Así son los premios que encumbran a los nuevos talentos de la moda
Nos colamos en las bambalinas del LVMH Priz, el galardón que identifica a los diseñadores emergentes
Recibieron 1.200 candidaturas llegadas de 90 países, pero solo seleccionaron a 21, todos ellos presentes en esta mañana primaveral en el showroom instalado en la planta baja de la sede del grupo LVMH en Avenue Montaigne, París. Todos ellos compiten por la misma medalla: el premio que convoca para jóvenes diseñadores el primer conglomerado de lujo del mundo. Está dotado con 300.000 euros y considerado una catapulta hacia la gloria.
Lo primero que destaca en esta veintena de semifinalistas es su heterogéneo multiculturalismo: por los pasillos aparece una diseñadora turca afincada en Londres que acopla el medievalismo al punk (Dilara Findikoglu), una modista estadounidense instalada en Tokio que se sitúa en algún punto entre el grunge y lo mono (Ambush) y una lánguida australiana que desfila en Nueva York con sus volúmenes abstractos (Katherine Mavridis).
Lo segundo es que la mitad de esos semifinalistas proponen ropa para hombre, algo que, hace bien poco, habría resultado inimaginable. “Soy consciente de la importancia que la moda masculina y unisex han cobrado en los últimos años”, dice Delphine Arnault, ideóloga del premio e hija de Bernard, fundador y propietario de LVMH, el conglomerado del lujo que controla firmas históricas como Dior, Louis Vuitton, Loewe o Givenchy, entre muchas otras.
“En nuestro grupo, muchas marcas han hecho un esfuerzo en esa dirección. La moda para hombre se ha convertido en un eje de desarrollo muy importante”, afirma frente a una ensalada a la hora del almuerzo. Se refiere, por ejemplo, a Berluti, la vieja marca italiana de marroquinería, adquirida por LVMH en 2012 y que, bajo la batuta de su hermano Antoine Arnault, se ha convertido en un importante jugador en el espectro más alto del prêt-à-porter y los accesorios masculinos.
Es el signo de los tiempos. Según una proyección de la consultora Euromonitor, el mercado global de la moda para el hombre rozará los 30.000 millones de euros en 2020, un 14 % más que en 2015. El premio refleja esta tendencia: el año pasado, tanto su ganadora, Grace Wales Bonner, como la mención especial del jurado, Vejas Kruszewski, hacían moda masculina.
Esta edición cuenta con un español entre los semifinalistas: Alejandro Gómez Palomo, el cordobés que opera la marca Palomo Spain. Conocido por su exuberancia colorista y sus cortes de apariencia femenina, Palomo parece pasarse por el forro la gran renuncia masculina: ese momento del siglo XIX en que los hombres empezamos a vestir de oscuro. “Los hombres empiezan a despertar y a disfrutar de la moda como lo hacían las mujeres… o los varones del siglo XVI”, sostiene.
“Que nuestro vestuario no tenga colores ni ornamentos es un fenómeno históricamente reciente. La gente que mejor entiende mi moda no me dice que visto a los hombres como mujeres, sino que estoy volviendo al origen del menswear”, advierte el cordobés. “Yo vendo mi ropa a mujeres porque es lo que me da dinero, pero mi objetivo es que los hombres también se vistan con lo que hago. Mis amigos ya lo hacen, y espero que algún día también lo haga un cliente de Harrod’s”.
Días después, su colección no será una de las ocho privilegiadas que pasen a la final, escogidas por un jurado en el que figuran diseñadores estrella como Marc Jacobs, Nicolas Ghesquière, Phoebe Philo, Maria Grazia Chiuri, Riccardo Tisci y Karl Lagerfeld. Pero solo haber llegado a París le ha dado al andaluz una visibilidad inédita en la capital francesa. La propia Arnault le ha echado el ojo. Dice seguir de cerca la moda española como miembro del consejo de administración de Loewe. “Me parece formidable que, por primera vez, haya un español en la semifinal. Su trabajo es preciso, artesanal y colorido. Muy interesante”, asegura la directiva.
El ganador del LVMH Prize será anunciado el próximo 16 de junio y, de los ocho finalistas, tres hacen moda masculina o unisex: Yoon Ahn, diseñadora de la citada Ambush; la rusa Maria Kazakova, detrás de la marca Jahnkoy, y Kozaburo Akasaka, japonés asentado en Nueva York. Además del premio, el ganador recibe el asesoramiento del grupo para desarrollar el potencial creativo y comercial de su empresa.
“Durante un año, ponemos a su disposición un equipo de expertos que le ayuden a resolver sus dudas, desde fijar un precio a sus colecciones hasta evaluar la pertinencia de crear o no una línea de accesorios”, explica Arnault. A la pregunta de qué gana LVMH con esta iniciativa de mecenazgo, responde: “Como líder de esta industria, apoyar a jóvenes talentos es fundamental para el grupo. Tenemos la responsabilidad de identificar el relevo y ayudarlo a desarrollarse. Por eso también apoyamos escuelas de moda como Central Saint Martins. Muchos de los talentos que trabajan en las casas del grupo estudiaron allí”.
Tras dudar unos segundos, añade: “Ahora que tengo hijos, me doy cuenta de muchas cosas. Trabajo con mi padre desde los 25. Me dio mi oportunidad cuando era muy joven. Confió en mí y me confirió responsabilidades. Por eso me parece importante confiar en los jóvenes. Yo he tenido mucha suerte”. El premio es su manera de dar una oportunidad a quienes luchan duro por ganársela.
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