misma investigación especifica también que la duración de los programas no debe ser inferior a ocho semanas o 20 sesiones.
Aún así, si la pregunta es "¿puedo volver a tener el pulmón como si nunca hubiese fumado?", la respuesta es: "No. Pero sí se puede mejorar la calidad de vida, reduciendo la fatiga y otros efectos adversos que conlleva el tabaquismo”, según aclara Fontán.
Con todo, no se puede hablar de un porcentaje de células o partes del cuerpo que se acabarán recuperando, y tampoco se puede predecir qué personas van a beneficiarse más o menos. Se debe, según la experta, a que “diversos factores influyen en el proceso, ya que no todas las personas tenemos la misma sensibilidad al efecto nocivo del tabaco. Lo que sí es irrefutable es que abandonar el hábito disminuye el riesgo de enfermar y fallecer por causas relacionadas”.
Considerando que un 50% de los fumadores morirá por enfermedades asociadas con el consumo de tabaco —según la doctora— quizás vaya siendo hora de ir despidiéndonos de los cigarrillos...
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